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1943-12-01 | Declaraciones del coronel Perón luego haber sido designado secretario de Trabajo y Previsión | Los patrones, los obreros y el Estado constituyen las partes de todo problema social, y quienes lo resuelvan tendrán el mérito de impedir la intromisión en las cuestiones gremiales de la especulación política o del confusionismo organizado. Dentro de esta orientación, lealmente practicada, cimentaré la fe en el sentimiento de los trabajadores del país, que entienden y reclaman, estoy seguro, esta directiva oficial en materia obrera, a fin de lograr los beneficios de orden material que emanan de esta política honorable y, desgraciadamente, tan olvidada. La importancia que implica la creación del nuevo organismo está condensada en este juicio: el Estado argentino intensifica el cumplimiento de su deber social. Todo conflicto que separe y suspenda la actividad industrial o comercial repercute hondamente en la economía pública y privada y destruye, además, el equilibrio de la armonía social, tan necesaria a todo proceso de evolución progresista. En este sentido, el Estado no puede continuar siendo un espectador estático e irresoluto, toda vez que esa actitud corrompe la disciplina y el orden que es necesario sustentar para que los sillares de nuestra nacionalidad constituyan los verdaderos factores de nuestra expansión económica. De manera, entonces, que hay que interpretar la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión como un organismo que sale del cauce actual de la vida argentina para afrontar, decididamente, la solución de los problemas que plantea esta época de evolución y cultura de las masas a las que hay que servir con una distribución equitativa de los bienes de la tierra y el trabajo. Los fundamentos esenciales de su estructura constitutiva serán los que emanen de una perfecta organización sindical y profesional al servicio del Estado y de los bien entendidos intereses de la familia argentina. Las empresas podrán delinear en lo sucesivo sus previsiones para desarrollar sus futuras actividades, con la garantía de que habrán de obtener el reconocimiento del Estado si las retribuciones y trato dispensado al personal mantienen las reglas sanas de convivencia humana, inspiradas en el mejoramiento de la economía general y el engrandecimiento del país. Por su parte, los trabajadores estarán garantizados por las normas de labor a establecerse con la enunciación de los derechos y deberes de cada cual y la exigencia de las autoridades del nuevo organismo en el sentido de un mayor celo en sus actividades y la sanción inflexible en el incumplimiento del deber. En tal sentido, habrá exigencias por igual para el disfrute de los derechos y la fiel observancia de las obligaciones. La oportunidad de las reformas estarán inspiradas por un fin social superior, no debiendo incurrirse en el error de fijar un programa de realizaciones inmediatas. La revisión de los textos legales vigentes, ordenada por el decreto de creación de la Secretaría, exige que sean propulsadas las medidas de carácter social en forma de que encarnen el anhelo de la gran mayoría de los hombres de trabajo, obreros y patronos. Es impropio destacar la codificación del Derecho del Trabajo, precisamente cuando se ha producido el tránsito entre abstencionismo de Estado que termina y el comienzo de la futura acción estatal. Numerosas leyes del trabajo actualmente en vigencia no son ciertamente incontrovertibles; varias acusan fallas técnicas tan fundamentales que los beneficios para los obreros han desaparecido a poco de su sanción parlamentaria. Lo que al respecto haga la nueva organización no será considerado únicamente en vista del contenido de una ley o del principio doctrinario tomado en abstracto, sino teniendo en cuenta uno y otro, como elementos que integran la realidad mutable de cada instante. En mérito a ello, se formará junto al mecanismo técnico- administrativo que forma el instrumento peculiar del Estado encargado del estudio y solución de los problemas de carácter social, un Consejo Superior de Trabajo y Previsión integrado por representaciones adecuadas de los diversos sectores que forman parte de diferentes aspectos de la obra de producción, transformación y distribución. En esta forma, las realizaciones del derecho no serán trazadas tan sólo en los laboratorios oficiales, sino que, utilizando el ya abundante material de observación que ha sido acumulado durante varios años, serán justipreciadas y afianzadas por la acción desplegada por dicho organismo de consulta, que en su periódica actuación sedimentará un arsenal de experiencias que habrán de facilitar grandemente la normalización de las relaciones jurídicas latentes en cada momento de nuestra historia entre el capital y el trabajo. ............. |
1943-12-02 | Al asumir el cargo de secretario de Trabajo y Previsión : | Excelentísimo señor presidente: Es para mí un insigne honor que os hayáis dignado ponerme en posesión personal del cargo de la secretaría de Trabajo y Previsión, que representa un jalón que se clava en la hora constructiva inspirada en la Revolución del 4 de junio. Ello, señor presidente, obliga particularmente mi gratitud y aviva mi entusiasmo, para colaborar en la obra que habéis inspirado y que fecundamente habéis realizado. Podéis estar persuadido, Excelentísimo señor, que si nunca he desmayado en las tareas de mi obligación, las redoblaré ahora aún más y llegaré hasta el límite de la resistencia humana, si ello es preciso, para cumplir en la mejor forma con el alto honor que me habéis dispensado. ..................................... |
1943-12-02 | Discurso luego de asumir el cargo de secretario de Trabajo y Previsión | En el tiempo que estuve al frente del ex Departamento Nacional de Trabajo, he podido encarar y ahondar objetivamente en los problemas gremiales. De ellos, los que se han resuelto, lo han sido por acuerdos directos entre patronos y obreros.
Para saldar la gran deuda que todavía tenemos con las masas sufridas y virtuosas, hemos de apelar a la unión de todos los argentinos de buena voluntad, para que en reuniones de hermanos consigamos que en nuestra tierra no haya nadie que tenga que quejarse con fundamento de la avaricia ajena.
Los patrones, los obreros y el Estado constituyen las partes de todo problema social. Ellos y no otros, han de ser quienes los resuelvan, evitando la inútil y suicida destrucción de valores y energías.
La unidad y compenetración de propósitos de estas tres partes, deberán ser la base de acción para luchar contra los verdaderos enemigos sociales, representados por la mala política, las ideologías extrañas, sean cuales fueren, los falsos apóstoles que se introducen en el gremialismo para medrar con el engaño y la traición a las masas, y las fuerzas ocultas de perturbación del campo político internacional.
No soy hombre de sofismas y de soluciones a medias. Empeñado en esta tarea, no desmayaré en mi afán, ni ocultaré las armas con las que combatiré en todos los terrenos, con la decisión más absoluta, sin pensar si ellos o yo hemos de caer definitivamente en esos campos.
Sembraré esta simiente en el fértil campo de los trabajadores de mi tierra, que, estoy persuadido, entienden y comparten mi verdad, con esa extraordinaria intuición que poseen las masas cuando se les guía con lealtad y honradez.
Ellos serán mis hombres; y cuando yo caiga en esa lucha en que voluntariamente me enrolo, estoy seguro que otro hombre más joven y mejor dotado, tomará de mis manos la bandera y la llevará al triunfo. Para un soldado, nada hay más grato que quemarse en la llama épica y sagrada para alumbrar el camino de la victoria.
Al defender a los que sufren y trabajan para plasmar y modelar la grandeza de la Nación, defiendo a la patria, en cumplimiento de un juramento en que empeñé mi vida. Y la vida es poco cuando es menester ofrendarla en el altar de la patria.
El Estado argentino intensifica el cumplimiento de su deber social. Así concreto mi juicio sobre la trascendencia de la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Simple espectador, como he sido, en mi vida de soldado, de la evolución de la economía nacional y de las relaciones entre patrones y trabajadores, nunca he podido avenirme a la idea, tan corriente, de que los problemas que tal relación origina, sean materia privativa de las partes directamente interesadas. A mi juicio, cualquier anormalidad, surgida en el más ínfimo taller y en la más oscura oficina, repercute directamente en la economía general del país y en la cultura de sus habitantes, en la economía, porque altera los precios de las cosas que todos necesitamos para vivir; en la cultura, porque el concepto que presida la disciplina interna de los lugares del trabajo, depende en mayor o menor grado, el respeto mutuo y las mejores o peores formas de convivencia social.
El trabajo, después del hogar y la escuela, es un insustituible moldeador del carácter de los individuos y según sean éstos, así serán los hábitos y costumbres colectivos, forjadores inseparables de la tradición nacional.
Por tener muy firme esta convicción, he lamentado la despreocupación, la indiferencia y el abandono en que los hombres de gobierno, por escrúpulos formalistas repudiados por el propio pueblo, prefirieran adoptar una actitud negativa o expectante ante la crisis y convulsiones ideológicas, económicas y sentimentales que han sufrido cuantos elementos intervienen en la vida de relación que el trabajo engendra.
El Estado manteníase alejado de la población trabajadora. No regulaba las actividades sociales como era su deber, sólo tomaba contacto en forma aislada cuando el temor de ver turbado el orden aparente de la calle, le obligaba a descender de la torre de marfil de su abstencionismo suicida. No advertían los gobernantes de que la indiferencia adoptada ante las contiendas sociales, facilitaba la propagación de esta rebeldía, porque era precisamente el olvido de los deberes patronales, que libres de la tutela estatal, sometían a los trabajadores a la única ley de su conveniencia.
Los obreros, por su parte, al lograr el predominio de las agrupaciones sindicales, enfrentaban a la propia autoridad del Estado, pretendiendo disputar el poder político.
El progreso social ha llevado a todos los países cultos, a suavizar el choque de intereses y convertir en medidas permanentes de justicia, las relaciones que antes quedaban libradas al azar de las circunstancias, provocando conflictos entre el capital y el trabajo.
La táctica del Estado abstencionista era encontrarse frente a ciudadanos aislados, desamparados y económicamente débiles, con el fin de pulverizar las fuerzas productoras y conseguir, por contraste, un poder arrollador. La contrapartida fue el sindicalismo anárquico, simple sociedad de resistencia, sin otra finalidad que la de oponer a la intransigencia patronal y a la indeferencia del Estado, una concentración de odios y resentimientos.
La carencia de una orientación inteligente de la política social, la falta de organización de las profesiones, y la ausencia de un ideal colectivo superior, que reconfortara los espíritus y los templara para una acción esencialmente constructiva y profundamente patriótica, ha retrasado el momento en que las asociaciones profesionales estuviesen en condiciones de gravitar en la regulación de las condiciones de trabajo y de la vida de los trabajadores.
El ideal de un Estado no puede ser la carencia de asociaciones. Casi afirmaría que es todo lo contrario. Lo que sucede, es que únicamente pueden ser eficaces, fructíferas y beneficiosas las asociaciones cuando, además de un arraigado amor a la patria y un respeto inquebrantable a la ley, vivan organizadas de tal manera que constituyan verdaderos agentes de enlace que lleven al Estado las inquietudes del más lejano de sus afiliados y hagan llegar a éste, las inspiraciones de aquél.
La organización sindical llegará a ser indestructible cuando las voluntades humanas se encaminen al bien y a la justicia, con un sentido a la vez colectivo y patriótico. Y para alcanzar las ventajas que la sindicación trae aparejadas, las asociaciones profesionales deben sujetarse a uno de los imperativos categóricos de nuestra época: el imperativo de la organización.
La vida civilizada, en general, y la económica, en particular, del mismo modo que la propia vida humana, se extinguen cuando falla la organización de las células que la componen. Por ello, siempre he creído que se debe impulsar el espíritu de asociación profesional y estimular la formación de cuantas entidades profesionales conscientes de sus deberes y anhelantes de sus justas reivindicaciones se organicen, de tal manera que se erijan en colaboradores de toda acción encaminada a extender la justicia y prestigiar los símbolos de la nacionalidad, levantándolos por encima de las pugnas ideológicas o políticas.
Pero no perderemos el tiempo que media entre el momento actual y el del florecimiento de organizaciones de este tipo constructivo. La realidad golpea las puertas y exhibe las cuestiones candentes que deben ser inmediatamente dilucidadas. Los problemas que sean consecuencia natural de los hechos sociales serán estudiados y recibirán la rápida solución que justicieramente merezcan.
Con la creación de la Secretaría de Trabajo y Previsión se inicia la era de la política social argentina. Atrás quedará para siempre la época de la inestabilidad y del desorden en que estaban sumidas las relaciones entre patrones y trabajadores. De ahora en adelante, las empresas podrán trazar sus previsiones para el futuro desarrollo de sus actividades, tendrán la garantía de que si las retribuciones y el trato que otorgan al personal concuerdan con las sanas reglas de convivencia humana, no habrán de encontrar, por parte del Estado, sino el reconocimiento de su esfuerzo en pro del mejoramiento y de la economía general y consiguiente engrandecimiento del país.
Los obreros, por su parte, tendrán la garantía de que las normas de trabajo que se establezcan, enumerando los derechos y deberes de cada cual, habrán de ser exigidas por las autoridades del trabajo con el mayor celo, y sancionado con inflexibilidad su incumplimiento. Unos y otros deberán persuadirse de que ni la astucia ni la violencia podrán ejercitarse en la vida del trabajo, porque una voluntad inquebrantable exigirá por igual el disfrute de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones.
La prosecución de un fin social superior señalará el camino y la oportunidad de las reformas. No debemos incurrir en el error de fijar un programa de realizaciones inmediatas. En este importante y delicado aspecto, el decreto que crea la Secretaría de Trabajo y Previsión ofrece una magnífica muestra de sobriedad, pues, al tiempo que ordena la revisión de los textos legales vigentes, exige que sean propulsadas las medidas de orden social que constituyen el anhelo de la casi totalidad de los hombres de trabajo, obreros y patrones.
No voy, pues, a perfilar las características que ha de tener tal o cual realización jurídica, ni condicionar la otorgación de una determinada reivindicación social a la concurrencia de determinados requisitos. Por encima de preceptos casuísticos, que la misma realidad puede tornar caducos el día de mañana, está la declaración de los altísimos principios de colaboración social, con objeto de robustecer los vínculos de solidaridad humana, incrementar el progreso de la economía nacional, fomentar el acceso a la propiedad privada, acrecer la producción en todas sus manifestaciones y defender al trabajador, mejorando sus condiciones de trabajo y de vida. Estas son las finalidades a que debemos aspirar. El tiempo, las circunstancias y la conducta de cada cual nos indicarán el momento y el rumbo de las determinaciones.
La experiencia de la vida diaria nos conducirá por las sendas menos peligrosas, al logro de cada mejora en la vida de la relación entre el Estado, patrones y obreros. Mejora que, naturalmente, no deberá ser siempre a expensas del patrón, sino que bien puede orientarse hacia la adopción de adecuadas medidas de orden técnico que eviten la dispersión de esfuerzos, aumenten el rendimiento, mejoren precios y salarios, y establezcan un cordial entendimiento entre ambos factores de la producción y entre éstos y el Estado, de modo que no sólo se restaure el orden social en la calle y el taller, sino en el fuero íntimo de las conciencias.
Sería impropio anunciar la codificación del Derecho del Trabajo en el preciso instante de producirse el tránsito entre el abstencionismo del Estado, que fenece, y la futura acción estatal, que comienza.
Muchas de las leyes de trabajo vigentes no son ciertamente incontrovertidas; algunas adolecen de fallas técnicas de tal naturaleza, que los beneficios han desaparecido de la vista del trabajador, al tiempo que se extinguían los ecos de su alumbramiento parlamentario.
