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2
411
Amo la lluvia la desearía siempre sobre mi cara
18
3
Opilose vuestra hermana y diole el doctor su acero; tráela de otero en otero menos honesta y más sana; diole por septiembre el mana, y vino a purgar por mayo. Allá darás, rayo, en cas de Tamayo.
21
8
Es de ingenio tan vivo y admirable, que a veces toca en puntos que suspenden, por tener no sé qué de inescrutable.
43
3
Quisiera entrar en mí, vivir conmigo, poder hacer la cruz sobre mi frente, y sin saber de amigo ni enemigo, apartado, vivir devotamente.
35
4
Hanme dicho que se atreve una dueña a decir mal, y he sabido cómo bebe continuo sobre un brial;
9
4
¿Qué es esa siniestra esfinge que no nos deja avanzar? ¿por qué venir a borrar las dichas que uno se finge? ¿por qué nuestra fe restringe y aumenta nuestra ansiedad? ¿y por qué en tan corta edad lucha enorme, duda fiera?... Primavera, Primavera, tú no dices la verdad.
14
10
Hay otra falsa, ansiosa, torpe y vieja, amiga de sonaja y morteruelo, que ni tabanco ni taberna deja;
43
3
¿Me das, pues, tu asentimiento? Consiento. ¿Complácesme de este modo? En todo. Pues te velaré hasta el día. Sí, Mejía. Páguete el cielo, Ana mía, satisfacción tan entera. Porque me juzgues sincera, consiento en todo, Mejía.
24
10
Obra con peso y medida y cogerás con decoro de las horas aquel oro que enriquece más la vida. Y contino se te acuerde de que el tiempo bien gastado, aunque parezca pasado, no se pasa ni se pierde.
4
8
Cruza callada, y son sus movimientos silenciosa armonía; suenan sus pasos, y al sonar, recuerdan del himno alado la cadencia rítmica.
40
4
Mare de mi alma, la vía yo diera por pasar esta noche de luna con mi compañera.
32
4
a los donaires suyos echó el resto con propriedades al gorrón debidas, por haberlos compuesto o descompuesto.
43
3
Ante una vidriera rota coso mi lírica ropa.
7
2
Lo que en mi costa nace, lo que me dictan olas, montañas, penas, melancolías.
30
4
Noté, al incorporarme, húmeda la almohada, y por primera vez sentí, al notarlo, de un amargo placer henchirse el alma.
40
4
De día el sol te adora y a sus rayos se duermen tus recuerdos vagarosos, te anjalbega la Luna por las noches y se despiertan.
17
4
Amigos de sus amigos, ¡qué señor para criados y parientes! ¡Qué enemigo de enemigos! ¡Qué maestro de esforzados y valientes!
39
6
preséntate un sujeto tan mortalmente herido, cual conviene, do cuanto saber tiene dé muestra, que por siglos mil resuene.
19
4
Aun aquel Hijo de Dios, para subirnos al cielo, descendió a nacer acá entre nos, y a morir en este suelo do murió.
39
6
Irá el amigo traidor Tras el amigo engañado, El semblante sin color, Como esclavo maniatado Que llevan a su señor.
26
5
mientras Pan trae el ritmo con la egregia siringa que no hay trueno que apague ni tempestad que extinga;
7
2
Ando buscando un libro Muy elocuente, Que me dicte expresíones Con que vencerle; Porque en mi estante, Solamente los tengo, Para adorarte. .
31
7
Vendrá luego una ensalada de cebollas albarranas, con mucha estopa picada y cabezuelas de ranas;
9
4
La tierra no revive, el campo sueña. Al empezar Abril está nevada la espalda del Moncayo; el caminante lleva en su bufanda envueltos cuello y boca, y los pastores pasan cubiertos con sus luengas capas.
37
6
A todos nos han cantado en una noche de juerga coplas que nos han matado...
42
3
El que eligió en el jardín el jazmín, no fue discreto, que no tiene olor perfeto si se marchita el jazmín. Mas la rosa hasta su fin, porque aun su morir se alabe, tiene olor más dulce y suave, fragancia más olorosa: luego mejor es la rosa y el jazmín menos süave.
