text
stringlengths 41
14.1k
| label
int64 0
45
| n_verses
int64 2
411
|
---|---|---|
Amo la lluvia
la desearía siempre
sobre mi cara | 18 | 3 |
Opilose vuestra hermana
y diole el doctor su acero;
tráela de otero en otero
menos honesta y más sana;
diole por septiembre el mana,
y vino a purgar por mayo.
Allá darás, rayo,
en cas de Tamayo. | 21 | 8 |
Es de ingenio tan vivo y admirable,
que a veces toca en puntos que suspenden,
por tener no sé qué de inescrutable. | 43 | 3 |
Quisiera entrar en mí, vivir conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente. | 35 | 4 |
Hanme dicho que se atreve
una dueña a decir mal,
y he sabido cómo bebe
continuo sobre un brial; | 9 | 4 |
¿Qué es esa siniestra esfinge
que no nos deja avanzar?
¿por qué venir a borrar
las dichas que uno se finge?
¿por qué nuestra fe restringe
y aumenta nuestra ansiedad?
¿y por qué en tan corta edad
lucha enorme, duda fiera?...
Primavera, Primavera,
tú no dices la verdad. | 14 | 10 |
Hay otra falsa, ansiosa, torpe y vieja,
amiga de sonaja y morteruelo,
que ni tabanco ni taberna deja; | 43 | 3 |
¿Me das, pues, tu asentimiento?
Consiento.
¿Complácesme de este modo?
En todo.
Pues te velaré hasta el día.
Sí, Mejía.
Páguete el cielo, Ana mía,
satisfacción tan entera.
Porque me juzgues sincera,
consiento en todo, Mejía. | 24 | 10 |
Obra con peso y medida
y cogerás con decoro
de las horas aquel oro
que enriquece más la vida.
Y contino se te acuerde
de que el tiempo bien gastado,
aunque parezca pasado,
no se pasa ni se pierde. | 4 | 8 |
Cruza callada, y son sus movimientos
silenciosa armonía;
suenan sus pasos, y al sonar, recuerdan
del himno alado la cadencia rítmica. | 40 | 4 |
Mare de mi alma,
la vía yo diera
por pasar esta noche de luna
con mi compañera. | 32 | 4 |
a los donaires suyos echó el resto
con propriedades al gorrón debidas,
por haberlos compuesto o descompuesto. | 43 | 3 |
Ante una vidriera rota
coso mi lírica ropa. | 7 | 2 |
Lo que en mi costa nace,
lo que me dictan
olas, montañas, penas,
melancolías. | 30 | 4 |
Noté, al incorporarme,
húmeda la almohada,
y por primera vez sentí, al notarlo,
de un amargo placer henchirse el alma. | 40 | 4 |
De día el sol te adora y a sus rayos
se duermen tus recuerdos vagarosos,
te anjalbega la Luna por las noches
y se despiertan. | 17 | 4 |
Amigos de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforzados
y valientes! | 39 | 6 |
preséntate un sujeto
tan mortalmente herido, cual conviene,
do cuanto saber tiene
dé muestra, que por siglos mil resuene. | 19 | 4 |
Aun aquel Hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió
a nacer acá entre nos,
y a morir en este suelo
do murió. | 39 | 6 |
Irá el amigo traidor
Tras el amigo engañado,
El semblante sin color,
Como esclavo maniatado
Que llevan a su señor. | 26 | 5 |
mientras Pan trae el ritmo con la egregia siringa
que no hay trueno que apague ni tempestad que extinga; | 7 | 2 |
Ando buscando un libro
Muy elocuente,
Que me dicte expresíones
Con que vencerle;
Porque en mi estante,
Solamente los tengo,
Para adorarte. . | 31 | 7 |
Vendrá luego una ensalada
de cebollas albarranas,
con mucha estopa picada
y cabezuelas de ranas; | 9 | 4 |
La tierra no revive, el campo sueña.
Al empezar Abril está nevada
la espalda del Moncayo;
el caminante lleva en su bufanda
envueltos cuello y boca, y los pastores
pasan cubiertos con sus luengas capas. | 37 | 6 |
A todos nos han cantado
en una noche de juerga
coplas que nos han matado... | 42 | 3 |
El que eligió en el jardín
el jazmín, no fue discreto,
que no tiene olor perfeto
si se marchita el jazmín.