Eso no debe repetirse. Las declaraciones de derecho sustantivo deben ser tan claras que no quepa duda de su alcance; y si a pesar de las adecuadas previsiones, surge la duda, la acción del Estado ha de ser tan rápida, y la solución tan eficaz, que ni un solo trabajador sienta la congoja de creerse preterido en cuanto le corresponda en justicia.
Florecen pues las mejoras al compás de las necesidades y de las posibilidades que la hora actual permita. Esto no quiere decir, sin embargo, que se dilatarán las soluciones a los problemas impostergables, pero la impostergabilidad de los problemas no será un criterio particular que las partes impongan al Estado, sino por el contrario: por decisión de la autoridad una vez consultadas las verdaderas necesidades de todos los interesados en la cuestión particular de que se trate.
Debe insistirse en esta afirmación. Las altas decisiones sobre el rumbo social a seguir que adopte la autoridad laboral, no serán tomadas tan sólo en vista del texto de una ley o del principio doctrinario tratado en abstracto, sino considerando uno y otro como elementos integrantes de la mutable realidad de cada momento. Por esto, junto al mecanismo técnico- administrativo, que constituye el instrumento peculiar del Estado para estudio y solución de los problemas sociales, se halla un Consejo Superior de Trabajo y Previsión que se integrará con representaciones adecuadas de los distintos sectores que intervienen en la obra de la producción, transformación y distribución en sus múltiples aspectos y facetas. De este modo, las realizaciones del derecho no serán preparadas tan sólo en los laboratorios oficiales, sino que, aprovechando el ya cuantioso material de estudios que han acumulado a través de los años, serán valoradas y afianzadas por la labor llevada a cabo por dicho organismo consultivo que, en su periódica actuación, sedimentará un acervo de experiencias que facilitará grandemente la normalización de las relaciones jurídicas existentes entre el capital y el trabajo, en cada momento de nuestra historia.
Nada más, por hoy. Pero en breve volveré' a ponerme en contacto con el pueblo para hacerle partícipe constante de las inquietudes del Poder Ejecutivo, que serán siempre reflejo de sus anhelos de mejoramiento individual y progreso de la comunidad nacional.
En el camino de la grandeza de la patria, el Estado ha de contar con el fervor y la adhesión de todos los hombres de trabajo que anhelen el bien supremo del país. ......................................... |
1944-01-16 | Mensaje para informar sobre las tareas para ayudar a las víctimas del terremoto de San Juan | Nos dirigimos a todo el pueblo de la patria, en nombre del Excelentísimo señor presidente de la Nación, en esta hora trágica para el país, al pueblo argentino, para hacerle conocer la grave situación que aflige al pueblo de San Juan.
El violento sismo que sacudió anoche esa provincia cuyana ha sembrado de desolación y llevado la desgracia a miles de familias, enlutando a sus hogares.
Los organismos nacionales, y en primer término el Ejército, han tomado ya todas las providencias para llevar el auxilio inmediato. Se hace necesaria la colaboración generosa del pueblo argentino, que reclamo en este momento; y descuento se concretará de inmediato en todos los ámbitos del país. En la Secretaría de Trabajo y Previsión, a mi cargo, están abiertas las puertas para recibir a quienes, de una u otra forma, quieran hacerse presentes en esta cruzada en alivio del dolor argentino.
La Secretaría de Trabajo y Previsión convoca para el día lunes a todas las personas dirigentes o representantes de la banca, del trabajo, de la industria, del comercio, de las grandes entidades deportivas y culturales, del teatro, del cinematógrafo y cualquier otra representación para formar la comisión de una gran colecta en beneficio de los damnificados del terremoto de San Juan.
Espero a todos estos señores, en el recinto del ex Consejo Deliberante, el día lunes a las 18 horas, y espero también que nadie ha de faltar a esta cita de honor y solidaridad nacional.
Bien conocida es ya la situación de San Juan, de la que puede decirse que muy contadas casas han quedado en pie después del terremoto que azotó con su epicentro a esa población.
El Ministerio de Guerra desde que tuvo noticias de los resultados de ese movimiento sísmicos se constituyó en su totalidad, desde el ministro hasta el último funcionario, como un puesto de combate. Durante toda la noche se siguió ordenando y cursando despachos a todos los alrededores de la zona afectada, funcionando como un verdadero comando de guerra en contacto permanente con todas las unidades, por radio, telégrafo y teléfono; a las 24 horas de anoche ya se habían impartido instrucciones por disposición del ministro de guerra, quien había recibido a su vez las órdenes del Excelentísimo señor presidente de la Nación. Dichas órdenes, transmitidas a San Rafael, Mendoza, La Rioja, Catamarca y Córdoba, es decir, a la cintura de tropas que rodea la zona afectada, y se despacharon a esa hora, las 24 columnas de camiones, trenes con médicos, medicamentos, víveres, carpas, mantas, etcétera.
Las tropas que iban en marcha para la concentración en los ejercicios, en el Espinacito de Mendoza, recibieron a las 24, la contraorden, haciéndose contramarchar las columnas, dirigiéndoselas totalmente hacia San Juan y Mendoza, para concurrir con sus bagajes y sus columnas en auxilio de los damnificados por el terremoto. Asimismo, desde los cuatro puntos cardinales han convergido hacia San Juan todos los elementos sanitarios y parques de las tropas que rodean esa región. Es tal la concentración de elementos, en la que no se han perdido ni siquiera minutos, que se puede asegurar que entre la tarde de hoy y esta noche, probablemente San Juan habrá recibido ya todos los elementos necesarios para aliviar su dolor físico y moral.
Hoy al amanecer desde el campo de El Palomar salían los aviones militares conduciendo al ministro del Interior, conjuntamente con el doctor Galli y 21 médicos y transportando sueros, vacunas, sangre, plasma, etcétera, y deben llegar a San Juan más o menos a mediodía.
Durante la noche, el Ministerio de Guerra ha cursado más de sesenta despachos, por radio, telégrafo y teléfono a la zona afectada y hoy a las seis salió el primer tren de auxilio de la Capital Federal con medicamento y personal. Otro tren especial partirá a las 13.15 de la estación Retiro. El ministerio de Guerra envía a la zona afectada por el terremoto numerosas carpas de acantonamiento y auxilio, con capacidad para más de cinco mil personas, mantas, colchonetas, cabezales y útiles de comida para el mismo número de damnificados. Son ellas remitidas por la Dirección General de Administración del Ejército.
La Dirección General de Sanidad, donde se ha trabajado toda la noche, ha puesto a disposición del Director General de Asistencia Social doctor Eugenio Galli, por orden del señor ministro de guerra, toda clase de material sanitario, parques, etcétera. Se despachan urgentemente en trenes especiales y columnas de camiones, tropas con material de remoción de escombros. Lo mismo se hace de La Rioja, de Córdoba y de Catamarca. De San Luis salían hoy por la mañana, en vehículos motorizados carpas, capotes, mantas, ambulancias y otros elementos sanitarios. La Armada por su parte, prepara igualmente en la Dirección General Administrativa, otro lote de elementos que, conjuntamente con los del Ejército partirán en el tren especial de las 13.15. Igualmente de Punta de Indio y otras bases han partido aviones de la armada conduciendo médicos y medicamentos, que confundirán sus esfuerzos con sus camaradas del ejército.
Como complemento de las medidas que se han tomado, agotando los medios disponibles y todos los recursos, imprimiendo el ritmo más severo y más rápido a todas las actividades, como complemento a eso, repito, hemos iniciado ya una gran colecta dirigida por la Secretaría de Trabajo y Previsión, con la finalidad de un alivio ulterior a la situación del pueblo San Juan. Dicha colecta ha sido iniciada con 200.000 pesos, producto de los sueldos renunciados por jefes y oficiales del ejército en los cargos que desempeñan en la administración nacional.
El personal de la Presidencia, incluso el Excelentísimo señor presidente de la República y el secretario de la Presidencia, coronel González, y todo su personal, donan íntegramente un mes de sus viáticos para la colecta.
La Escuela de Suboficiales me ha hecho llegar un ofrecimiento de 4.000 pesos, de una suscripción entre su personal de jefes, oficiales, suboficiales y soldados.
La policía efectúa ya una colecta entre todo su personal. Aportará dinero, cajones con medicamentos y ropa. Todos los Hogares Policiales donarán también dinero y efectos.
El Centro de Suboficiales y el de Oficiales de Reserva han entregado ya al Ministerio de Guerra un donativo de mil pesos con que se hacen presentes dichos centros.
Se pide, por indicación del Instituto de Clínica Quirúrgica de la calle Paraguay 2150, que los dadores de sangre se presenten a dicho instituto de Clínica Quirúrgica a la mayor brevedad, para dar su sangre. Allí se encuentra el doctor Ivanissevich.
En la Secretaría de Trabajo y Previsión todo el personal militar ha donado sus viáticos al efecto.
Así se inicia bajo auspicios patrióticos y con el respaldo del espíritu de la solidad del pueblo, la obra de ayuda a nuestros hermanos sanjuaninos. El tiempo dirá de nuestro sentimiento y de nuestra solidaridad nacional. ................................... |
1944-04-04 | Al hacer entrega de los fondos de la coleta Pro-Víctimas de San Juan : | Excelentísimo Señor Presidente de la Nación: Me resulta casi imposible disimular la profunda emoción que conmueve mi espíritu al depositar en vuestras dignas manos la suma de 33.155.760 pesos con 59 centavos, englobados en un cheque contra el Banco de la Nación de exclusiva procedencia popular, que concreta el espontáneo aporte del pueblo de la República con destino a mitigar los efectos trágicos del terremoto de San Juan.
Honrada se siente la Secretaría de Trabajo y Previsión, confiada desde su creación a mi persona, de advertir dos signos nuevos y elocuentes en la vida argentina, a través de la misión que acaba de cumplir. El primero, es haber reunido tan elevada suma en poco más de ocho semanas, lo que evidencia que la fe en los gobernantes de esta hora es unánime; y el segundo, lo constituye el palpable nacimiento de una mejor humanidad colectiva, que sin duda es la resultante valiosa de la nueva moral surgida del patriótico movimiento revolucionario del 4 de Junio.
Sé, señor presidente, que en poco tiempo más la Colecta Nacional Pro- Damnificados hubiera alcanzado cifras aún mas sorprendentes, pero el deber me impone la necesidad de hacer entrega inmediata de los fondos, porque en San Juan - pedazo heroico y entrañable de nuestra tierra - decenas de millares de argentinos deben aún resolver problemas angustiosos diariamente. Todo nuestro esfuerzo, toda nuestra voluntad, toda nuestra reciprocidad, porque el caso de San Juan es eso, apenas una pequeña reciprocidad a lo mucho que esa benemérita y fecunda tierra le dio a la Nación, debe seguir, movilizándose para concurrir a su resurgimiento moral y físico. Y como conforta el espíritu apreciar que en la humana tarea la conciencia nacional estuvo y está presente con sentida solidaridad.
Horas después del siniestro -el 16 de enero- y ante el requerimiento que hice al pueblo, en la Secretaría de Trabajo y Previsión habían ya cinco millones de pesos, provenientes de millares de aportes espontáneos y generosos. Días más, la suma se elevaba a diez, quince y veinte millones de pesos. Y hoy, a poco más de ocho semanas del luctuoso suceso, os confieso, Señor Presidente, que esta suma, que pasa de los treinta y tres millones de pesos, puede muy bien motivar el orgullo de todos los argentinos, porque en la elevada cifra está contenida la honda emoción de humildes y pudientes, de viejos y jóvenes, de mujeres y niños que por igual han sentido en carne propia la enorme desgracia de nuestros hermanos de San Juan. Y debe destacarse que el importe de esta colecta se entrega íntegramente, sin haberse afectado a la misma ni un solo centavo en concepto de gastos, que indudablemente los hubo.
Existe en la Secretaría de Trabajo y Previsión un cúmulo de importantes donaciones, que viene con particular simpatía a revivir el recuerdo del gesto de las Patricias Cuyanas, que donaron sus joyas para contribuir a la formación del ejército del Libertador. En efecto, decenas de mujeres han llegado a donar alhajas, objetos artísticos, fantasía de oro y plata, cuadros de valor y otros objetos de arte, para que oportunamente sean convertidos en metálico. Muchos hogares argentinos se han desprendido de valiosos recuerdos y joyas, emocionándonos con la noble actitud y no han sido tampoco ajenos a algunos actos similares numerosos hombres que sienten intenso amor por nuestra tierra.
Antes de finalizar estas breves palabras, debo expresar que yo anhelo, con respecto a los fondos recaudados en la colecta, el contralor popular. Deseo que sean numerosas las personas que concurran a verificar personalmente en los libros y documentación contabilizados, la exactitud de la cantidad que deposito a la orden del Poder Ejecutivo provenientes de las donaciones. Todo ciudadano, toda entidad, todo donante o no donante queda autorizado a verificar los ingresos registrados para lo cual he impartido órdenes a la Dirección de Administración de la Secretaría de Trabajo, en el sentido de facilitar cualquier requerimiento o referencia. También he cursado una nota con idéntico propósito al Gerente del Banco de la Nación, para que esa institución ofrezca, a quien lo solicite, toda la documentación.
Es necesario, señor presidente, que la Nación y sus catorce millones de habitantes constaten en todos nuestros actos el honor y el patriotismo con que actuamos los gobernantes surgidos de las Fuerzas Armadas, que solo procuramos trabajar sin descanso por el engrandecimiento de la patria. ............... |
1944-05-29 | En el almuerzo realizado en la Fábrica Militar de Aviones de Córdoba | El bautismo de este nuevo avión, que se incorpora a las fuerzas armadas de la patria después de su magnífica prueba de vuelo, me proporciona la satisfacción de esta visita y la distinción de traeros la palabra de reconocimiento y estímulo del Excelentísimo señor presidente de la Nación, en este día de fiesta para las alas argentinas.
Es un hecho notorio que la aviación constituye, en los momentos actuales, uno de los elementos de preferente atención en la preocupación universal. En los gabinetes de los hombres de Estado; en los Comandos Supremos; en los laboratorios y en las usinas gigantescas, se libra actualmente una batalla tremenda por la supremacía aérea. De decisiva importancia en la actualidad y de incalculable importancia en el futuro, la aviación está ya para siempre vinculada al desarrollo industrial, económico y estratégico de los pueblos. Nuestro país no ha podido permanecer indiferente a los problemas e iniciativas relacionados con la aeronáutica. Más aún: su gran extensión territorial, con miles de kilómetros de frontera, la necesidad de modernizar y activar sus comunicaciones, la misma seguridad de sus poblaciones diseminadas en el vasto campo, imponen a la Argentina una dedicación preferente a esta suerte de inquietudes. Debemos, por tanto, complementar con rutas aéreas nuestros caminos y nuestros ferrocarriles. Esta exigencia será cumplida.
Y en tan fundamental programa ocupáis vosotros, en la sólida armonía de la colaboración, el puesto de mayor responsabilidad y mérito. El porvenir de las alas argentinas depende de la energía, premura y capacidad con que vosotros atendéis todos los problemas de nuestra aviación. De lo cumplido hasta ahora puedo sentirme orgulloso, como soldado y como ministro.