14
10
«Siempre la he visto envuelta en pobres paños», le repliqué; «jamás la vi compuesta con adornos tan ricos y tamaños;
43
3
Haz cuenta que me morí, ingrata, cruel, inhumana. Ven acá, no seas ufana, porque me acuerdo de ti. ¿Cómo me dejas así, llorando como campana? Nos juntaremos los dos, pues mi llanto no se agota; voy llorando gota a gota para no ofender a Dios.
12
11
Sacuden al surgir las crenchas blondas Áureos velos de espaldas de alabastro Y del estanque en las revueltas ondas, Espejo de los cielos y las frondas, Es flor de luz entre el ramaje el astro.
25
5
Aquí donde, sereno, corre el Betis undoso, y en mi llanto amoroso dio al indio mar veneno, con mal acorde lira canté lo que a mi genio Febo inspira.
38
6
Con engaños, lisonjas y sutiles mentiras emponzoñas las lenguas, envenenas tus viras, hiere a quien más te sirve tu flecha cuando tiras; separas de las damas a los hombres, por iras.
8
4
¿Y aún asimismo acertaré a decirlo? ¿Saldré de tanto enredo en que me he puesto? ¿Ya que en mi cuento entré, podré seguirlo, y el término tocar que me he propuesto? Y aunque en mi empeño logre concluirlo, ¿a ti no te será nunca molesto, ¡oh caro comprador!, que con zozobra imploro en mi favor, comprar mi obra?
22
8
La pólvora y el amor marchan sobre las ciudades deslumbrando, removiendo la población de la sangre.
0
4
Vimos Paris con Thesena, e vimos Eneas e Dido; e con la fermosa Elena el su segundo marido; e más en el dolorido tormento vimos a Ero con el su buen compañero en el lago peresgido.
23
8
Pueda, asociado al último suspiro, Ser este nombre mi postrer acento... ¡Láncese el alma en su armonía envuelta Fuera del mundo!
17
4
Pa los esgrasiaos han jecho un conbento; er primerito que ayí se metiere ha e sé mi cuerpo.
32
4
¡Mira entre sáuces solitaria gruta, Templo de amores! espadañas, juneos Cubren la entrada: la tapizan dentro Pálidos lirios.
17
4
¿Eres tú la bien prendida, aunque es mejor que te llamen la que cuanto mira prende y tiene celos del aire? Si no puede tu belleza de ti misma asegurarte, ¿qué hará mi amor, Amarilis, que para tus celos baste?
21
8
En esta floresta mía, adonde no hay otras gentes, sino aquellas, mis sirvientes Qué trajo en mi compañía?... ¿Por ventura es vuestra vía Adelante, o hasta aquí?... Non receléis más de mí de alguna descortesía.
3
8
Igual parece a los eternos Dioses Quien logra verse frente a ti sentado. ¡Feliz si goza tu palabra suave, Suave tu risa!
17
4
Sobre una mesa de pintado pino melancólica luz lanza un quinqué, y un cuarto ni lujoso ni mezquino a su reflejo pálido se ve. Suenan las doce en el reloj vecino y el libro cierra que anhelante lé un hombre ya caduco, y cuenta atento de cansado reloj el golpe lento.