Mas la rosa hasta su fin,
porque aun su morir se alabe,
tiene olor más dulce y suave,
fragancia más olorosa:
luego mejor es la rosa
y el jazmín menos süave. | 14 | 10 |
«Siempre la he visto envuelta en pobres paños»,
le repliqué; «jamás la vi compuesta
con adornos tan ricos y tamaños; | 43 | 3 |
Haz cuenta que me morí,
ingrata, cruel, inhumana.
Ven acá, no seas ufana,
porque me acuerdo de ti.
¿Cómo me dejas así,
llorando como campana?
Nos juntaremos los dos,
pues mi llanto no se agota;
voy llorando gota a gota
para no ofender a Dios. | 12 | 11 |
Sacuden al surgir las crenchas blondas
Áureos velos de espaldas de alabastro
Y del estanque en las revueltas ondas,
Espejo de los cielos y las frondas,
Es flor de luz entre el ramaje el astro. | 25 | 5 |
Aquí donde, sereno,
corre el Betis undoso,
y en mi llanto amoroso
dio al indio mar veneno,
con mal acorde lira
canté lo que a mi genio Febo inspira. | 38 | 6 |
Con engaños, lisonjas y sutiles mentiras
emponzoñas las lenguas, envenenas tus viras,
hiere a quien más te sirve tu flecha cuando tiras;
separas de las damas a los hombres, por iras. | 8 | 4 |
¿Y aún asimismo acertaré a decirlo?
¿Saldré de tanto enredo en que me he puesto?
¿Ya que en mi cuento entré, podré seguirlo,
y el término tocar que me he propuesto?
Y aunque en mi empeño logre concluirlo,
¿a ti no te será nunca molesto,
¡oh caro comprador!, que con zozobra
imploro en mi favor, comprar mi obra? | 22 | 8 |
La pólvora y el amor
marchan sobre las ciudades
deslumbrando, removiendo
la población de la sangre. | 0 | 4 |
Vimos Paris con Thesena,
e vimos Eneas e Dido;
e con la fermosa Elena
el su segundo marido;
e más en el dolorido
tormento vimos a Ero
con el su buen compañero
en el lago peresgido. | 23 | 8 |
Pueda, asociado al último suspiro,
Ser este nombre mi postrer acento...
¡Láncese el alma en su armonía envuelta
Fuera del mundo! | 17 | 4 |
Pa los esgrasiaos
han jecho un conbento;
er primerito que ayí se metiere
ha e sé mi cuerpo. | 32 | 4 |
¡Mira entre sáuces solitaria gruta,
Templo de amores! espadañas, juneos
Cubren la entrada: la tapizan dentro
Pálidos lirios. | 17 | 4 |
¿Eres tú la bien prendida,
aunque es mejor que te llamen
la que cuanto mira prende
y tiene celos del aire?
Si no puede tu belleza
de ti misma asegurarte,
¿qué hará mi amor, Amarilis,
que para tus celos baste? | 21 | 8 |
En esta floresta mía,
adonde no hay otras gentes,
sino aquellas, mis sirvientes
Qué trajo en mi compañía?...
¿Por ventura es vuestra vía
Adelante, o hasta aquí?...
Non receléis más de mí
de alguna descortesía. | 3 | 8 |
Igual parece a los eternos Dioses
Quien logra verse frente a ti sentado.
¡Feliz si goza tu palabra suave,
Suave tu risa! | 17 | 4 |
Sobre una mesa de pintado pino
melancólica luz lanza un quinqué,
y un cuarto ni lujoso ni mezquino
a su reflejo pálido se ve.
Suenan las doce en el reloj vecino
y el libro cierra que anhelante lé
un hombre ya caduco, y cuenta atento
de cansado reloj el golpe lento. | 22 | 8 |
Arrebatado yo también, ó Malta,
Por las borrascas de la suerte impía,
Harto, aunque joven, de encontrar á Europa
Poblada de traiciones y perfidias.
Huyendo de mi patria y de la tierra,
Tumba de gloria y de grandeza antigua,
Que el Arno, como un huérfano el sepulcro
De sus padres, con flores entapiza;
Sin mas bien que mi amor, en rota nave,
Del viento y mar luchando con las iras,
A ti llegué ; y en tus doradas rocas
Vi de mi juventud volar los diasSo.
Mas no hallé, como Ñuño, en ti cadenas
Ni sarracenos bárbaros : delicias,
Obsequios, compasión, tiernos amigos,
Alivio grato de las penas mias,
Venturoso encontré. Tu ardiente suelo,
Ya florido jardin por las fatigas
Del diestro agricultor, tus altas torres,
Que períodos de gloria testifican,
Y tus buenos y honrados habitantes
Bajo el dominio hallé de la mas rica,
Libre, ilustrada, noble y poderosa
Nación, que el sol desde el zodíaco admira.