La incorporación de esta nueva magnífica máquina, cuyo vuelo seguro y arrogante acabamos todos de admirar, demuestra que hemos entrado en el período fecundo de las realizaciones. Para llegar a esto, ha sido necesario desechar mucho lastre de incomprensión y de rutina. Ha sido necesario impulsar hacia sus propios destinos, con ritmo acelerado y paso firme, a nuestro inmenso valor potencial aeronáutico. Afortunadamente, ha pasado ya la época de las vacilaciones y los tanteos. La revolución de junio ha impuesto un concepto orgánico y vital en la materia, considerando que la aeronáutica es un elemento que no puede desperdigarse en sectores sin relación entre sí. Veinte días después de asumir el gobierno, los hombres de la revolución triunfante reintegraban a la jurisdicción militar la aviación civil y la Dirección de Material Aeronáutico.
El 1º de agosto se le incorpora la Fábrica Militar de Aviones. La creación del Instituto Aerotécnico, organismo vital e indispensable, cierra ese ciclo preparatorio que culmina poco después en esta estructura orgánica actual, que capacita a la aviación militar para desenvolverse con la libertad y eficiencia que exige la seguridad de la patria, y el porvenir venturoso de la nacionalidad.
Hemos hecho algo, sin duda. Y seguiremos haciendo, con la voluntad obstinada de crear y de afianzar nuestras posibilidades y recursos. Nuestra labor debe abundar más en hechos que en palabras y promesas. De ahí, que en cada ocasión en que podamos echar una mirada retrospectiva, podamos, como ahora, sentirnos satisfechos.
Hemos colocado hoy la piedra fundamental de dos obras que estarán en funcionamiento para fin de año: la Escuela de Tropas Aerotransportadas y la Escuela de Especialidades. A éstas seguirán en breve la Escuela Superior de Aeronáutica para la formación de ingenieros y la Escuela de Maestranza, donde se formarán los obreros aeronáuticos de todas las especialidades, y en la cual encontrarán enseñanza gratuita, de acuerdo a su particular vocación y aptitudes, los hijos de los obreros argentinos que sirven a la aeronáutica nacional. Está proyectado y se terminará también el año próximo, un barrio obrero, una capilla y casas para el personal superior del Instituto Aerotécnico.
Hoy firmo la aprobación de un convenio entre el Instituto Aerotécnico y el sanatorio San José, de esta ciudad, para hacer posible la atención médica integral gratuita de todo el personal de esta casa y sus familiares. Tal asistencia comprende: asistencia a domicilio a cualquier hora, intervención quirúrgica, atención de partos, etcétera, además de la asistencia médica a cargo de consagrados especialistas de Córdoba.
Con esta medida y el estudio del escalafón del personal de aeronáutica, que he encargado al comandante en jefe de aeronáutica, así como también la asimilación de dicho personal para el núcleo estable conforme a las necesidades orgánicas, podrá todo el personal, ingenieros, expertos, obreros, aprendices, empleados y maestranza, entregarse tranquilos a su tarea, sin temor a un porvenir incierto.
He vivido hoy, señores, momentos de intensa satisfacción al ver realizado en el plazo de meses una labor científica industrial que en institutos similares a éste, con larga experiencia y su personal completo, hubiera tardado años. Vaya para su director, y todos vosotros, mi aplauso y felicitación sinceros. Que la labor cumplida sea el mejor estímulo a vuestros desvelos y sacrificios, necesarios en todo momento, e imprescindibles ahora para recuperar el tiempo perdido, que el acierto que tuvo el ex director de este instituto y actual comandante en jefe de aeronáutica, al plantar frente a la pista el significativo trío de los árboles típicos de nuestra tierra -el algarrobo, el quebracho y el ombú-, como un símbolo exacto de lo que debe ser la aeronáutica nacional, se complete con un mástil, a cuyo tope sea izada la bandera de la patria, cada vez que un avión como éste, forjado por las manos y las mentes criollas, salga de este instituto como fruto del intelecto, del brazo y del corazón argentino, para hacer más fuerte y poderosa la custodia de nuestra tierra. ............ |
1944-05-30 | Ante una concentración de trabajadores en el local del Córdoba Sport Club | Un acontecimiento feliz, de amplias proyecciones nacionales, que acaba de conmover a esta ciudad, docta y dinámica, en la cual se complementan tan bien, la inquietud del espíritu, la elevación del pensamiento y la capacidad creadora, me proporciona la satisfacción profunda de este contacto personal, directo, con los trabajadores de Córdoba, cuyos problemas conozco, cuya situación me preocupa y cuyas grandes y limpias aspiraciones comparto argentinamente.
He venido a esta ciudad, que es constante laboratorio de ideas y usina de fecundas realizaciones, para asistir, en mi carácter de ministro de guerra, al bautismo de una máquina aérea, concepción del ingenio nativo, ejecutada por manos criollas. Ahora, como secretario de trabajo y previsión concurro a esta asamblea para proclamar mi júbilo por las realizaciones técnicas que hemos hecho posibles mediante una magnífica conjunción de fuerzas y para asegurar que así como aquella obra materializa un afán hondo y una firme voluntad dinámica, otros hechos, también auspiciosos, traducen nuestras preocupaciones y actividad en el sentido de estructurar cuanto el país necesita y requiere en el orden social.
Todo esto resulta muy grato para mí, pero debo añadir algo más: que tengo el honor de traeros el saludo del Excelentísimo señor Presidente de la Nación, general Farrell, quien me ha hecho portador de sus expresiones de afecto y su palabra de aliento, mensaje que os entrego con toda simpatía y cariño. También os traigo el saludo de todos los hombres que me acompañan en la Secretaría de Trabajo y Previsión, donde se da forma el nuevo derecho de los argentinos y se aplican sus principios con el más hondo sentido de solidaridad.(no esta en diario) Con viva complacencia he escuchado la palabra de cada gremio, de cada agrupación o sector, en esta asamblea, como oí las solicitaciones individuales en las ocasiones que tuve de conversar con los obreros y empleados de la ciudad y la provincia. Tendré presente cuanto se me ha dicho, valorando con equidad cada expresión, apreciando cada hecho, en su verdadera medida y preocupándome muy sinceramente por las soluciones que deben darse sin pérdida de tiempo. Pero quiero llevar desde ya al ánimo de vosotros, y de cuantos me escuchan, que muchas de esas peticiones han sido consideradas y en breve aparecerán los acuerdos que concreten el pensamiento del gobierno. Los ferroviarios, los empleados de comercio, las enfermeras, para citar algunos casos, como los trabajadores del campo, son motivos de nuestra preocupación y el fin de la acción consiguiente. Estamos preparando el Estatuto del Peón, que terminará con la orfandad del trabajador rural, en materia legislativa, fijándosele un salario que le permita satisfacer todas sus necesidades. El salario familiar se impondrá al fin, porque es justo que perciba más el obrero o el empleado que tiene cargas de familia. El asunto de las retenciones de los ferroviarios a que se ha referido uno de los oradores es estudiado en todos sus aspectos y pronto se conocerán las disposiciones gubernamentales en tal materia. Esto no sólo traduce nuestra disposición y nuestra voluntad, sino la firme acción oficial, para que sean satisfechas tan humanas aspiraciones.
La firme orientación del gobierno que represento en cuanto concierne a la acción social ha sido expuesta con claridad y aplicada con energía cada vez que un conflicto o un problema ha necesitado la intervención gubernamental. En tres oportunidades recientes me he referido a los principios esenciales de autoridad, de organización y de justicia que, junto al propósito obstinado de hacer, fijan el rumbo social del actual gobierno, precisan las consignas rígidas a las que todos hemos de ajustar nuestra acción inmediata.
Comenzamos por reivindicar para el Estado - que junto a los patrones y obreros forma las tres partes de todo problema social - ese principio de autoridad que había sido abandonado por indiferencia, por incapacidad o por cálculo. Nadie podrá alegar ahora desconocimiento de la función que le toca cumplir en el futuro.
Los representantes del capital y el trabajo deben ajustar sus relaciones a las reglas más cristianas de convivencia y de respeto entre seres humanos. El Estado, a su vez, se reserva el derecho de ejercer una función conciliadora, exigiendo por igual el cumplimiento estricto de los deberes, y el pleno goce de los beneficios consiguientes a cada una de las partes.
En el cumplimiento de esa regla seré inflexible. Nadie podrá desconocer ésta facultad tutora de las autoridades del trabajo, porque ello sería peligroso, trastornando los cimientos de organización estatal. Los funcionarios encargados de aplicar la legislación social deben ser respetados como los tribunales de justicia. Es necesario acostumbrarse definitivamente a esta idea, porque no estamos dispuestos a delegar una función que corresponda, íntegramente, al gobierno, ni queremos dejar librada la solución de un problema a la buena o mala voluntad de unos u otros.
Todo conflicto encierra una perturbación social de repercusión inmediata en la economía y bienestar general, y es función de gobierno evitarlo en lo posible o resolverlo con celeridad, energía y justicia.
Pero hay algo más. La labor de la Secretaría de Trabajo y Previsión, organismo mediante el cual el Estado va en defensa de los derechos de las masas sufridas y laboriosas, es la garantía absoluta de esta nueva justicia. Nadie ha golpeado estérilmente a sus puertas. Ningún conflicto quedó sin solución. Centenares de reivindicaciones obreras han sido logradas por su intermedio. En los seis meses de la nueva era de política social argentina, que hemos inaugurado, ha habido una transformación fundamental.
El profundo contraste que señala este momento de tránsito entre abstencionismo indiferente y suicida de un régimen que fenece y la acción social que se inicia vigorosamente, ha sido señalada, con intención inconfesable, como una intromisión estatal en las organizaciones obreras. Señalo esta acusación porque no soy hombre de decisiones a medias y sé que a los enemigos sociales hay que enfrentarlos con la franqueza y el valor que nos dan nuestras propias convicciones.
Cuando asumí la Secretaría de Trabajo y Previsión, proclamé la necesidad de cumplir uno de los imperativos culminantes de nuestra hora: el imperativo de la organización de las fuerzas creadoras de la riqueza social. Sostuve que era imperioso estimular al espíritu de asociación e impulsar a las entidades gremiales conscientes de sus deberes y funciones específicas, para que colaborasen en la acción encaminada a extender los principios de la justicia social.
No hemos perseguido otra finalidad que la de fortalecer las asociaciones para que estén en condición de gravitar en la regularización del trabajo y en el mejoramiento del stándard de vida de los trabajadores. Porque sé cuánto esto significa para los trabajadores y el país. Me opongo severamente al debilitamiento de esas organizaciones o al reconocimiento oficial de los grupos constituidos por los que abandonan sus filas alentados por fuerzas disociadoras que no se resignan a perder sus posiciones.
La Federación Gráfica, representando a todos los trabajadores de imprenta del país; la Federación de Periodistas, asumiendo la de esos miles de intelectuales diseminados en toda la extensión de la República; las asociaciones de telegrafistas y de enfermeros, y la Unión Ferroviaria, reuniendo 200.000 voluntades dispersas, fuertes y prósperas, ofrecen una magnífica lección sobre las ventajas que trae aparejadas la unidad gremial en las luchas sociales.
Nada hemos pedido ni nada queremos, a no ser su colaboración en el deber inexcusable de engrandecer la patria y refirmar la justicia, para que nadie, en esta tierra, altiva y generosa, sufra la angustia de sentirse olvidado. Nuestra inquietud es social y no política. Es constructiva y no disociadora. Está impregnada de humano sentido de equidad y no de ambiciones personales o de odios. La justicia que emane de las autoridades del trabajo ha de ser, ante todo, realista y humana. Los problemas candentes de cada hora no admiten dilaciones. Deben ser dilucidados sobre la marcha, dándoles la solución que merezcan, sin excepciones y sin privilegios.
No vamos a ofrecer una fórmula para cada caso. Por encima de los preceptos, de las costumbres y de las reglamentaciones deben estar los altos principios de solidaridad humana y de colaboración social. Nuestra justicia es y será más sensible que letrada, más patriarcal que legalista; menos formulista y más expeditiva. Hay que responder a la urgencia de cada situación, libres del peso de las interpretaciones y el precedentismo, y de cuanto enerva el pronunciamiento de la justicia ordinaria. Nuestras decisiones no pueden sujetarse a la secuela agobiadora de los procedimientos tradicionales, porque correríamos el albur de llegar siempre tarde.
Los hombres encargados de hacer efectivos los preceptos fundamentales de esta nueva política, deben parecerse a los jueces bíblicos y sentir las solicitaciones que hicieron grande a Alfonso el Sabio. Esos hombres no nos faltarán. La revolución ha creado la mística del deber y ésta hará posible la elevación del espíritu y la comprensión humana indispensables para ello.
Estamos empeñados en la consecución de un fin social superior, alentados por centenares de miles de trabajadores argentinos que como nosotros creen en la necesidad de lograrlo. Hemos proclamado el derecho a mejores condiciones de vida y nada nos detendrá en la tarea de hacerlas posibles. Cerca de un millón de obreros de la ciudad y del campo, del pensamiento y del músculo, gozan ya de las mejoras a que me refiero.
La jubilación no puede ser un privilegio sino un derecho de todos los que trabajan, y al sostenimiento de ese seguro social deben concurrir el Estado, las empresas y el individuo, porque mientras las primeras florecen, el hombre, que entregó todas sus energías para que se engrandecieran, declina falto de una legislación previsora y humana. Esto es irritante y debe hallar su término. Por eso trabajo para que los beneficios de que hoy disfrutan las enfermeras y maestras, se extiendan mañana a los periodistas, a los radiotelegrafistas, a los empleados de comercio y todas las ramas de la fecunda actividad humana.
Legislamos para todos los argentinos; para el presente y para el futuro; para que convulsiones inevitables de posguerra no conmuevan nuestra tierra de paz por no haber realizado los preceptos del derecho social, cuyo incumplimiento jamás podríamos justificar ante nuestras conciencias y ante la historia.
El panorama social de Córdoba no ofrece distingos con el resto de la tremenda realidad argentina. El mismo retardo en el cumplimiento de ese deber estatal; idénticas injusticias; igual irrespetuosidad patronal por las leyes obreras. Desde Oncativo, desde Río Cuarto, Dean Funes, Leones, Villa Dolores, Alta Gracia y muchos otros puntos de la provincia, han llegado denuncias reiteradas de violaciones a la legislación del trabajo, traduciéndose así en hechos concretos un estado de cosas al que vamos a poner término. La retribución de los asalariados agrícolas, forestales, pecuarios y salineros es generalmente baja y en muchos casos misérrima. Pero donde la realidad social cordobesa adquiere tintes trágicos, es en lo concerniente a la vivienda. He leído con asombro las cifras que arroja una encuesta del Ministerio de Hacienda de la Provincia, que nos da un coeficiente de hacinamiento irritante: sobre un total de quince mil familias censadas en la ciudad capital, hay un promedio de ocho personas por rancho de una sola pieza. Esto es demasiado doloroso para quien no puede reparar de un solo golpe la injusticia acumulada en muchos años de apatía, de indiferencia e incuria social inexcusables. Pero vamos a hacer con premura todo lo que esa situación nos impone.
El gobierno de la Revolución no formula promesas; anuncia realidades. Los hombres que lo integramos no llegamos al interior del país para despertar una esperanza que no será cumplida; venimos a imponernos de sus problemas para resolverlos. Hemos entrado en una era de realizaciones y avanzaremos por ella con creciente rapidez por el fervor que cada uno ponga en su tarea y por la adhesión creciente que esa actitud merezca en todos los sectores de la vida y el pensamiento nacional.