22
8
Arrebatado yo también, ó Malta, Por las borrascas de la suerte impía, Harto, aunque joven, de encontrar á Europa Poblada de traiciones y perfidias. Huyendo de mi patria y de la tierra, Tumba de gloria y de grandeza antigua, Que el Arno, como un huérfano el sepulcro De sus padres, con flores entapiza; Sin mas bien que mi amor, en rota nave, Del viento y mar luchando con las iras, A ti llegué ; y en tus doradas rocas Vi de mi juventud volar los diasSo. Mas no hallé, como Ñuño, en ti cadenas Ni sarracenos bárbaros : delicias, Obsequios, compasión, tiernos amigos, Alivio grato de las penas mias, Venturoso encontré. Tu ardiente suelo, Ya florido jardin por las fatigas Del diestro agricultor, tus altas torres, Que períodos de gloria testifican, Y tus buenos y honrados habitantes Bajo el dominio hallé de la mas rica, Libre, ilustrada, noble y poderosa Nación, que el sol desde el zodíaco admira. Allí me reeibisle, lú, y me honraste, O venerable anciano, que las Indias Venturosas hiciste, Hástings ilustre !.... Mas, ay! que de dolor pronto la isla Vi cubierta, y de luto. Airada muerte A su amor te robó....tremendo dia! Con el pueblo lloroso, hasta la tumba Yo acompañé lloroso tus cenizas. Woodford, Frere, Ponsonby, Zammit, Stílon, Y tú que á Sancio tan de cerca imitas, Hyzler, vuestra amistad, dulce consuelo De todos mis afanes, está viva En mi alma toda, y lo estará por siempre. Si de llegar á vos logra la dicha Esta historia^ empezada entre vosotros, Continuada del Sena en las orillas, Y que dó tendrá fin el cielo sabe; Aquestos versos de mostraros sirvan. Que el bálsamo que disteis á mis penas. Eterno vive en la memoria mia. Y tú, risueña y deliciosa roca, Asilo encantador, mansión tranquila, Tú eres la patria de mis tiernos hijos, Y podrás serlo para mí adoptiva. Ay! si el Destino inexorable y duro (Tanto rigor el cielo no permita) Me robase del todo la esperanza De hollar del Bétis la región florida, Y de aun gozar en sus frondosos bosques, Gallarda sierra y fértiles campiñas, Dulce vejez y paz , al punto al punto En ti, ó Malta, el sepulcro buscaría. Mas tornemos á Ñuño, y á su historia, Que tiene la atención de Sálas fija, Y halle gracia y disculpa mi extravío, Por efusión de una alma agradecida.
29
61
Sobre tus aras mis ofrendas pongo, Testigo el pueblo por mi voy llamado; Y, concertado con mi tono el suyo, Llámate madre.
17
4
Kid el Liliputiense ya no sobras comerá por primera vez en siglos, cuando aplaque su cavernario hambre con el condimentado dorso en guiso de su Lulú la Belle hasta la muerte, que idolatrara aún antes de la vida.
37
6
Vamos corriendo al campo que no se puede tolerar esta vida de pretendiente: que allá en la aldea, nunca faltan los hombres a sus promesas.
31
7
A la naturaleza le he debido más que el señor, el rico y potentado, pues le hizo sin sosiego delicado, y a mí con desahogo bien fornido.
10
4
Es que en el pecho han nacido, Con pensamientos de amores, Tantos sueños, tantas flores, Tanto vigor comprimido, Que al cabo en paz he vivido Con la vida que me arredra: Es que creciendo la yedra Al tronco y muro se prende, Y ¡en luz de amores enciende Tronco, arbusto, sol y piedra!
14
10
Quién dijo que, atravesando de noche por la pradera, la colina coronando, vio hasta cien almas danzando en derredor de una hoguera.
26
5
Ni faltó en pleno concejo un hidalgo de lugar que, arrugando el entrecejo, contara que un moro viejo huyó de verla pasar.