Allí me reeibisle, lú, y me honraste,
O venerable anciano, que las Indias
Venturosas hiciste, Hástings ilustre !....
Mas, ay! que de dolor pronto la isla
Vi cubierta, y de luto. Airada muerte
A su amor te robó....tremendo dia!
Con el pueblo lloroso, hasta la tumba
Yo acompañé lloroso tus cenizas.
Woodford, Frere, Ponsonby, Zammit, Stílon,
Y tú que á Sancio tan de cerca imitas,
Hyzler, vuestra amistad, dulce consuelo
De todos mis afanes, está viva
En mi alma toda, y lo estará por siempre.
Si de llegar á vos logra la dicha
Esta historia^ empezada entre vosotros,
Continuada del Sena en las orillas,
Y que dó tendrá fin el cielo sabe;
Aquestos versos de mostraros sirvan.
Que el bálsamo que disteis á mis penas.
Eterno vive en la memoria mia.
Y tú, risueña y deliciosa roca,
Asilo encantador, mansión tranquila,
Tú eres la patria de mis tiernos hijos,
Y podrás serlo para mí adoptiva.
Ay! si el Destino inexorable y duro
(Tanto rigor el cielo no permita)
Me robase del todo la esperanza
De hollar del Bétis la región florida,
Y de aun gozar en sus frondosos bosques,
Gallarda sierra y fértiles campiñas,
Dulce vejez y paz , al punto al punto
En ti, ó Malta, el sepulcro buscaría.
Mas tornemos á Ñuño, y á su historia,
Que tiene la atención de Sálas fija,
Y halle gracia y disculpa mi extravío,
Por efusión de una alma agradecida. | 29 | 61 |
Sobre tus aras mis ofrendas pongo,
Testigo el pueblo por mi voy llamado;
Y, concertado con mi tono el suyo,
Llámate madre. | 17 | 4 |
Kid el Liliputiense ya no sobras
comerá por primera vez en siglos,
cuando aplaque su cavernario hambre
con el condimentado dorso en guiso
de su Lulú la Belle hasta la muerte,
que idolatrara aún antes de la vida. | 37 | 6 |
Vamos corriendo al campo
que no se puede
tolerar esta vida
de pretendiente:
que allá en la aldea,
nunca faltan los hombres
a sus promesas. | 31 | 7 |
A la naturaleza le he debido
más que el señor, el rico y potentado,
pues le hizo sin sosiego delicado,
y a mí con desahogo bien fornido. | 10 | 4 |
Es que en el pecho han nacido,
Con pensamientos de amores,
Tantos sueños, tantas flores,
Tanto vigor comprimido,
Que al cabo en paz he vivido
Con la vida que me arredra:
Es que creciendo la yedra
Al tronco y muro se prende,
Y ¡en luz de amores enciende
Tronco, arbusto, sol y piedra! | 14 | 10 |
Quién dijo que, atravesando
de noche por la pradera,
la colina coronando,
vio hasta cien almas danzando
en derredor de una hoguera. | 26 | 5 |
Ni faltó en pleno concejo
un hidalgo de lugar
que, arrugando el entrecejo,
contara que un moro viejo
huyó de verla pasar. | 26 | 5 |
A la décima l u z logró K e r i ma
De sus dolencias físicas alivio ;
Despareció l a fiebre abrasadora,
De sueño d i s f r u t ó dulce y t r a n q u i l o;
Y poco á poco r e c o b r ó l a vida,
Tornando á l a salud. Cielo benigno !
Qué vida y q u é salud ! . . . . ¿ D ó n d e las rosas
De sus tersas m e j i l l a s ? . . . . ¿ d ó n d e el b r i l lo
De sus radiantes o j o s ? — ¿ d e sus labios
Dónde el fresco j a z m i n ? . . . . y el expresivo
Fuego celeste que en su todo ardía,
¿Cómo así se a p a g ó , y es hielo frió ? —
E l cáncer destructor quedó en su alma,
Devorándola está furioso y vivo,
Y mas y mas a h o n d á n d o s e : su mente
Desarreglada, su c a r á c t e r mismo
Trocado lo demuestran. Vaga idea
Conserva de sus males : siempre fijo
Un pensamiento solo l a domina ;
Mudarra, nada mas. Sí, de comino
Le tiene ante sus ojos, en m i l formas,
En situaciones m i l . Y a su delirio
Es á todos patente. Aunque en silencio
Pasa los largos dias, sus caprichos
E x t r a ñ o s , y el romper tal vez en lloro,
En risadas tal vez, tal vez en gritos ;
Y sus raras preguntas y ademanes
Dan de su estado miserable indicios.