Hemos proclamado nuestra política social. La cumpliremos. Para probarlo estoy aquí esta tarde, rodeado de los trabajadores de Córdoba, como tanto quería hacerlo, y estoy aquí para afirmar que las leyes obreras se cumplirán inexorablemente, sin contemplaciones. Hasta ahora se ha realizado una labor informativa, especialmente, pero ya cerramos ese ciclo para iniciar otro, en el cual no quede un solo obrero o empleado sediento de Justicia. Cuanto deba hacerse para la justa retribución del trabajo, para que todos tengan sus horas de reposo y para que las licencias justas no resulten cercenadas, o para que ningún abuso sea cometido, pueden tener la seguridad que se hará.
Me complace ahora anunciar a los trabajadores del riel que se ha logrado una nueva conquista social que les favorece en este sector de la República. Se ha conseguido de la Intervención que sea donado un terreno para construir aquí el Hospital Común Regional, que satisfará tantas y tan hondas necesidades. Allí tendrán los servicios que requieran los obreros ferroviarios, manifestándose así, prácticamente, nuestras preocupaciones por estos hombres tan meritorios. A los policlínicos para los ferroviarios y sus familias de Buenos Aires, Rosario, Bahía Blanca - motivos de mis más hondos afanes - se agregará así el de esta ciudad.
Quiero agregar que he ordenado la urgente preparación del anteproyecto en el cual se invertirá alrededor de un millón de pesos. Este instituto de los ferroviarios tendrá capacidad para cerca de ciento cincuenta camas. Así concretamos en hechos auspiciosos para la comunidad, nuestra política social.
Esto es, trabajadores de Córdoba, cuanto puedo expresarles como pensamiento y como realidad en este instante, ante esta asamblea de la cual guardaré un grato recuerdo. En breve, posiblemente, pueda anunciarles otros hechos. Serán la consecuencia de nuestras inquietudes, de la tarea sin pausa en que estamos empeñados, de nuestra voluntad inquebrantable de elaborar en común, la mayor grandeza de la patria.
Para que esto sea posible, necesito contar con el concurso fervoroso y eficaz de todos vosotros. Os invito a esa acción constante, honrada e inteligente. No puede existir bajo el cielo de la patria sino un ideal que a todos nos una y nos aliente a los más grandes hechos. Es el ideal de la Justicia, del bienestar y de la solidaridad de todos los argentinos. ............... |
1944-06-21 | Ante médicos y estudiantes de medicina, odontología y farmacia | Celebro extraordinariamente que hayan tenido la idea de llegar a esta casa. Esta no es solamente, la casa de los obreros; es también la casa de todos los hombres de buena voluntad que quieran poner el hombro para llevar adelante a nuestro país.
Ya habíamos considerado nosotros, en la Secretaría de Trabajo y Previsión, el problema médico; y en estos momentos se encuentra reunida en el primer piso una numerosa delegación de profesionales, con quienes hemos de tratar por primera vez la cuestión médica en nuestro país.
Entiendo que si la previsión social ha de dirigirse al cuidado del país en su aspecto integral, su primer elemento que ha de considerar es el hombre. Por eso la asistencia social en todas sus manifestaciones, representa para nosotros, quizá, el más alto coeficiente de la previsión social. El Estado está en la obligación de atender en primer término a sus propias necesidades, y dentro de ellas a las de su población, que constituye el elemento vital. En ese sentido, no ha escapado a nuestra percepción que mientras en los grandes centros urbanos sobran médicos, en un setenta por ciento de la extensión de nuestro territorio mueren las personas sin asistencia médica. De ahí que el problema fundamental, desde el punto de vista de la previsión social en la asistencia médica, sea la redistribución de los profesionales en el país.
Otros aspectos colaterales presenta este mismo problema, y entre ellos el del proletariado profesional que en un Estado como el nuestro de 14 millones de habitantes y casi 3 millones de kilómetros cuadrados, no admite racionalmente en forma alguna. En tal sentido pensamos que la profesión médica debe comenzar en nuestro país a transformarse paulatinamente en una profesión regulada y racionalizada por el Estado, de modo que el profesional vaya evolucionando hacia el médico-funcionario por excelencia.
Es natural que, dada la complejidad del problema, lo hemos de estudiar prolijamente y con el concurso de los mismos médicos, bajo la vigilancia de este organismo que en todos los campos defiende los intereses supremos de la Nación.
Es éste el primer aspecto de la cuestión que nosotros estamos en vías de resolver. En cuanto a la construcción de la Facultad de Medicina, he venido ocupándome desde hace tiempo del asunto; y he tenido la suerte de hablar con el profesor Arce sobre el particular. No he alcanzado aún éxito en este cometido, debido a que he tratado de seguir un camino distinto al que siempre sigo para estas cuestiones. Pero he de rectificar el rumbo, y he de buscar el camino más corto, seguro de que por él, he de llegar antes a buen término. En ese sentido, ya el Doctor Massa está encargado de seguir de cerca el problema; y creo que dentro de muy pocos días, habremos logrado lo solución final.
En cuanto se refiere al tercer problema, es decir; el que ha traído a los practicantes a esta casa, yo deseo que sea estudiado detenidamente a fin de reunir los argumentos necesarios para defenderlos. Para ello la Secretaría de Trabajo y Previsión cuenta con un cuerpo médico que se dedicará al estudio de esta cuestión, juntamente con los delegados que ustedes designen, para que luego podamos volcar toda la fuerza y la influencia que la casa pueda tener, en la realización de que más beneficio al país y a los estudiantes.
Debemos pensar que más que defender el presente, es tarea de gobierno defender el porvenir; y el porvenir, señores, son ustedes.
El director general de Acción Social Directa tomará a su cargo, con el capitán doctor Massa y los médicos de esta Secretaría, las gestiones que ustedes quieran encomendarles; y desde este momento queda bajo nuestra protección la idea de ustedes, que la haremos nuestra, frente a la Municipalidad. .................. |
1944-06-30 | Nota del coronel Perón solicitando la aplicación del salario mínimo para los ferrocarriles del Estado | Buenos Aires Junio 30 de 1944. Al Señor Interventor Administrador General de los Ferrocarriles del Estado, Teniente Coronel Don Juan C. Quaranta, De mi consideración: Encontrándose abocada esta Secretaría a la aplicación inmediata del salario mínimo a todos los obreros del Estado, con miras a su aplicación definitiva en todas las otras actividades del país para regular en forma equitativa la retribución del trabajo por el salario e interpretando, que tal acción debe comenzarse a ejecutar por los agentes estatales, en su función patronal, solicito al Señor Interventor Administrador General, quiera tener a bien servirse contemplar la posibilidad de encarar su implantación en esos ferrocarriles.
Sobre el particular el suscripto aprecia, como lo ha hecho público en diversas oportunidades, que el trabajador argentino debe percibir en concepto de remuneración por sus esfuerzos al servicio del capital, el salario básico de pesos 160 mensuales o pesos 6,40 por día en toda la República, de acuerdo al estándar de vida impuesto al medio por el precio de coste de los elementos primarios, indispensables para la subsistencia individual y familiar, relacionada directamente con el hecho económico en su proceso adquisitivo, cuya curva ha alcanzado el más alto nivel de estos tiempos por los motivos que son del dominio público.
Asimismo, interpreta el suscripto, que el hecho social exige dar a los trabajadores la remuneración que le permita una vida decorosa, en un todo de acuerdo con el progreso de la Nación, lo que contribuye eficazmente a nivelar las fuerzas morales que propulsan su marcha ascendente y que determinan el plano cultural del potencial humano al servicio del Estado.
Aplicando el salario mínimo en la forma indicada contemplará la posibilidad de aumentar los sueldos en forma escalonada hasta pesos 300, teniendo en cuenta que ese ferrocarril es de fomento y que ejerce una función social como organismo del Estado, al brindar a los trabajadores los medios de vida a que son acreedores, por su contribución directa al servicio del mismo. Con referencia a estos aumentos generales, el suscripto estima, que es más conveniente nivelar el presupuesto mensual del personal, que la bonificación o prima que se les da a fin de año, por cuanto las necesidades que sufren individualmente o sus familiares se correlacionan en el tiempo y no son de carácter anual. Por otra parte, la bonificación o prima favorece al personal que goza de elevados sueldos que son por demás suficientes para atender sus necesidades lo que importa una manifiesta injusticia para más del 70 por ciento de la población ferroviaria de ese ferrocarril, por los reducidos salarios y que deben ser atendidos antes que acordar beneficios al personal cuyos emolumentos le permiten cubrirlos con exceso y a satisfacción.
Desde el punto de vista de la legislación del trabajo y teniendo en cuenta las numerosas quejas en esta Secretaría, por parte de las organizaciones obreras, se servirá disponer la revisión de todos los escalafones y convenios para actualizarlos, de acuerdo en un todo, a la armonía que debe existir en las relaciones obrero-patronales, contemplando los intereses de ambas partes, en busca de la regulación equitativa de los esfuerzos insumidos para una mejor producción del trabajo con el mínimo esfuerzo y con miras a una retribución mayor.
La susodicha revisación se hará a la mayor brevedad y con intervención de las organizaciones sindicales, la Unión Ferroviaria y la Fraternidad, según corresponde, y sometidas a la aprobación de esta Secretaría, como agente específico de la codificación del trabajo. También procede el escalafonamiento del personal administrativo y de todo otro personal que se encuentre libre de regulaciones.
Con tal motivo saludo a usted con toda consideración.
Fdo. Juan Perón Coronel Secretario de Trabajo y Previsión |
1944-08-27 | En un acto en la ciudad de Pergamino (*) | Al agradecer señores, las amables palabras de bienvenida que recibo por intermedio del señor delegado municipal y el representante de los obreros de Pergamino, quiero traerles el saludo del excelentísimo señor presidente de la Nación. Con ese saludo que es el saludo del gobierno y con el de la Secretaría de Trabajo y Previsión que es el mío agradezco la demostración que me hacéis objeto. La Secretaría de Trabajo y Previsión no representa un organismo estatal más, sino que está en el corazón de la masa obrera, que palpita y sigue sus angustias. Muchas gracias por esta demostración que certifica una vez más que el pueblo y los trabajadores entienden la tarea que está realizando en bien de la patria y de sus clases más necesitadas de protección. ................... |
1944-08-31 | Ante representantes sindicales en la Secretaría de Trabajo | Bien, señores: esto es cuanto yo he tratado con las fuerzas vivas, siguiendo una orientación trazada por esta casa, hace ya tiempo, y sin otra finalidad que el bien social. No quiero que se desvirtúen mis palabras ni en el interior del país ni en el exterior, y si fuese preciso para ello publicarlas, no tendría inconveniente en que así se hiciera. Sin duda alguna, puede afirmarse que estamos soportando una presión extraordinaria de las fuerzas que se oponen a nuestra política social. Es indiscutible que la realización de una política social en amplia escala ha de exigir esfuerzos al Estado y a los que la van cumpliendo, pues sin ello la política social no es factible. Pero el egoísmo es una fuerza muy grande dentro de la sociedad humana, y esa fuerza es la que se levanta hoy para empezar a bombardear nuestras medidas de política social, política que he prometido realizar y que realizaré mientras esté con vida. A esas fuerzas que organizan la resistencia a nuestra política social, se suman hoy algunos políticos desplazados, que no fueron capaces jamás de poner un solo ladrillo en el edificio social argentino. Ellos querrían volver a las suyas, anulando una acción que yo no diré que sea perfecta, pero, que nadie, hasta ahora, había cumplido en este país. El camino que han elegido es malo, y por ahí no han de llegar al resultado que buscan: poner al ejército frente al pueblo. Por muchos años han logrado su objetivo, pero yo les aseguro que esta vez se equivocan. El ejército no estará frente al pueblo, sino que defenderá las conquistas que estamos logrando para el pueblo. Los pretextos que están buscando son demasiados conocidos: dicen que somos "nazis". Declaro que estamos tan lejos del nazismo como de cualquiera otra ideología extraña. Nosotros somos solamente argentinos y queremos, por sobre todas las cosas, el bien de los argentinos. Lo que no queremos es más fraude ni más engaño. No queremos que los que no trabajan vivan a costillas de los que trabajan. Aspiramos a una verdadera democracia, donde hayan sido desterrados esos vicios que hasta ahora la han venido corrompiendo. Y dentro de esa democracia, queremos también una evolución que nos ponga al día, y que evite la repetición de los fenómenos de descomposición que se habían producido hasta el 4 de Junio. No sabemos si lo estamos haciendo hábilmente, pero lo estamos haciendo, y lo haremos hasta terminar, en forma de que no puedan repetirse los vicios, los fraudes y las mentiras que hicieron desaparecer la verdadera democracia argentina. Estas cosas no las inventamos nosotros ahora. Tengo aquí la proclama que se dio el 4 de Junio, escrita por mí en la noche del 3. Su lectura evidencia que no venimos hablando a posteriori, sino que cada cosa ha sido hecha con plena conciencia. Decía nuestra proclama: "Propugnamos la honradez administrativa, la unión de todos los argentinos, el castigo de los culpables y la restitución al Estado de todos los bienes mal habidos". En efecto, hemos propugnado la honradez y la unión de los argentinos y hemos sido demasiado benévolos en la aplicación de castigo a los culpables. Decíamos: "Sostenemos nuestras instituciones y nuestras leyes, persuadidos de que no son ellas, sino los hombres quienes han delinquido en su aplicación". ¡Y se nos pregunta a nosotros si somos o no somos democráticos! ¿Cual es la forma de gobierno y el régimen institucional de nuestro país? ¿Es una democracia, o no lo es? Lo es. Hemos jurado defender nuestra Constitución, y cuando un soldado jura, cumple siempre su juramento. Decíamos también: "Anhelamos firmemente la unidad del pueblo argentino, porque el ejército y la patria, que es el pueblo mismo, luchará por la solución de sus problemas y la restitución de derechos y garantías conculcados". Esa es la política que seguimos. Dar a cada uno lo que a cada uno le corresponde, principio fundamental de la política social de un Estado democrático. Entendemos el mando y el gobierno, como no lo han entendido muchos. Entendemos que la autoridad del gobierno es concedida por el pueblo y que su ejercicio es un pacto bilateral. El gobernante no puede estar en contra de los