26
5
A la décima l u z logró K e r i ma De sus dolencias físicas alivio ; Despareció l a fiebre abrasadora, De sueño d i s f r u t ó dulce y t r a n q u i l o; Y poco á poco r e c o b r ó l a vida, Tornando á l a salud. Cielo benigno ! Qué vida y q u é salud ! . . . . ¿ D ó n d e las rosas De sus tersas m e j i l l a s ? . . . . ¿ d ó n d e el b r i l lo De sus radiantes o j o s ? — ¿ d e sus labios Dónde el fresco j a z m i n ? . . . . y el expresivo Fuego celeste que en su todo ardía, ¿Cómo así se a p a g ó , y es hielo frió ? — E l cáncer destructor quedó en su alma, Devorándola está furioso y vivo, Y mas y mas a h o n d á n d o s e : su mente Desarreglada, su c a r á c t e r mismo Trocado lo demuestran. Vaga idea Conserva de sus males : siempre fijo Un pensamiento solo l a domina ; Mudarra, nada mas. Sí, de comino Le tiene ante sus ojos, en m i l formas, En situaciones m i l . Y a su delirio Es á todos patente. Aunque en silencio Pasa los largos dias, sus caprichos E x t r a ñ o s , y el romper tal vez en lloro, En risadas tal vez, tal vez en gritos ; Y sus raras preguntas y ademanes Dan de su estado miserable indicios. Tansolo l a cautiva castellana Admite con placer á su servicio, Y embebida, pendiente de su labio, La escucha de su t i e r r a m i l prodigios. Milagros y fantásticas escenas, Apariciones, p r á c t i c s s y ritos, Y los bandos de L a r a y de Velázquez, Lances, batallas, muertes y amoríos. Con grande afán conserva siempre al cuello La medalla de cobre, aunque s o m b r ío Terror le inspira, sin dudar un punto, Cuán t e r r i b l e poder le es concedido. L a nodriza gimiendo, á su K e r i ma Ve en s i t u a c i ó n tan m í s e r a : su tio Con dolor la contempla; el pueblo todo Con l á s t i m a y asombro compasivo. E l mancebo Zeir, aquel amante Tan ardiente y tenaz, comienza t i b io A demostrarse, y del. e m p e ñ o cede. Que sostener con tanta fuerza quiso. Pasaba en el j a r d i n l a desdichada Continuas horas, mas su afán prolijo Por las flores tampoco ya l a anima, Y con indiferencia y ceño esquivo Muertas las ve en los vasos de alabastro, Sin tener mas consuelo que el rocío, Y por los descuidados arriates, Los tallos secos y el verdor marchito.
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57
Llega un jazmín en tanto a la pradera bella, También él a la rosa al punto que la vio; Pero él fue mas dichoso, pudo llegar hasta ella, Le declaró su pena, y al fin la rosa amó...
35
4
A Pales su viciosa cumbre debe lo que a Ceres, y aún más, su vega llana; pues si en la una granos de oro llueve, copos nieva en la otra mil de lana. De cuantos siegan oro, esquilan nieve, o en pipas guardan la exprimida grana, bien sea religión, bien amor sea, deidad, aunque sin templo, es Galatea.
22
8
siempre con vestidura rozagante se muestra en cualquier acto que se halla, cuando a su profesión es importante.
43
3
Vuela, pues, con confianza, vuela al seno paterno de aquel Dios suave y justo, toda munificencia allá en el cielo.
13
4
En esto estaba, cuando por las bellas ventanas de jazmines y de rosas (que Amor estaba, a lo que entiendo, en ellas),
43
3
Cuando baya en busca tuya, los ojitos se me sarten como granitos e ubas.
41
3
Allí arderán en tal lumbre, En fuego tan infernal, Cuanto a Dios fue pesadumbre Bajar a la podredumbre De su pecho criminal.
26
5
Esamor en la ausencia Como la sombra , Que"cuanto mas se aleja , Mas cuerpo loma. La ausencia es aire, Que apaga eifuego chico y aviva elgrande
31
7
Es la mujer,ser que adoro rindiendome ante su encanto, y es un lema sacrosanto que el el convivir valoro: tanto monta, monta tanto.
26
5
cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor.
39
7
digno sujeto será de las orejas del vulgo; popular aplauso quiero, perdónenme sus tribunos.
0
4
La fortuna, que trasmuda a todo omme sin tardanza e lo lieva do non cuda desque buelve la balanqa, quiere que faga mudanza, e tróxome donde vea este lugar, por que crea que amar es desesperanza.
23
8
Cae el agua. Y un tiempo sin contorno de insomnes labios traslúcidos de amor acaricia la umbría soledad con sus dedos de sombra y el corazón vacío tembloroso con límite en la luz y su fragancia precipita los sueños por senderos de sal: salobre soledad de la memoria la eternidad al fin todo lo vence y canta con el agua y con el agua muere.
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13
Quedar debió el sabio inquieto, Porque así yo me quedara, Si me hubiera cara a cara Con un galán esqueleto. Vuestras historias respeto; Pero pensad, Don Julián, Que si tan tétricas van, De buscar habré un conjuro, Porque ya pone en apuro Tanto hueso por galán.