Tansolo l a cautiva castellana
Admite con placer á su servicio,
Y embebida, pendiente de su labio,
La escucha de su t i e r r a m i l prodigios.
Milagros y fantásticas escenas,
Apariciones, p r á c t i c s s y ritos,
Y los bandos de L a r a y de Velázquez,
Lances, batallas, muertes y amoríos.
Con grande afán conserva siempre al cuello
La medalla de cobre, aunque s o m b r ío
Terror le inspira, sin dudar un punto,
Cuán t e r r i b l e poder le es concedido.
L a nodriza gimiendo, á su K e r i ma
Ve en s i t u a c i ó n tan m í s e r a : su tio
Con dolor la contempla; el pueblo todo
Con l á s t i m a y asombro compasivo.
E l mancebo Zeir, aquel amante
Tan ardiente y tenaz, comienza t i b io
A demostrarse, y del. e m p e ñ o cede.
Que sostener con tanta fuerza quiso.
Pasaba en el j a r d i n l a desdichada
Continuas horas, mas su afán prolijo
Por las flores tampoco ya l a anima,
Y con indiferencia y ceño esquivo
Muertas las ve en los vasos de alabastro,
Sin tener mas consuelo que el rocío,
Y por los descuidados arriates,
Los tallos secos y el verdor marchito. | 29 | 57 |
Llega un jazmín en tanto a la pradera bella,
También él a la rosa al punto que la vio;
Pero él fue mas dichoso, pudo llegar hasta ella,
Le declaró su pena, y al fin la rosa amó... | 35 | 4 |
A Pales su viciosa cumbre debe
lo que a Ceres, y aún más, su vega llana;
pues si en la una granos de oro llueve,
copos nieva en la otra mil de lana.
De cuantos siegan oro, esquilan nieve,
o en pipas guardan la exprimida grana,
bien sea religión, bien amor sea,
deidad, aunque sin templo, es Galatea. | 22 | 8 |
siempre con vestidura rozagante
se muestra en cualquier acto que se halla,
cuando a su profesión es importante. | 43 | 3 |
Vuela, pues, con confianza,
vuela al seno paterno
de aquel Dios suave y justo,
toda munificencia allá en el cielo. | 13 | 4 |
En esto estaba, cuando por las bellas
ventanas de jazmines y de rosas
(que Amor estaba, a lo que entiendo, en ellas), | 43 | 3 |
Cuando baya en busca tuya,
los ojitos se me sarten
como granitos e ubas. | 41 | 3 |
Allí arderán en tal lumbre,
En fuego tan infernal,
Cuanto a Dios fue pesadumbre
Bajar a la podredumbre
De su pecho criminal. | 26 | 5 |
Esamor en la ausencia
Como la sombra ,
Que"cuanto mas se aleja ,
Mas cuerpo loma.
La ausencia es aire,
Que apaga eifuego chico
y aviva elgrande | 31 | 7 |
Es la mujer,ser que adoro
rindiendome ante su encanto,
y es un lema sacrosanto
que el el convivir valoro:
tanto monta, monta tanto. | 26 | 5 |
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor. | 39 | 7 |
digno sujeto será
de las orejas del vulgo;
popular aplauso quiero,
perdónenme sus tribunos. | 0 | 4 |
La fortuna, que trasmuda
a todo omme sin tardanza
e lo lieva do non cuda
desque buelve la balanqa,
quiere que faga mudanza,
e tróxome donde vea
este lugar, por que crea
que amar es desesperanza. | 23 | 8 |
Cae el agua. Y un tiempo sin contorno
de insomnes labios traslúcidos de amor
acaricia la umbría soledad
con sus dedos de sombra
y el corazón vacío
tembloroso
con límite en la luz y su fragancia
precipita los sueños
por senderos de sal:
salobre soledad de la memoria
la eternidad al fin todo lo vence
y canta con el agua
y con el agua muere. | 45 | 13 |
Quedar debió el sabio inquieto,
Porque así yo me quedara,
Si me hubiera cara a cara
Con un galán esqueleto.