intereses de la mayoría del pueblo, de donde emana su propia autoridad. Por eso, estamos defendiendo a la mayoría del pueblo argentino cuando hacemos política social, y persuadidos de que estamos en la verdad, no hemos de dar un solo paso atrás. Agregábamos en nuestra proclama: "Lucharemos por mantener una real e integral soberanía de la Nación; por cumplir firmemente el mandato imperativo de su tradición histórica; por hacer efectiva una absoluta, verdadera y leal unión y colaboración americana y cumplimiento de los pactos y compromisos internacionales". En ninguno de estos aspectos se ha violado el espíritu o la letra de nuestra proclama. Quien dice la verdad, difícilmente tendrá que volver atrás. La verdad es el único instrumento que permite marchar siempre adelante, pues el que no ha mentido no tendrá que inventar mentiras para cubrir las anteriores. Nosotros no hemos mentido ni mentiremos Con la sinceridad con que siempre hemos hablado a los obreros del país, les digo que el ejército ha luchado hasta ahora por una política social amplia, y que será extendida cada día más, por todos los medios, para la defensa de los hombres que más derecho tienen a ser protegidos, porque son los que menos poseen y los que más desgracias tienen. Por eso el ejército ha expuesto la vida y la carrera de sus integrantes, sin otro interés que el bien del país, que es el bien de todos. En esta empresa yo no tenía nada que ganar, absolutamente nada. Pude perderlo todo. He ido tras un ideal, no tras un mejoramiento material propio. Les consta a todos ustedes que yo vivía mucho más cómodo en la oficina en que estaba antes de la Revolución, que lo que vivo ahora, trabajando día y noche, sacrificándome y exponiéndome de todas maneras. Hemos cumplido también la parte final de la proclama, y en especial la que se refiere a renunciar a todo pago o emolumento. Yo cobro solamente mi sueldo de coronel, a pesar de desempeñar la vicepresidencia de la Nación, el Ministerio de Guerra y la Secretaría de Trabajo. Estoy totalmente identificado con esta obra y la he de llevar hasta el final mientras tenga fuerzas. En este orden de ideas, el ejército está firmemente decidido a apoyar esa obra, y no ha de consentir que ella se malogre por maniobras capitalistas, políticas o de cualquier especie. Esto quedará hecho, pese a quien pese. Para ello, si hemos expuesto una vez la vida, estamos dispuestos a exponerla otra vez. Sólo necesitamos que ustedes lo sepan, y que los trabajadores argentinos estén persuadidos de nuestra lealtad y de nuestra sinceridad. Siendo así, no tenemos nada que temer. Por lo menos, sabemos que nos acompañarán los hombres a quienes nosotros hemos acompañado con nuestro esfuerzo. En alguna oportunidad, en los comienzas de nuestra obra, les he dicho que el pueblo y el ejército unidos son absolutamente invencibles, pese a cualquier fuerza que intervenga. Disociados, no seremos nunca sino el juguete de las ambiciones extrañas. Hasta ahora, los políticos se habían acostumbrado a poner al ejército frente a los trabajadores, buscando dividir para reinar. Pero eso ya ha terminado. Ahora es el Estado el que, con Justicia, preside los actos de la Nación, y esa justicia, ha de cumplirse sin imponer la fuerza. La fuerza debe imponerse en razón de la justicia, pero jamás en contra de ella. En estos momentos, fuerzas políticas y de otra índole luchan por moverle el piso al Gobierno. Están totalmente equivocados. Nuestra unión es un bloque que no ha de ceder un milímetro. De eso pueden estar bien seguros. A las fuerzas del mal opondremos las fuerzas del bien, y cuando los necesite, los llamaré a ustedes. Entonces veremos que fuerzas son capaces de oponerse a nosotros. ............................... |
1944-09-09 | En el almuerzo servido en el casino de oficiales del tercer destacamento de montaña en la provincia de San Juan | Sé bien cual es el espíritu que anima a los camaradas; sé bien cual es también el espíritu que sólo nos guía: la patria; y por eso ruego a Dios que mantenga a esta patria libre, grande y soberana como siempre. Quiero brindar también por Chile en la persona de monseñor Harrington, que nos acompaña en este momento aquí en la mesa, porque es mi más grande aspiración que desaparezca en absoluto la frontera con la república hermana, porque unidos así seríamos invencibles a todas las acechanzas de cualquier país de la tierra. Señores, los soldados argentinos acostumbramos a brindar solamente por la patria; yo en esta oportunidad voy a brindar por mis dos patrias; por la Argentina y por Chile. ........... |
1944-09-12 | En la Secretaría de Trabajo y Previsión ante empleados bancarios | Es para mí motivo de íntima satisfacción el que ustedes concurran a la Secretaría de Trabajo y Previsión al celebrar una conquista merecida. La comparto con todo mi corazón, porque es la recompensa a nuestra labor, tendiente a nivelar y a coordinar beneficios para todos los trabajadores del país. El asunto de los bancarios nos preocupaba y creo que lo hemos resuelto de la mejor manera. Representa la primera etapa, porque, les adelanto desde ahora, aspiramos a organizar el descanso semanal y anual, con la colaboración obrera y de los patronos, de modo que la concurrencia a los lugares de esparcimiento sea posible y alcance a todos. La satisfacción que ustedes experimentan en este momento representa un mínima parte de lo que queremos realizar para el porvenir en forma de consolidar y racionalizar el esfuerzo diario, los descansos, los sueldos y la previsión social en su doble aspecto de asistencia y de protección social. Con el pensamiento puesto en un porvenir más justo y llevadero, podrán ustedes imaginarse que el triunfo que celebran tiene para mí un doble valor: el personal que me causa satisfacción, y el de saberlos a ustedes contentos; el segundo tiene relación con mi tarea de secretario de trabajo y previsión, que me permite fijar un jalón más adelante en el camino de conquistas sociales del vasto panorama que yo ambiciono concretar por considerarlo indispensable para el país. ............... |
1944-09-21 | Ante el personal de Correos y Telecomunicaciones | En primer lugar rindió un caluroso homenaje a nuestros ilustres visitantes brasileños. Asimismo, aprovecho la ocasión para rendir un homenaje a esa hermosa nación y a su ilustre presidente señor Vargas. Celebro, señores, la llegada de los empleados de Correos y Telecomunicaciones a esta casa, que ya es conocida con el nombre Casa de los Trabajadores. La Secretaría de Trabajo y Previsión, por mi intermedio, les da su caluroso saludo y les repite las ya viejas palabras de esta casa: nosotros no prometemos, sino que realizamos. Cuando se me pidió el Estatuto del Empleado Civil, yo hice llegar a la Liga Argentina de Empleados Públicos mis observaciones. Este estatuto, como todos, para ponerse en vigencia necesitan tres puntos de apoyo: los empleados, el Estado y la Secretaría de Trabajo y Previsión. Esos tres puntos de apoyo son los únicos capaces de darle solidez a la estructuración de cualquier estatuto; porque por la simple razón de que así como una mesa no puede sostenerse con dos patas, sino que por lo menos necesita tres, cualquier estatuto no puede sostenerse en dos intereses contrapuestos, sino que necesita un tercero, imparcial, que pueda juzgar entre las justas aspiraciones de unos, las necesidades del otro y las necesidades o la conveniencia del Estado. Tanto es así, que ese estatuto nació ya con su pecado original, y su primer paso lo llevó necesariamente a su primera caída. El estatuto que debe dar a ustedes estabilidad, y ya tarda en llegar, hace de ser estructurado sobre las bases de los factores que juegan en este problema: el empleado, que defiende sus justas aspiraciones, el Estado patrón, que defiende sus intereses, y el Estado juez, que sería la Secretaría, que realiza la justicia distributiva de dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Es indudable que la Secretaría de Trabajo y Previsión debe ser el órgano estatal que comience la estructuración de todo organismo destinado a establecer relaciones entre empleadores y empleados, bajo la vigilancia y la tutela de las autoridades del Estado. Ustedes llegan hoy a la Secretaría de Trabajo. Si el estatuto del empleado civil no estuviese suspendido en sus efectos, la Secretaría de Trabajo y Previsión no habría podido atenderlos ni ayudarlos en sus justas demandas, porque sería una acción está detenida por un decreto-ley, también del Estado.
Yo ya he conversado con el presidente de la Liga Argentina de Empleados Públicos; y con el señor ministro del Interior hemos acordado un modus vivendi hasta que se pueda promulgar definitivamente el Estatuto del Empleado Público. Aclarando esto, para salvar la parte disciplinaria de nuestra institución de trabajo, paso a considerar el estatuto que ustedes han presentado a la Secretaría, anticipándoles que nuestro organismo, en cumplimiento de su misión específica, se encargará desde hoy de gestionar las mejoras que ustedes ambicionan con el mismo interés con que lo harían ustedes mismos. Nosotros hemos dicho varias veces que en esta casa tratamos de asegurar una justicia más humana, y en ese sentido creemos factible comenzar inmediatamente el estudio de las cuestiones que comprende la jubilación de los empleados de Correos y Telecomunicaciones. El régimen de las cajas es un tanto difícil en estos momentos. Hemos tomado algunas que estaban en un estado bastante calamitoso. Los cálculos actuariales sobre los cuales ellas habían afirmado su construcción han fallado en muchos casos, como han fallado en casi todas las instituciones de previsión social. El Estado ha debido concurrir en auxilio de esas cajas. Sin embargo, el concepto nuestro a ese respecto, es que las jubilaciones deben asegurar, con absoluta justicia, la satisfacción de las necesidades del trabajador. Esas necesidades son las que deben determinar los factores y las resoluciones que rigen las jubilaciones, para que cada persona tenga asegurada la suya, dentro de un régimen absolutamente humano y justo. Haciendo girar esos factores, las cajas y el Instituto Superior de Previsión Social, estudiarán inmediatamente el caso de ustedes, asegurándoles que, desde esta casa, yo influiré para que ello sea, como en todos los casos que se nos someten, el logro de una justicia más humana. En cuanto a las mejoras de sueldos, entiende la Secretaría de Trabajo y Previsión que será necesario instaurar, casi de inmediato, un plan para el aumento de la mayor parte de los sueldos de los empleados de Correos y Telecomunicaciones. Ya he hablado con el señor ministro del Interior y él me ha asegurado que ha de poner inmediatamente en ejecución un plan de aumento progresivo, que ustedes mismos propusieron al ministerio del Interior. De manera que puedo anticiparles ya, que esas mejoras están en su totalidad acordadas. Finalmente, señores, no sé si todos estos empleados que se han dirigido por telegrama a la Secretaría de Trabajo y Previsión podrán recibir simultáneamente esas mejoras, pero la Secretaría ha de trabajar a fin de que, a corto plazo, no queden empleados de Correos y Telecomunicaciones, que no hayan recibido las mejoras compatibles con el momento económico que vive la Nación. A ese fin, trataré de asegurar para el año 1945, en el nuevo presupuesto, un aumento que estará absolutamente proporcionado a las mejoras que ustedes mismos han solicitado y que yo considero justas. Para concluir, señores, después de la primera visita que ustedes nos hacen, les ruego que consideren esta casa como la propia, pensando que la Secretaría de Trabajo tiene siempre abierta sus puertas, y que los empleados y funcionarios que se desempeñan en ella, como ustedes, saben cuando entran, pero no saben cuando salen. ............... |
1944-09-21 | Ante periodistas brasileños | Agradezco, conmovido esta amabilidad que, por venir del Brasil, es para mí doblemente grata. Pertenecemos a una generación de hombres jóvenes que valora los sentimientos y los factores espirituales por sobre todo. En ese concepto, hemos establecido ya que en esta parte de la América occidental no existe ni existirá problema alguno mientras el Brasil y la Argentina se encuentren unidos como en el presente y sus hombres se amen como se aman actualmente. Esta generación de hombres jóvenes ha buscado en nuestro país, puede decirse, la inspiración de vuestro ilustre Presidente, que en esta parte de América, es el predecesor de todas nuestras inspiraciones de grandeza, libertad y gloria para nuestro país. He tenido ya oportunidad de repetir estas mismas palabras hace ocho meses al director del Trabajo del Brasil, doctor Do Rego Monteiro, quien nos hizo el honor de visitarnos y recorrer con nosotros todo el exponente de nuestra moderna industria. Al regresar a su patria, le entregué un disco para que él tuviese la amabilidad de hacerlo escuchar al doctor Vargas; y he recibido después de un tiempo una contestación que me halaga y me halagará por toda la vida. Brasil es, para nosotros, una prolongación de nuestra propia patria, y la amistad brasileño-argentina no es para nosotros una aspiración sino una realidad, como el día y como la noche. Todo cuanto nosotros hacemos, todo cuanto nosotros trabajamos y todo cuanto nosotros aspiramos para nuestro porvenir, será un complemento de esa amistad. Nuestros países pueden en el futuro ser felices si aprenden a complementarse el uno con el otro. Si la naturaleza, sabiamente, ha dado al Brasil lo que la Argentina no tiene, y a la Argentina aquello de lo que el Brasil carece, sería una lección muy bien aprovechada por los brasileños y por los argentinos, ésta que la naturaleza les ofrece, asegurando un porvenir de paz, de amor y de trabajo, que son los únicos factores que hacen la grandeza de las naciones. Reitero mi agradecimiento por el obsequio de que me habéis hecho objeto y que guardaré como un hermoso recuerdo. Y os ruego quieran dar un estrecho abrazo al presidente de la Cámara de Comercio de San Pablo, a quien hace poco tiempo tuve ocasión de saludar.
Respondiendo a los conceptos del coronel Perón, en nombre de los visitantes pronunció palabras el periodista doctor Barbosa, quien expresó: Quiero pedir licencia para decir a V. E. que cuando me siento en medio del pueblo, como hace unos instantes; cuando oigo los clamores de la masa reivindicando derechos que aquellos que se decían representantes del pueblo nunca les dieron, pese a prometerlo siempre, me he sentido en mi ambiente, porque yo también soy hijo del pueblo.
Cuando días pasados asistimos a un encuentro en el estadio de River Plate, y el locutor anunció nuestra presencia, la sostenida ovación de que fuimos objeto por parte de ese pueblo que coloca a la patria por encima de todo, con un espíritu de independencia dentro de la unión de todos los países, nos hizo llegar a una primera conclusión: que no hay nada en el mundo que hoy pueda separarlos, especialmente cuando se trata de pueblos americanos, como el brasileño y el argentino, unidos no solamente por imperativos geográficos, como lo ha señalado V. E., sino también por imperativos históricos, y por los lazos espirituales que han de privar sobre los demás factores sociales y económicos.