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10
Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente, ronda la desierta calle. Sus zapatos de charol rompen las dalias del aire, con los dos ritmos que cantan breves lutos celestiales. En la ribera del mar no hay palma que se le iguale, ni emperador coronado ni lucero caminante. Cuando la cabeza inclina sobre su pecho de jaspe, la noche busca llanuras porque quiere arrodillarse. Las guitarras suenan solas para San Gabriel Arcángel, domador de palomillas y enemigo de los sauces. San Gabriel: El niño llora en el vientre de su madre. No olvides que los gitanos te regalaron el traje.
28
26
Con ser tanta la verdad De vuestra rara hermosura, Mayor es mi desventura, Y mayor mi soledad. De roca os hizo en verdad Vuestra buena madre el pecho: ¿Qué ley os dará derecho para prendar hombre así? Con amaros, ¡ay de mí! ¿Qué mal, señora, os he hecho?
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10
Será el zenzontle, tenor; jilguero, primer violín; y maestro director el arrogante clarín.
9
4
¡Qué hermoso es, cuando en copos la blanca nieve silenciosa cae, de las inquietas llamas ver las rojizas lenguas agitarse!
40
4
“¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde? ¡Aquí de los antaños que he vivido! La Fortuna mis tiempos ha mordido; las Horas mi locura las esconde.
10
4
SOL de la tarde, hermoso patriarca del cielo, Que la cima del monte besas como un abuelo Que va a morir: La tarde, Bella Samaritana, Te unge de aromas para resucitar mañana. Y a la sonrisa de la brisa, un laurel rosa Da como una oración su rosa más hermosa.
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6
Al verla pasar todas las margaritas enceguecieron
18
3
Y en las playas corcobiando pedazos se hacía el sotreta, mientras él por las paletas le jugaba las lloronas, y al ruido de las caronas salía haciéndose gambetas.
39
6
Zapatilla escotada para el estribo. Media rosa estirada y alamar vivo.
30
4
Estábase alegrando del mal ajeno el pecho empedernido cuando, abajo mirando, el cuerpo muerto vido del miserable amante allí tendido,
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5
Los mis amores primeros no me salieron verdaderos, sino falsos y Hsongeros, que yo quiérolos olvidar. Mis amores los de antes no me salieron leales, sino falsos y con maldades, que yo quiérolos olvidar.
21
8
Entonces, que tu culpa y tus despojos la tierra guardará, lavándote en las ondas de la muerte como en otro Jordán;
40
4
Veo mil tiempos mudados cada día y novedades, múdanse las voluntades, reviven los olvidados. En toda cosa hay mudanza y en ti no la vi jamás, y en esto solo verás cuán en balde es mi esperanza.
4
8
¡Qué alegre y desvanecido cantas, dulce ruiseñor, las venturas de tu amor olvidado de tu olvido!
27
4
Y como el granizo que hiere en linera traído del viento para traspasar, inmensas saetas de aquella manera herían los nuestros por cada lugar. Allí todas gentes cuitaban llamar "¡San Jorge!" con furia, como quien desea traer la victoria la cruda pelea, jamás no pensando poderse faltar.
2
9
Alma región luciente, prado de bienandanza, que ni al hielo ni con el rayo ardiente fallece; fértil suelo, producidor eterno de consuelo:
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5
¿Quién pensara que esos ojos algún tiempo me mirasen, que, señora, no atajasen todos los males y enojos que mis males me causasen? Mira, señora, mi suerte si ha traído buen rodeo, que si antes mi deseo me hizo morir por verte, ya muero porque te veo.
6
10
Un hambre de paz otra de carne y pan y una de flor
18
3
Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza, pues antes se consume cuanto más se le atiza; el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza, mas por naturaleza, en el mal profundiza.
8
4
Y el arroz hecho con grasa de un collar viejo, sudado, puesto por orden y tasa, para cada uno un bocado.
9
4
Un marido a otro dijo no seas loco que es un cuidado inútil y trabajoso. deja tu intento que desde que yo callo vivo contento.