Vuestras historias respeto;
Pero pensad, Don Julián,
Que si tan tétricas van,
De buscar habré un conjuro,
Porque ya pone en apuro
Tanto hueso por galán. | 14 | 10 |
Un bello niño de junco,
anchos hombros, fino talle
piel de nocturna manzana,
boca triste y ojos grandes,
nervio de plata caliente,
ronda la desierta calle.
Sus zapatos de charol
rompen las dalias del aire,
con los dos ritmos que cantan
breves lutos celestiales.
En la ribera del mar
no hay palma que se le iguale,
ni emperador coronado
ni lucero caminante.
Cuando la cabeza inclina
sobre su pecho de jaspe,
la noche busca llanuras
porque quiere arrodillarse.
Las guitarras suenan solas
para San Gabriel Arcángel,
domador de palomillas
y enemigo de los sauces.
San Gabriel: El niño llora
en el vientre de su madre.
No olvides que los gitanos
te regalaron el traje. | 28 | 26 |
Con ser tanta la verdad
De vuestra rara hermosura,
Mayor es mi desventura,
Y mayor mi soledad.
De roca os hizo en verdad
Vuestra buena madre el pecho:
¿Qué ley os dará derecho
para prendar hombre así?
Con amaros, ¡ay de mí!
¿Qué mal, señora, os he hecho? | 14 | 10 |
Será el zenzontle, tenor;
jilguero, primer violín;
y maestro director
el arrogante clarín. | 9 | 4 |
¡Qué hermoso es, cuando en copos
la blanca nieve silenciosa cae,
de las inquietas llamas
ver las rojizas lenguas agitarse! | 40 | 4 |
“¡Ah de la vida!”… ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde. | 10 | 4 |
SOL de la tarde, hermoso patriarca del cielo,
Que la cima del monte besas como un abuelo
Que va a morir: La tarde, Bella Samaritana,
Te unge de aromas para resucitar mañana.
Y a la sonrisa de la brisa, un laurel rosa
Da como una oración su rosa más hermosa. | 37 | 6 |
Al verla pasar
todas las margaritas
enceguecieron | 18 | 3 |
Y en las playas corcobiando
pedazos se hacía el sotreta,
mientras él por las paletas
le jugaba las lloronas,
y al ruido de las caronas
salía haciéndose gambetas. | 39 | 6 |
Zapatilla escotada
para el estribo.
Media rosa estirada
y alamar vivo. | 30 | 4 |
Estábase alegrando
del mal ajeno el pecho empedernido
cuando, abajo mirando,
el cuerpo muerto vido
del miserable amante allí tendido, | 19 | 5 |
Los mis amores primeros
no me salieron verdaderos,
sino falsos y Hsongeros,
que yo quiérolos olvidar.
Mis amores los de antes
no me salieron leales,
sino falsos y con maldades,
que yo quiérolos olvidar. | 21 | 8 |
Entonces, que tu culpa y tus despojos
la tierra guardará,
lavándote en las ondas de la muerte
como en otro Jordán; | 40 | 4 |
Veo mil tiempos mudados
cada día y novedades,
múdanse las voluntades,
reviven los olvidados.
En toda cosa hay mudanza
y en ti no la vi jamás,
y en esto solo verás
cuán en balde es mi esperanza. | 4 | 8 |
¡Qué alegre y desvanecido
cantas, dulce ruiseñor,
las venturas de tu amor
olvidado de tu olvido! | 27 | 4 |
Y como el granizo que hiere en linera
traído del viento para traspasar,
inmensas saetas de aquella manera
herían los nuestros por cada lugar.
Allí todas gentes cuitaban llamar
"¡San Jorge!" con furia, como quien desea
traer la victoria la cruda pelea,
jamás no pensando poderse faltar. | 2 | 9 |
Alma región luciente,
prado de bienandanza, que ni al hielo
ni con el rayo ardiente
fallece; fértil suelo,
producidor eterno de consuelo: | 19 | 5 |
¿Quién pensara que esos ojos
algún tiempo me mirasen,
que, señora, no atajasen
todos los males y enojos
que mis males me causasen?