En nombres de mis colegas, de esta presentación juvenil que se halla en esta acogedora y hospitalaria tierra, presento a V. E. nuestro saludo y la expresión de nuestro agradecimiento, rogándole transmita a este grande pueblo el sentido homenaje de la nueva generación del Brasil. Y prometemos a V. E. llevar al gran brasileño Presidente Vargas, el fraternal abrazo vuestro. Contesta el Vicepresidente argentino: Hace poco tiempo llegó al país un viejo amigo nuestro, el periodista brasileño Cayo Julio César Vieira. Llegó hasta el despacho del Ministerio de Guerra y me dijo: "Coronel: en algunas partes del Brasil dicen que ustedes están haciendo fortificaciones sobre el río Uruguay". Yo le contesté: "¡Hombre, es la primera noticia que tengo! Pero yo quiero que usted vaya a visitar nuestras "fortificaciones" en la frontera y vea todo lo que quiera, cuando lo quiera y durante el tiempo que quiera. Verá usted que no encontrará "fortificaciones" sino "fortalezas", constituidas por la extraordinaria unión y camaradería que existe entre los jefes y oficiales brasileños y argentinos, para quienes no hay, en este momento, fronteras que los separen". Efectivamente, Vieira hizo el viaje y a su regreso me mostró una fotografía en la que aparecía de pie sobre un pilar de la triangulación topográfica de Entre Ríos, diciéndome: "Esta es la fortificación". Pero me trajo algo aún más interesante. El jefe del Regimiento 2 de Caballería de Uruguayana me mandó, por su intermedio, una botella de champagne brasileño con una dedicatoria que decía: "Le hago llegar al señor Ministro esta nueva arma secreta brasileña, con la cual comenzamos esta guerra de verdadera confraternidad entre los dos países". Nuestra orden a las tropas de la frontera es la de vivir todo el tiempo posible en contacto y en unión con los jefes y oficiales brasileños. La consigna de ellos es la misma. Las señoras se reúnen indistintamente a tejer en territorio brasileño o argentino, y los jefes alternan en los casinos de oficiales de los regimientos de ambos países, habiéndose realizado ya una corriente de canje espiritual entre las dos orillas del río Uruguay. He querido referir este episodio a los periodistas brasileños ofreciéndoles, en las mismas condiciones, que pueden ver lo que quieran, donde quieran y como lo quieran ver. Esto es todo cuanto podemos ofrecerles, puesto que a nuestros corazones, hace mucho que lo tienen". .................... |
1944-09-21 | En un acto del comercio minorista en el estadio Luna Park | Señoras, señores: Yo sólo he de decir a esta asamblea pocas palabras de agradecimiento, porque ya con anterioridad, sobre estos problemas, me he ocupado extensamente desde el punto de vista de la política social que sigue el gobierno de la Revolución del 4 de junio. Es altamente auspicioso para mi espíritu de luchador, como también lo es para la Secretaría de Trabajo y Previsión, que en esta casa se haya hablado hoy un nuevo idioma, y que se haya puesto en práctica una nueva modalidad de parte de los gobernantes. Ese nuevo idioma al que me refiero, consiste en haber oído nombrar organismos nuevos: Secretaría de Trabajo y Previsión y Secretaría de Industria y Comercio. Parecería anacrónico que recién en 1944 se escuchan en nuestro país, nombres de organismos que hace cincuenta años debieron haberse creado. La Secretaría de Trabajo y Previsión, luchando incansablemente por imponer una nueva justicia social, trata de alcanzarla pese a todos los obstáculos que se le opongan. Por su parte la Secretaría de Industria y Comercio, llegó a fin de normalizar, barriendo en nuestro país la anarquía entre el comercio y la industria; anarquía a cuya sombra se han desenvuelto y proliferado tantos escándalos que la justicia no pudo sancionar. Propugnamos desde nuestra Secretaría del Trabajo la humanización del capital como una aspiración suprema de la justicia social a que aspiramos. La humanización del capital es precisamente lo que ustedes quieren, y que también lo deseamos nosotros. Diferenciamos al capitalismo del capital, y al capital del patrimonio. En nuestro concepto, el capitalismo, es una fuerza de aglomeración fría, internacional, sin patria ni corazón. Es en otras palabras, la aglutinación de lo espúreo del dinero. Es también el acaparamiento de la riqueza. El patrimonio es la herramienta de trabajo del hombre honrado que cumple la sentencia bíblica, de ganar el pan con el sudor de su frente. La diferencia entre el capitalismo y el patrimonio es la misma que existe entre el almacén del noble gallego o del italiano, entre el almacén que conocimos en nuestra infancia, y la fría sucursal de un negocio en cadena. Por eso, la Secretaría de Trabajo, busca precisamente la humanización absoluta del capital, para que la riqueza no sea un exponente numérico de los capitales del país, sino que se traduzca en un bienestar que alcance al mayor número de habitantes. Después de haber escuchado la autorizada palabra del señor secretario de Industria y Comercio yo retornaré a la Secretaría de Trabajo con la inmensa satisfacción de sentir al compañero de lucha en la trinchera de al lado, para que en un esfuerzo conjunto, podamos realizar lo que hace un año me parecía un imposible; y que cada día, en cada paso que avanzo, voy viendo más cercano: el día feliz en que, completemos la obra de organizar todos los factores necesarios para que una mejor justicia distributiva, alcance a los 14 millones de argentinos, que hoy tienen puestas todas sus esperanzas en nuestro gobierno. Que quede, señores, el pasado como un recuerdo de desorganización y de anarquía que perjudicó a todos. Que sea el presente el esfuerzo supremo para alcanzar esa organización y que el porvenir sea tan halagüeño que nos permita vivir en paz, felices, creando nuestra riqueza que será el porvenir de nuestros hijos. Después de oír al señor general Checchi, estoy absolutamente convencido de que no habrá problema sin solución. No se agitará ya el fantasma de la competencia desleal, ni de los poderosos, ni del estado, porque en la Secretaría de Trabajo nos hemos manifestado siempre contrarios a las soluciones que perjudiquen a los comerciantes o a los trabajadores. Nosotros sustentamos, y lo haremos siempre, una solución en que el Estado intervenga, única y exclusivamente, para favorecer y facilitar la acción de los hombres que trabajan. De ahora en adelante ambas Secretarías trabajarán por la solución de esos problemas, y si la esperanza, que es una de las fuerzas más poderosas que mueven a la humanidad, puede coronarse con el éxito a que aspiramos, sabremos que una masa de hombres, tendrá fe en nosotros y esa será la más grande recompensa a que podamos aspirar. .............. |
1944-09-26 | En un acto en el local de "La Fraternidad" : | Señores: Solamente he de pronunciar pocas palabras para agradecer en nombre del Excelentísimo señor presidente de la Nación, y en el mío, el obsequio de estas medallas recordatorias del acto que se acaba de realizar y tiene para nosotros un hondo significado moral.
Si la tradición tiene para los hombres el valor de todo lo legendario, fraternidad es el sentimiento más noble que pueden ostentar los hombres. De ese sentimiento ha tomado el nombre esta institución, que no es una asociación obrera más en el país, sino que constituye un verdadero modelo dentro del panorama gremial de la República. Podría decir que esta institución une el pasado con el momento actual. Sus fundadores comprendieron ya en el año 80' lo que hoy tratamos de infundir a toda la masa obrera del país, es decir, la unión entre todos los obreros, entre todos los argentinos. Los hombres que fundaron esta sociedad le colocaron el simbólico nombre de "La Fraternidad", sentimiento que todo lo une y que hermana a sus componentes.
He de confesar que experimento un gran placer al presidir un acto de tanta significación, en el que los propios asociados reconocen la acción beneficiosa de una intervención que, si en el peor de los casos hubiese sido inútil e innecesaria, ha tenido la extraordinaria virtud de acercarnos mutuamente, y ha permitido que se conocieran bien, oficiales del Ejército y una parte de la clase trabajadora, que conceptúo como una verdadera élite del gremio obrero del país. Espectáculo como éste pertenece, sin duda alguna, a una Nación civilizada. Halaga el espíritu y reconforta el comprobar que después de casi un, año de realizar tareas en común, gobernantes y gobernados se reúnen para brindar por el éxito de las gestiones y dar gracias a Dios por haberse desenvuelto de un modo tan armónico, haber marchado tan al unísono en sus pensamientos, en sus sentimientos y en sus obras. Es por ello que felicito al señor teniente coronel Mercante y a sus colaboradores. Sé bien cómo este jefe encara todas las misiones que se le encomiendan; pero he de manifestar que, en este caso, en su intervención al frente de La Fraternidad, ha sido impulsado por un deseo y un cariño especial, porque, por modalidades de su espíritu, es un "fraternal" de verdad. Por lo que se refiere a los puntos que se han mencionado, declaro en nombre de la Secretaría de Trabajo y Previsión, que hoy, como ayer y como siempre, estaremos empeñados en la consecución de esas aspiraciones. Ni bien comencemos a estudiar las cuestiones que se han mencionado, desde ese momento, hemos de poner todo nuestro empeño para verlas realizadas y cumplidas. En esto, como en los actos de la propia vida, no basta con aspirar a algo, sino que es necesario poner empeño en lograrlo y ejecutarlo. En lo que respecta a las devoluciones y a los defectos físicos, solamente nos hemos de detener cuando hayamos logrado su solución. Os agradezco este homenaje que acabáis de rendir al señor presidente de la Nación y a los funcionarios que han regido los destinos de la institución. Cuando se comprueba unidad de sentimientos, es agradable pertenecer a una generación en la que funcionarios y gobernados, comienzan a comprenderse y, más diré, a quererse mutuamente. ............... |
1944-09-28 | En el agasajo al Director de Salud Pública Doctor Manuel Augustos Viera : | Señores: Yo solamente deseo decir muy pocas palabras para expresar el júbilo con que la Secretaría de Trabajo Previsión asiste por mi intermedio a este magnífico acto de homenaje al doctor Viera. Esta demostración al doctor Viera es también un homenaje al acierto del excelentísimo señor ministro del Interior, que con ojo clínico, como dicen ustedes, ha sabido poner su acción en el punto neurálgico del problema médico del gremio. Las agrupaciones humanas viven los reflejos de los países de los cuales forman parte. Es así que los médicos argentinos hasta hoy han vivido ese absoluto reflejo de la actividad del país. Con ello el gobierno de la salud pública, que por antonomasia es el gobierno médico, ha estado discrecionalmente en manos que no representaban la aspiración total de los médicos argentinos. Asistimos, pues, a un cambio de orientación, y con ello a un cambio de dirección. Nuestro país, dentro de los cánones democráticos de su formación ha indicado hoy, por el mayor número de índices, al hombre que debe tomar el timón de esta noble y grande actividad que se dirige a mantener una población sana y a formar una raza fuerte en cuyo porvenir tiene sin dudas el centro de su gravedad. Es inútil buscar en la recuperación de otros valores la grandeza del futuro de nuestra patria. La grandeza de todos los países, en todos los tiempos de la historia, ha radicado casi exclusivamente en su material humano. Esa es y será la tarea de los médicos que entienden y que practican con amor su profesión. Por eso, señores, yo no felicito al doctor Viera sino que felicitó a la salud pública argentina. Hace tiempo llegó a la Secretaría de Trabajo y Previsión, un grupo de esforzados médicos que sostuvieron con nosotros una primera conversación. Nuestra casa es eminentemente gremialista. Tenemos fe en las agrupaciones y dentro de ellas en los hombres que las agrupaciones sindican como capaces para gobernar. Ese sentido espiritualmente argentino de todos los tiempos, que ha alcanzado las grandes soluciones nacionales nos indicó también el camino de la realidad en ese aspecto. Es así, que la Secretaría de trabajo y Previsión, cumpliendo con su deber ha dictado el primer reconocimiento gremial de las asociaciones profesionales, reconociéndole personería gremial a la Confederación Argentina de Médicos. Con esto iniciamos una nueva etapa en el gremialismo argentino. Pensamos que a este reconocimiento del gremio médico han de seguir otros para bien del país, a fin de borrar de una vez para siempre los discrecionalismos individuales que se han impuesto a las colectividades para dar oportunidad a que las colectividades subalternicen a los individualismos que por dominantes algunas veces llegan a ser arbitrarios. Finalizando estas palabras que he dicho en representación de la Secretaría de Trabajo, voy a pedir al doctor Mazza que dé lectura a una resolución, reconociendo personería gremial a la Confederación Médica Argentina. |
1944-10-15 | En la colocación de la piedra fundamental del Hospital Regional Ferroviario en la ciudad de Junín | Terminamos de asistir a la colocación de la piedra fundamental del Hospital Regional para Ferroviarios. Este es un hecho más que confirma lo que sostenemos desde la casa de la calle Perú: mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar. Es también un hecho que comprueba el resultado de la lucha de los hombres que se deciden a llevar a cabo una acción constructiva. La Unión Ferroviaria y la Fraternidad que son exponentes de esta lucha solidaria, obtienen día a día y jalón a jalón las conquistas que se han propuesto para el bien de su propio gremio. Sé bien lo que sucede dentro de cada uno de los gremios. Sé que en este preciso momento se estará trabajando para la disociación de ustedes por esos mercaderes de la política que no alcanzaron nunca a tomar nada en serio y que tuvieron la desvergüenza de reírse de las cosas más serias de los argentinos. Esa acción disociadora, que se lleva a los gremios, es siempre con mala intención. Los dirigentes que antes vendieron a sus compañeros a los patrones o a los políticos, están trabajando en la sombra para mantener su propio comercio. Son ustedes los encargados de poner una valla a esa infamia de la política destructora de los propios gremios. Por eso, antes de abandonar Junín, quiero hacer a los ferroviarios una recomendación: que se unan, que se depuren, que arrojen de las organizaciones ferroviarias a los que no sean dignos de pertenecer a ellas. Si la República hubiera procedido a depurarse de los malos políticos y de los bandidos que medraban a la sombra del pueblo, el país no hubiera llegado nunca a la triste necesidad de tener que luchar por imponer su propia defensa. Por eso sean mis últimas palabras de consejo para las agrupaciones gremiales. Mantengan los obreros sus organizaciones seriamente constituidas; depúrenlas, y cuando estén estructuradas y dirigidas por hombres de bien que piensen para el gremio y no para afuera del gremio, la masa de los proletarios argentinos habrá obtenido su más amplia conquista y la victoria será el premio de sus desvelos. .................. |
1945-01-12 | Al asumir sus funciones Juan A. Bramuglia como interventor federal de la provincia de Buenos Aires | Señores: Un nuevo soldado de la Revolución llega como delegado del Poder Ejecutivo Nacional a ejercer el gobierno en la provincia de Buenos Aires. Es uno de sus hijos humildes, trabajador y virtuoso, como he podido comprobarlo durante un año de trabajo a mi lado, con resultados excelentes. En mi concepto, los hombres de gobierno han de reunir dos condiciones fundamentales: ser hombres de talento y ser hombres virtuosos. El doctor Bramuglia viene a su provincia natal a tomar el gobierno para demostrar que los hombres humildes y de trabajo suelen ser los más fecundos en la realización de las obras del pueblo. Nosotros, en la Secretaría de Trabajo y Previsión, teníamos un solo lema: trabajar. Trabajar para el bien del país, aun cuando ello imponga el más extraordinario sacrificio de la salud y hasta de la vida. Él viene acá con el mismo lema, dispuesto a sacrificarse por el bien del pueblo, y es por ello que yo pido a todos los habitantes de la provincia de Buenos Aires que colaboren y cooperen al servicio de la gestión que desarrollará. Si lo hacen, serán ustedes quienes recibirán el beneficio inmediato y mediato de la acción de gobierno y de este nuevo hombre de la Revolución que pondrá en marcha al gobierno de la provincia. Que Dios le sea propicio en el desempeño de su función pública, que el tiempo pueda demostrar que los hombres de trabajo constructivos son también los hombres ideales del gobierno. ......................... |
1945-01-15 | En una reunión con industriales en la Casa de Gobierno | En numerosas oportunidades he pedido cooperación, no sólo a la Unión Industrial sino a todos los industriales del país. Nosotros nos veremos abocados, especialmente en la posguerra, a algunos problemas que son de solución extremadamente difícil y que si no los solucionamos oportunamente con el apoyo de toda la industria del país, la directamente castigada será la industria misma, especialmente aquellos industriales económicamente menos poderosos que serán condenados, diremos así, a muerte. Por ello esa operación es indispensable. En estos últimos tiempos el Consejo de Posguerra ha visto la necesidad de agrupar los industriales en defensa de sus propios intereses. No soy yo quien los va a defender, sino los propios industriales. Pero quiero que los que cooperen sean los verdaderos, los auténticos industriales, los que tiene algún interés que defender, y que lo hagan con la pasión del que defiende algo propio. Hace un año visité por primera vez a la Unión Industrial, a la que no conocía y lo hice sin ningún prejuicio. Encontré allí caballeros muy amables, muy atentos, y expresé en esa oportunidad, sin ninguna prevención contra la industria ni contra persona alguna, el concepto que tenía de la misma. Los problemas de la industria se resuelven por cooperación de todos.