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7
Los ojos se enclavaron en el tendido cuerpo que allí vieron; los huesos se tornaron más duros y crecieron y en sí toda la carne convertieron;
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5
Madrid ilustre, cuyo noble seno a España, al orbe siempre ha producido admiración y envidia en tantos héroes, cuantos numera generosos hijos. Gloria, que califican los insignes fastos que han conservado y transmitido blasones y virtudes de Gudieles, Vargas, Lujanes, Dámasos e Isidros. Hermosas damas, de este firmamento luz y esplendor, de cuyos dulces brillos aprenden lucimiento las eternas, claras antorchas de los astros fijos. Órdenes todas del feliz estado, que fuera enorme agravio distinguiros cuando os iguala la suprema dicha, de ser de tan gran Rey vasallos dignos. De Carlos, del cristiano Atlante, ilustre dechado de monarcas, cuyos píos paternales afectos serán pasmo al prolijo proceso de los siglos. Hoy, a escuchar los trágicos acentos de española Melpómene os convido; no disfrazada en peregrinos modos, pues desdeña extranjeros atavíos; vestida sí ropajes castellanos, severa sencillez y austero estilo, altas ideas, nobles pensamientos, que inspira el clima donde habéis nacido. Escuchad de Raquel la desventura copiada mal en los afectos míos, si bien llenos de obsequio y rendimiento y de un constante empeño de serviros. Prestad oído grato a sus quebrantos. ¿Mas qué teme? ¿qué duda el conseguirlo siendo hermosa, y vosotros españoles, infeliz, y vosotros compasivos?
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36
Desierto está el jardín. De su tardanza no adivino el motivo. El tiempo avanza. Duda cruel, no turbes mi reposo; empieza a vacilar mi confianza, el miedo me hace ser supersticioso.
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5
¿A quién me quejo?, que no escucha cosa, de cuantas digo quien debría escucharme. Eco sola me muestra ser piadosa;
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3
Es mi boca que muerde tu poema y suspira en silencio el teorema de columnas nocturnas en la alfombra. Entregar a tu pecho la diadema y tomar el perfume de tu sombra.
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5
Leve es la parte de la vida Que como dioses rescatan los poetas. El odio y destrucción perduran siempre Sordamente en la entraña Toda hiel sempiterna del español terrible, Que acecha lo cimero Con su piedra en la mano.
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7
Alcázares finjo más altos que montes; escalo las bóvedas de ingrávido tul asida a las ruedas de alados Faetones; ensueño quimeras; oteo horizontes de nieve, de rosa, de nácar, de azul.
25
5
Frunciendo ambas a dos cejas, encomendóla a su gente diciendo: ¡Malditas viejas que a las mozas malamente enloquecen con consejas!
26
5
Una tarde, la princesa vio una estrella aparecer; la princesa era traviesa y la quiso ir a coger.
9
4
Un aguador muy pobre De aquel convento Un jumento tenía, Que supo serlo; Pues en instintos. Hay su más y su menor Entre pollinos
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7
Delante e mi mare no me yores más, porque me anaqueran mu chunguitamente cuando tú te bas.
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4
No es de dama tan cortés Respuesta tan enojosa: Gala hacéis de donairosa, Mas lujo de crueldad es. Ved, señora, que después De haber abierto la herida, Tiene la mano homicida Deber con la caridad, Y es más bella la beldad Cuando da a un muerto la vida.
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10
Hablaban novelas y placientes cuentos, y no se olvidaban las antiguas gestas do son contenidos los avenimientos de Mares y Venus, de triunfos y fiestas; allí las batallas eran manifiestas de Troya y de Tebas, según las cantaron aquellos que Apolo se recomendaron y dieron sus plumas a fablas honestas.
2
8
¿Que necesita el amor? Ardor ¿Qué más de la misma hechura? Ternura ¿Y para ser más completo? Respeto. No será baladí el reto que sirve a cualquier edad. Para un amor de verdad: Ardor, ternura y respeto.
24
10
Con aire tal y con ardor tan vivo, que a la estatua nacían de repente en el muslo viril patas de chivo y dos cuernos de sátiro en la frente.
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4