Mira, señora, mi suerte
si ha traído buen rodeo,
que si antes mi deseo
me hizo morir por verte,
ya muero porque te veo. | 6 | 10 |
Un hambre de paz
otra de carne y pan
y una de flor | 18 | 3 |
Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza, en el mal profundiza. | 8 | 4 |
Y el arroz hecho con grasa
de un collar viejo, sudado,
puesto por orden y tasa,
para cada uno un bocado. | 9 | 4 |
Un marido a otro dijo
no seas loco
que es un cuidado inútil
y trabajoso.
deja tu intento
que desde que yo callo
vivo contento. | 31 | 7 |
Los ojos se enclavaron
en el tendido cuerpo que allí vieron;
los huesos se tornaron
más duros y crecieron
y en sí toda la carne convertieron; | 19 | 5 |
Madrid ilustre, cuyo noble seno
a España, al orbe siempre ha producido
admiración y envidia en tantos héroes,
cuantos numera generosos hijos.
Gloria, que califican los insignes
fastos que han conservado y transmitido
blasones y virtudes de Gudieles,
Vargas, Lujanes, Dámasos e Isidros.
Hermosas damas, de este firmamento
luz y esplendor, de cuyos dulces brillos
aprenden lucimiento las eternas,
claras antorchas de los astros fijos.
Órdenes todas del feliz estado,
que fuera enorme agravio distinguiros
cuando os iguala la suprema dicha,
de ser de tan gran Rey vasallos dignos.
De Carlos, del cristiano Atlante, ilustre
dechado de monarcas, cuyos píos
paternales afectos serán pasmo
al prolijo proceso de los siglos.
Hoy, a escuchar los trágicos acentos
de española Melpómene os convido;
no disfrazada en peregrinos modos,
pues desdeña extranjeros atavíos;
vestida sí ropajes castellanos,
severa sencillez y austero estilo,
altas ideas, nobles pensamientos,
que inspira el clima donde habéis nacido.
Escuchad de Raquel la desventura
copiada mal en los afectos míos,
si bien llenos de obsequio y rendimiento
y de un constante empeño de serviros.
Prestad oído grato a sus quebrantos.
¿Mas qué teme? ¿qué duda el conseguirlo
siendo hermosa, y vosotros españoles,
infeliz, y vosotros compasivos? | 29 | 36 |
Desierto está el jardín. De su tardanza
no adivino el motivo. El tiempo avanza.
Duda cruel, no turbes mi reposo;
empieza a vacilar mi confianza,
el miedo me hace ser supersticioso. | 25 | 5 |
¿A quién me quejo?, que no escucha cosa,
de cuantas digo quien debría escucharme.
Eco sola me muestra ser piadosa; | 43 | 3 |
Es mi boca que muerde tu poema
y suspira en silencio el teorema
de columnas nocturnas en la alfombra.
Entregar a tu pecho la diadema
y tomar el perfume de tu sombra. | 25 | 5 |
Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano. | 33 | 7 |
Alcázares finjo más altos que montes;
escalo las bóvedas de ingrávido tul
asida a las ruedas de alados Faetones;
ensueño quimeras; oteo horizontes
de nieve, de rosa, de nácar, de azul. | 25 | 5 |
Frunciendo ambas a dos cejas,
encomendóla a su gente
diciendo: ¡Malditas viejas
que a las mozas malamente
enloquecen con consejas! | 26 | 5 |
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger. | 9 | 4 |
Un aguador muy pobre
De aquel convento
Un jumento tenía,
Que supo serlo;
Pues en instintos.
Hay su más y su menor
Entre pollinos | 31 | 7 |
Delante e mi mare
no me yores más,
porque me anaqueran mu chunguitamente
cuando tú te bas. | 32 | 4 |
No es de dama tan cortés
Respuesta tan enojosa:
Gala hacéis de donairosa,
Mas lujo de crueldad es.
Ved, señora, que después
De haber abierto la herida,
Tiene la mano homicida
Deber con la caridad,
Y es más bella la beldad
Cuando da a un muerto la vida. | 14 | 10 |
Hablaban novelas y placientes cuentos,
y no se olvidaban las antiguas gestas
do son contenidos los avenimientos
de Mares y Venus, de triunfos y fiestas;
allí las batallas eran manifiestas
de Troya y de Tebas, según las cantaron
aquellos que Apolo se recomendaron
y dieron sus plumas a fablas honestas. | 2 | 8 |
¿Que necesita el amor?
Ardor
¿Qué más de la misma hechura?
Ternura
¿Y para ser más completo?
Respeto.
No será baladí el reto
que sirve a cualquier edad.
Para un amor de verdad:
Ardor, ternura y respeto. | 24 | 10 |
Con aire tal y con ardor tan vivo,
que a la estatua nacían de repente
en el muslo viril patas de chivo
y dos cuernos de sátiro en la frente. | 35 | 4 |