Desgraciadamente la cooperación pedida fue esperada en vano durante seis meses y en vez de la misma he recibido notas muy amables, buenas palabras; pero en la posguerra, la industria, que puede caer en la ruina más absoluta, no se va a defender con bonitas palabras o notas amables. La industria se va a defender previendo todas las cosas que pueden ocurrir en la posguerra. Nadie más interesado que el ministro de Guerra en que la industria se asiente sobre las bases más firmes y sea lo más poderosa posible; nadie más interesado que yo en defender hasta el último industrial por todos los medios y por cualquier camino. Como dije, pedí en vano la cooperación, porque detrás de las amables notas y bonitas palabras generalmente llegaba una medida en la que yo veía un sabotaje al trabajo que estábamos realizando. Comprenderán ustedes que cuando se producen situaciones de tal naturaleza, yo debo pensar que hay una de estas dos cosas: o que hay intereses contrapuestos al gobierno, o que se hace un sabotaje disimulado. La finalidad de ese sabotaje y los efectos del mismo los percibo inmediatamente, porque tengo los organismos sensibles y suficientes para captar cualquier de esos signos; debo pensar que se está haciendo un sabotaje al gobierno, o que se está haciendo ese mismo sabotaje a la industria. En cualquiera de estos dos casos yo debo pensar que se trata de una cuestión que está fuera de toda consideración amable, ya que se realiza una acción solapada contra la propia actividad que se tiene la obligación de defender. La misma gravedad revestiría si esa acción solapada fuera dirigida contra el gobierno. Por esa razón hago un llamado a los hombres de buena voluntad. No tengo interés en disimular nada; tengo un sólo interés y es el de que la industria por ser una parte de la patria esté defendida como debe estar. Quiero que ustedes resuelvan sus propios problemas y que tengan la voluntad necesaria para defender sus intereses, en la seguridad de que tienen ese derecho y de que están defendiendo el patrimonio de sus hijos. No creo que con nuestras instituciones tan libres y democráticas debamos seguir calcando lo que probablemente no sea justo. Si las instituciones del país son, como dije, tan libres, las instituciones parciales deben sostener esos mismos principios. Las comisiones directivas de las asociaciones deben ser accesibles a todos; al que tenga un capital de cincuenta millones de pesos como al que tenga un capital infinitamente menor. Eso es lo que establece nuestra ley, y eso es lo que la misma debe permitir y asegurar. Esa es mi intención, porque sé que entre los hombres que tienen cien millones de pesos existe la misma voluntad para defender la industria que entre los que no los tienen.
En este momento tengo la responsabilidad del estudio de los problemas fundamentales de la industria en la posguerra y quiero que esa responsabilidad la compartan ustedes, porque nadie mejor que ustedes, sabe a quién habrá que defender en ese entonces. Tengo la mejor voluntad para resolver cualquier problema y si ustedes se disponen a trabajar y colaborar con nosotros no tendrán nunca que arrepentirse de ello. No queremos en absoluto dirigir la industria; queremos dejar libertad absoluta, que el industrial haga en su casa lo que se le ocurra, siempre que sea justo. Tenemos interés en que los patrones tengan disciplinado a su personal pero antes de asegurar eso, hay que asegurar la justicia. Cuando se haya asegurado la justicia, si se produce cualquier caso de protesta injustificada, nosotros mismos - y ya hemos dado pruebas de ello - obraremos con la mayor energía para poner en su quicio a los hombres que quieran excederse. Nosotros tenemos que contemplar muchos problemas y les pedimos esa tolerancia que a cierta altura de la vida se aprende a tener con los demás; ustedes nos toleran nuestros errores y nosotros toleraremos los de ustedes. Creo que si seguimos en este tren de entendimiento y colaboración hemos de llegar a solucionar los problemas que atañen a la industria. Pero les quiero recordar señores, que no es con organismos muy complicados, sino con organismos muy bien intencionados con los que estos problemas se podrán resolver. Los hombres que dirijan la industria deben ser industriales auténticos. Esto mismo lo imponemos a los obreros y les aseguro que dentro de poco tendrán ustedes las masas obreras mejor organizadas, porque nosotros, les imponernos una disciplina, llamémosla gremio o como se quiera. La gente necesita una disciplina. La masa más peligrosa es la masa inorgánica. Estamos pasando por una época de transición pero les aseguro que cuando las masas obreras estén bien organizadas, con sus dirigentes bien seleccionados, con disciplina gremial, serán mucho más disciplinadas que las masas anteriores totalmente inorgánicas y en manos del primer aventurero que aparecía para usarlas a su arbitrio. Les aseguro que esto se va a ir organizando y que ustedes gobernarán a sus propios obreros por sus propios organismos sindicales. Estamos apurando un proceso que debiera desarrollarse en veinte años, y creo que no lo hacemos del todo mal y que no perjudicamos a nadie. Nunca se tomó una medida unilateral. Se trata de un proceso que no podemos acelerar. Esto entra también en el margen de tolerancia que ustedes deberán tener para con la Secretaría de Trabajo y Previsión que es la que organiza estas cosas.
Les agradezco señores muchísimo que hayan tenido la amabilidad de concurrir. ........................... |
1945-01-18 | En la Cámara de Diputados de la Nación en una reunión con industriales | En primer término, señores, quiero iniciar esta disertación dando gracias a Dios, que en medio de un mundo sometido al caos y a la desesperación, nos permite que vivamos en esta ínsula de paz y de felicidad. El más feliz de nuestros vecinos, en el mejor de los casos, come carne una vez por semana. Esa paz, esa felicidad y ese bienestar, no sabemos, o en algunos casos, no queremos cuidarlos de acuerdo con las necesidades actuales del país. Pareciera en algunos casos que tratamos de pelear entre nosotros en vez de armonizar todas las circunstancias que han de permitirnos seguir gozando de esa felicidad que Dios ha derramado a manos llenas.
Agradezco muy profundamente a los industriales que vienen hoy a ofrecer una colaboración y una cooperación que durante un año he venido insistentemente pidiendo a todas las fuerzas económicas de la Nación. Yo, señores, lo agradezco en nombre del país y lo agradezco también en nombre de la propia industria. No tengo otro interés personal que el bien del país ni otro prejuicio que el de que todos cumplamos con nuestro deber de argentinos en esta hora preñada de amenazas para el porvenir de nuestro país.
He de declarar también, señores, que estoy absolutamente persuadido de que la Argentina ha de salvar su futuro si todos los argentinos se unen para luchar para que la bendición de sus destinos siga como hasta ahora. Si no colaboramos todos en este sentido, habremos de arrepentirnos y de responder ante las generaciones futuras de no haber sabido encarar y resolver en forma que esas generaciones tengan algo que agradecernos. La democracia, señores, no ha de estar solamente en la boca, sino que es menester que esté también profundamente arraigada dentro de nuestros corazones.
El estado de descomposición política producido por la viciosa realidad de nuestras formas institucionales se ha entrelazado y en muchos casos ha pasado también a las actividades económicas. Lo que sucede en el panorama político ha sucedido a veces también en el panorama económico de la Nación. Las oligarquías políticas suelen afirmarse en las oligarquías económicas, y es necesario deslindar bien ambos campos para que las interferencias del uno no perjudiquen al otro. La política del Estado ha de estar cimentada en la sinceridad y en la lealtad, jamás en las combinaciones más o menos insospechadas de los intereses personales, de los intereses de círculos o de los intereses que no sean los reales de la Nación y de la prosperidad de nuestro futuro. Cuando ello sucede, el beneficio especulativo de unos pocos pasa a apoyarse en el perjuicio de todos los demás, de manera que una norma de conducta que sea realmente conveniente puede estar mezclada con intereses que no sean los reales intereses de la colectividad.
Es menester, señores, reaccionar contra esas formas tóxicas para organizar las benéficas instituciones representativas y defensoras auténticas del bien general. En este sentido yo sé bien de mis desvelos de hace ya tiempo por la situación que pueda presentarse en la posguerra, que es, en mi concepto, el primero de los grandes objetivos que debamos tener en cuenta para afirmar en la realidad los posibles éxitos económicos, sociales y políticos de la Nación. Ir más allá sería casi una utopía de previsión, porque nada de lo que puede suceder en el futuro lo podremos prever con certeza, si no hemos asegurado previamente ese fundamental objetivo que llamamos la posguerra. Sabemos bien que después de la guerra 1914-18 los industriales especialmente sufrieron en carne propia las imprevisiones de no haber sabido preparar una solución de continuidad que se presentaría fatalmente al terminar la guerra y que volverá a reproducirse indefectiblemente cuanto termine la que hoy azota a la humanidad entera.
He pedido, señores, la colaboración de todos porque el problema común no puede resolverse unilateralmente; he solicitado esa colaboración leal y sincera y, francamente no puede contestarse con palabras halagüeñas el resultado de todas mis gestiones y desvelos a ese respecto. Hubo momentos en que al pedido de leal colaboración se me ha contestado con el silencio, que en estos momentos constituye un verdadero sabotaje; otras he recibido palabras y notas amables, pero la colaboración efectiva no la he recibido todavía.
Yo no hago cargos contra nadie, porque estos problemas han de ser resueltos por todos, y si alguno lo resuelve en lugar nuestro, siempre lo hará en forma tal que tengamos poco que agradecerle.
Ese sabotaje del silencio puede estar dirigido contra el gobierno, o puede estar dirigido contra la industria; dirigiéndolo contra uno indefectiblemente irá dirigido contra el otro; porque el gobierno y la industria, tal cual lo entendemos nosotros, como problema integral de la Nación, están real y absolutamente ligados; la unión que debe existir entre esos dos órganos del Estado debe ser efectiva, y la ruina del uno representaría la ruina del otro.
Siempre he mirado con profundo respeto y con el cariño que se merece al industrial auténtico, con el cariño con que se debe mirar a los argentinos que están labrando la grandeza del país. No he tenido nunca prevenciones contra los hombres que trabajan, ni las he de tener jamás, porque cada uno pone sus desvelos en pro del bien de la patria en la dirección que le dicte sus inclinaciones y posibilidades; y ante el destino de la patria es tan meritorio el uno como el otro.
Se ha producido también una campaña contra la Secretaría de Trabajo y Previsión y algunas veces en forma personal contra mí. Yo, señores, soy un hombre de lucha, de manera que no habrá campaña que me pueda siquiera molestar.
Cierta vez realicé una visita a la Unión Industrial Argentina. En la misma dije lo que franca y realmente pensaba de esa meritoria organización que hace tantos años rige la asociación de la industria argentina. Luego de esa visita he solicitado siempre, insistentemente, una colaboración, franca, leal y sincera que todavía espero.
Mi buena voluntad y mis deseos de bien desgraciadamente no se han cumplido; pero, señores, como ministro de Guerra debo dejar constancia públicamente de mi reconocimiento a la industria argentina, que en todos los aspectos en que me ha sido necesario pedirle su colaboración, la he tenido en forma absolutamente satisfactoria y más allá de toda ponderación, en forma tal que, si el ministro de Guerra ha podido cumplir sus programas, ha sido merced a esa buena voluntad y capacidad pujante, abnegada y patriótica.
Nosotros anhelamos esa cooperación. Todo el que vista un uniforme sabe bien que las fuerzas del país deben ser absolutamente indivisibles y jamás una fuerza interna debe estar frente a otra, llámense estas, fuerzas económicas, fuerzas sociales o fuerzas políticas.
Nosotros entendemos el problema de la nacionalidad por el lema que hemos estampado en nuestro propio programa: la unión efectiva de todos los argentinos. Aparte de ello, señores, debemos pensar con criterio racionalista; la necesidad imprescindible de organizar el Estado en relación con la economía, y en este sentido llamo a todos a la reflexión. ¿Que recibimos como datos básicos para cualquier planificación? Hace cuarenta años que en este país no existen censos y no ha existido tampoco una dirección general de estadística integral del país, de manera que nuestros estadígrafos están mirando la realidad argentina por un pequeño agujerito y en una dirección totalmente unilateral. Las estadísticas valen cuando son integrales y pierden su valor relativo cuando son parciales. Este país no ha dispuesto jamás de una estadigrafía integral. En consecuencia, quien desee gobernar y organizar la Nación se encuentra con que en principio no sabe lo que tiene, donde lo tiene, ni como lo tiene. Sin ese conocimiento, ni el Estado, ni el estadígrafo, ni el técnico podrán elaborar nada constructivo, exacto, ni real.
Entiendo que la planificación de gobierno de un estadista es una cuestión simple si él encara racionalmente el problema, sea en el orden político, en el orden social o en el económico. En pocas palabras, se trata de saber cuál es la situación real, cual es el objetivo al que se ha de llevar en cada aspecto, para luego llamar al técnico, al baqueano, para que indique el camino más corto para alcanzar dicho objetivo. Ese es la base del planeamiento, y así no podemos en la presente situación, no podemos realizar ese planteo porque no conocemos el punto de partida, no sabemos dónde estamos y todo lo hay que hacerlo a base de cálculos teóricos, que suelen fallar extraordinariamente.
Nosotros hemos, comprendido claramente este problema y deseamos buscar la cooperación de todos, mientras el Consejo del Censo Nacional y el Consejo Nacional de Estadística, creados el año pasado tengan el tiempo suficiente para asentar las bases reales de nuestra economía y de nuestra situación actual en lo social y en lo político. Para ello, también se necesitan los instrumentos, y nosotros, malos o buenos, los hemos creado: la Secretaría de Trabajo y Previsión y la Secretaría de Industria y Comercio. El país ya no podía seguir adelante sin estos cuatro organismos fundamentales, sin los elementos de estadigrafía argentina y los elementos técnicos, para indicarnos caminos hacia los objetivos que los estadistas del país deberán fijar en el futuro.
La organización de la riqueza, señores, es el imperativo de la hora. No hablemos de economía dirigida, hablemos de organización de la riqueza. Eso es lo que el Estado debe realizar: organización del trabajo, organización de las fuerzas económicas del Estado y organización del Estado mismo. Organización del trabajo, para evitar la lucha que destruye valores y que jamás los crea. Organización de las fuerzas económicas para que no estén nunca accionando sobre el Estado político, para que no estén nunca accionando unas contra otras y destruir los propios valores con una competencia desleal. Organización de las fuerzas económicas, para que ellas mismas creen dentro de sí sus propios organismos de autodefensa, porque la naturaleza prueba que los organismos, como el humano, si no tienen sus propias defensas no viven mucho. Y organización del Estado, para que gobierne en bien de las otras fuerzas, sin interferir en sus intereses y sin molestar su acción, sino propugnar los valores reales de la nacionalidad y beneficiando a los que merezcan el beneficio porque trabajan con lealtad para el Estado y para la Nación. Organización del Estado para que no lleguemos a pensar que el Estado es todo y los individuos son nada, porque el todo es la Nación y el Estado es, dentro de ella, una sola de sus partes.
Con esos conceptos, señores, podrán pensar claramente que no soy de los que propugnan que el gobernante ha de dirigir todas las actividades de la Nación, pero sí, está en la obligación de organizarlas, para que no choquen entre sí, y para que la libertad de otros otras sea respetada por la libertad de los unos Entre las fallas fundamentales de nuestra instrucción y de nuestra preparación está la de que en este país se ha tenido siempre un desprecio supino por la organización. No hay una sola escuela del país donde se estudie organización, y ése es el anacronismo más extraordinario, porque éste es un país nuevo que debe organizarlo todo, y a nadie se le ha ocurrido que hay que estudiar profundamente las leyes de la organización, que es necesario que en todas las escuelas figure esa materia como ciencia pura, para discriminar sus grandes principios y luego establecer la aplicación de los mismos. Los países nuevos que desprecian eso andan, como nosotros, sometidos a una anarquía integral del punto de vista político, social y económico.
Señores: hay países que hace treinta años tenían un presupuesto y un volumen comercial e industrial correspondiente a la mitad de los nuestros, y hoy han triplicado esos valores con referencia a la Argentina. Ello se debe a que organizaron a tiempo su riqueza y nosotros hemos seguido en esta piedra libre escandalosa que nos sume en la anarquía integral, que es muchas veces peor que la anarquía política. Y esto tiene el gran defecto de ser un caldo de cultivo para los piratas de todas las actividades que medran siempre en perjuicio de los hombres honrados que ennoblecen a las naciones.
El mundo actual, señores, se mueve y marcha a ritmo acelerado. El libro que entra hoy a la imprenta ya es anticuado en relación al que presente el editor, y ésta es una verdadera ola que afecta a todas las actividades. La evolución y no la atonía en esperas inútiles es el problema del momento. Hoy hay que accionar, y el que no acciona queda fatalmente detrás y es arrollado por los acontecimientos posteriores. Es la ley de la vida, la evolución. Los organismos que no evolucionan y no se modernizan, como los cuerpos humanos, y en general, animales, envejecen y mueren. Para que a las instituciones no les alcance esta ley biológica deben evolucionar oportunamente o, de lo contrario, desaparecer para dejar el lugar a nuevas fuerzas adaptadas al momento y a la realidad que se vive. Esa evolución es lo único que puede evitar el cataclismo que se produce, fatalmente, cuando no se evita la inercia. Es necesario que nosotros pongamos en marcha nuestro sistema general para que la evolución que viene con gran fuerza no produzca la ruptura y la caída de nuestros propios organismos. La posguerra traerá sorpresas muy grandes, que serán agradables si queremos y solucionamos ya los problemas, y que serán sumamente desagradables si seguimos pensando que podemos disfrutar de un lecho de rosas, que es sumamente circunstancial.
Es necesario crear esos instrumentos de defensa. Evolución intensa, racional y realista: eso es lo que yo aconsejaría a todos los señores industriales, es decir, la evolución de las organizaciones para no morir. Las organizaciones patronales de la industria, en mi concepto, no han evolucionado dentro de estos principios. Hay que crear organizaciones sensibles y modernas, con representación de toda la industria, para que todos tengan acceso a la defensa de sus auténticos intereses, organización integral y sin exclusiones.
Creo que este problema es mucho más serio de lo que muchos creen. El futuro del país será también industrial o nos tendremos que someter a ser un país semicolonial, en el porvenir. Ustedes, señores industriales, deben construir el patriciado de la industria argentina, porque ustedes han sido los verdaderos iniciadores de esa actividad. El país les deberá a ustedes, en este sentido, todo, y el reconocimiento del país estará puesto, desde ese momento, en los verdaderos industriales argentinos. Me refiero también, y muy especialmente, a la mediana y a la pequeña industria; me refiero a los verdaderos pioneros de estas actividades, que, abnegados y anónimos, en todos los puntos del país, están trabajando para reemplazar lo que antes venía a costa de la migración de nuestros propios capitales. A todos también, señores, corresponde un poco de responsabilidad en esta hora y en el futuro, aunque, como he dicho, estoy absolutamente seguro de que estamos en tiempo para salvar todos lados males que pueden preverse.
Es menester, señores, organizarse leal y sinceramente; es necesario que organizaciones serias y auténticamente representativas, tomen la defensa y la dirección de la industria argentina; es indispensable, en mi concepto, ir hacia una organización ideal, que puede hacerse a base de la ya existente, de la actual, pero con representación directa y sin exclusiones.
El Estado moderno no resistirá la acción demoledora de los hechos, económicos, sociales y políticos, si no organiza su propia defensa. La organización y coordinación de sus fuerzas económicas, sociales y políticas es la única defensa contra los cataclismos a que asistimos y que debemos tomar como enseñanza en cabeza ajena, ya que la enseñanza en la propia cabeza suele ser el maestro de los tontos.
En mis sueños optimistas de argentino suelo ver a una Nación económicamente poderosa y dentro de ella, a un Estado racional y equilibrado, que sirva del mejor modo las necesidades económicas, sociales y políticas, para hacer la felicidad de todos los argentinos; y sueño también, señores, que ello se consigue solamente con el sacrificio y con la tolerancia.
Creo, señores, que es menester que ustedes tengan confianza; sin esa confianza, base del optimismo realista, no se recorre largo camino en la vida. Organícense ustedes para defenderse, que haciéndolo defenderán a la industria y defenderán al país; que se organicen las demás fuerzas económicas que juegan en el panorama nacional y habremos echado los cimientos de la verdadera grandeza de nuestro país. Organicemos al Estado para ponerlo a tono con la hora y los argentinos nos habremos salvado en esta hora incierta.
Como coordinador económico y como presidente del Consejo de Posguerra necesito, señores, la ayuda de todos ustedes, y por eso es que desde hace largos meses lo solicito insistentemente. No deseo en manera alguna verme obligado a resolver unilateralmente esos problemas, porque habría entre ustedes, sin duda, una cantidad de perjudicados y yo no quisiera que por obrar discrecionalmente, algún día pudieran perjudicar injustamente a ningún argentino.
Si colaboran y cooperan con nosotros, la tarea será simple y el país tendrá que agradecérnosla en el futuro a todos nosotros. El Consejo de Posguerra está estudiando todo lo referente a una organización integral de defensa económica y de coordinación en todas las actividades del país. En lo concerniente a la industria la Secretaría de Industria y Comercio ha tomado a su cargo todas estas actividades, y el señor subsecretario de Industria leerá los grandes principios sobre los cuales asentamos la acción del Consejo de Posguerra.
No deseo terminar estas palabras sin agradecer profundamente el honor que ustedes me han dispensado al llegar hasta aquí. Y cuando alguien les diga que yo o los organismos que represento hayamos estado en contra de la industria, o en contra de algún industrial, en mi nombre pueden ustedes desmentirlo, seguros de que mi palabra no será jamás desmentida por los hechos.
Por otra parte, señores, en defensa de la Secretaría de Trabajo y Previsión, debo decir que sé que algunas veces algunos señores se han quejado de que no han sido así bien atendidos. Nosotros hemos tenido que organizar un organismo; no todo el personal puede ser fiscalizado cuando se trabaja con veinte o treinta secretarios gremiales a la vez; de manera que les pido, señores, que tengan con nosotros esa tolerancia que enseña la vida y que es la base de las buenas relaciones entre los hombres de buena voluntad. Si lo hacen, señores, tendré una vez más que agradecer las muchas amabilidades de que me han dado prueba los industriales. Muchas gracias. ........................ |
1945-03-17 | En la inauguración de las sesiones de la Reunión Nacional de Municipios | Excelentísimos señores ministros, señores interventores federales, señores Delegados de los Municipios Argentinos, señoras, señores: Para comenzar deseo dar a los señores delegados la bienvenida en nombre del gobierno de la Nación, nexo de unión común de todos los argentinos y por cuya felicidad trabaja con el pensamiento puesto en la grandeza de la patria y la mirada fija en el porvenir de la Nación.
Campesinos o ciudadanos, todos los argentinos que trabajamos por el bien común, hemos de sentir esa hermandad patriótica que al hacer unidos y grandes a los pueblos, eleva a los hombres por sus sacrificios como por sus triunfos.
Hombres de las ciudades, sean nuestras palabras de amor y reconocimiento a los rudos y esforzados campesinos que en todas las latitudes de la patria elaboran su grandeza y cimentan su porvenir.
Cuenta la historia que el gran Licurgo en una de sus más notables y atrevidas concepciones dividió las tierras de Laconia en treinta mil partes que distribuyó a los campesinos e hizo nueve mil partes del territorio de Esparta que entregó a otros tantos ciudadanos. Existía a este respecto, entre los habitantes, una desigualdad tan prodigiosa, que la mayor parte privados de toda posesión y reducidos a la miseria, estaban a cargo de la ciudad, mientras que todas las riquezas se encontraban en manos del más pequeño número. Licurgo, quería desterrar de Esparta la insolencia, la envidia, la avaricia, el lujo y las dos más grandes y más antiguas enfermedades de todos los gobiernos: la riqueza y la pobreza. Persuadió a los espartanos en poner en común todas las tierras y hacer una nueva distribución de ellas y vivir en adelante en una perfecta igualdad, a fin debe dar todas las distinciones al mérito sólo, y no reconocer otra diferencia que la que naturalmente resulta del desprecio por el vicio y la estima para la virtud.
Gloriosos tiempos, los de la grandiosa Esparta de Licurgo.
El problema demográfico de todos los tiempos: la ciudad y el campo.
Un sólo problema: el de la Nación. Un solo objetivo: su grandeza.
El arte de gobernar se ha caracterizado en todas las épocas de los países cultos, por la elegancia con que han sabido armonizarse las normas clásicas del derecho con la mutable y efímera realidad del vivir cotidiano.
Hallar el equilibrio entre los derechos y obligaciones que mutuamente existe entre pueblo y gobierno, constituye la prueba más concluyente de capacitación de quien tenga la virtud de lograrlo, y es la piedra de toque de la sensibilidad colectiva. Por ello, precisamente, porque constituye el problema psicológico de las multitudes ciudadanas, de las que están en acción en un momento determinado de la historia, es indispensable que las directivas generales de orientación política en cualquiera de sus aspectos -económicos, financieros o sociales-, así como las soluciones concretas de los casos prácticos de cada momento, estén impregnadas del sabor de la época y del sentido de la realidad.
Por eso, el Poder Ejecutivo, al convocar la primera reunión de municipios que celebra la Nación Argentina, no lo ha hecho para analizar aspectos institucionales del régimen comunal ni problemas vinculados al funcionamiento de los entes municipales, sino que con el espíritu bien atento a las conmociones mundiales, los ojos fijos en el porvenir de la patria, ha esbozado los objetivos que deben perseguirse, auscultando las verdaderas aspiraciones e inquietudes del pueblo en cuanto se refiere a los asuntos más inmediatos que tiene planteados y pueden presentarse en el momento más imprevisto.
De ahí que no sean las normas de gobierno comunal las que en esta reunión se analicen sino las orientaciones que pueden solucionar de manera concreta y terminante, cualquier, eventualidad que amenace perturbar el ritmo de nuestra economía.
No venimos a discutir los métodos que entregaremos para lograr una finalidad; venimos a decidir cuáles son las finalidades que conjuntamente nos proponemos alcanzar.
Surge claramente del temario que habéis estudiado un afán bien simple que puede sintetizarse así: queremos indagar y conocer cuáles son las aspiraciones e inquietudes de los municipios y cuáles son sus probabilidades económicas para satisfacer. Ante todo, cual es la meta; luego ya veremos cuáles son los medios para alcanzarla.
Esta labor se encara con la convicción de que es función primordial del Estado analizar el desajuste que pudiese existir entre esta meta y esos medios, tanto en el municipio urbano como en el rural, con el firme propósito de contribuir a remediarlo a la luz del interés superior de la Nación. No hay, en efecto, problemas exclusivamente urbanos ni problemas exclusivamente rurales, sino, ante todo, problemas argentinos.
Los municipios son, en efecto, los focos que polarizan cuanto puede involucrar, sea una amenaza, sea una promesa, para el futuro desenvolvimiento de la Nación. En ellos encontramos el soporte máximo de la economía nacional y, también, la raíz de sus más fundamentales problemas. No envejece la aguda frase de Tocqueville: "El hombre es quien constituye los reinos y crea las repúblicas, pero el municipio ha salido de las manos de Dios: sus raíces están en las entrañas mismas de la sociedad".
En momentos como los actuales, de próxima y substancial transición entre inciertas realidades definidas por la guerra y la realidad de incertidumbres que provoca la posguerra, el gobierno de la Nación debe preocuparse por encontrar solución a los problemas de la vida municipal; porque si no se consigue resolverlos adecuadamente, quedarán asimismo sin solución buena parte de los más esenciales problemas de la vida nacional.
Es a través del municipio que se establece el primero y más directo contacto entre el Estado y los ciudadanos de nuestro pueblo. Nuestro pueblo, los hombres y mujeres de nuestra tierra, constituyen el más rico activo de nuestra Nación, el más preciado de sus dilatados recursos.
Tan importante es empezar por humano que el bienestar y la seguridad de nuestro pueblo constituyen la razón de ser del propio Estado.
Las aspiraciones e inquietudes de los municipios son un aspecto esencialmente básico de las inquietudes y aspiraciones de nuestro pueblo y como el municipio desempeña un papel preponderante en la vida del país, resulta también imperativo que adquiera la posición que le corresponde que en la definición de la política nacional. Forzosamente debe ser así, porque la organización municipal no es tan sólo un problema administrativo: es un problema íntimamente unido al organismo del Estado.
Es un hecho indiscutible que la evolución social y económica de todas las naciones modernas, se caracteriza de acuerdo a una ley que parece ineluctable, por la transición de una economía familiar cerrada, a una organización económica más compleja, impulsada por el tipo avanzado de industrialización que la vida moderna impone. Paralelamente, se advierte también la transformación en urbana, de la hasta ayer predominante forma rural de vida. El desplazamiento de la población a zonas urbanas, con el cambio fundamental que acarrea en la estructura de las relaciones del trabajo, en la manera de la vivir y de ganarse la vida, se ha reflejado a su vez en las profundas modificaciones experimentadas por las características de la vida social.
Debe esperarse que las condiciones de vida características de los centros urbanos que afectan a una siempre creciente proporción de nuestro pueblo, se difundan con más amplitud en todo el ámbito de la Nación. Deben aunarse esfuerzos para que el municipio argentino logre estar a la altura de su misión en una época en que ésta parece consistir, fundamentalmente, en brindar a la población las mejores condiciones de vida que permite el progreso técnico.
Los problemas municipales, su estado sanitario, sus servicios esenciales, las condiciones de vida y techo de su población, son problemas argentinos, de interés nacional, motivo de profunda preocupación para las autoridades nacionales que no vacilarán en adoptar todas las medidas inherentes a la órbita de su responsabilidad y facultades constitucionales, que faciliten al municipio la correcta solución de sus propios problemas. No incumbe, desde luego, al gobierno de la Nación, asumir la responsabilidad de los problemas puramente locales, del mismo modo que tampoco corresponde al municipio cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de los problemas netamente nacionales.
Sería incomprensible, no obstante, que el gobierno de la Nación se desinteresada por la manera de dimitir del pueblo argentino en atención al hecho de que habita en la jurisdicción de un municipio.
Podrá decirse -alguien lo ha dicho- que ciertas cuestiones incluidas en el temario escapan a las funciones propias de los municipios y que mejor corresponden a la esfera de organismos superiores. Podría decirse -otros ya lo han afirmado también- que hay cuestiones peculiares de los municipios que no deben llegar a las autoridades de la Nación. Yo no debo contestar a estar dudas o vacilaciones; pero sí quiero deciros -con el tono más cordial como si hablara privadamente con cada uno de vosotros- que para la marcha ascendente del progreso argentino necesitamos todos los concursos bien intencionados; vengan de donde vengan. Y estoy firmemente convencido, de que unidos hombros con hombros, juntos lograremos los más grandes ideales que como argentinos podemos apetecer. Solamente proclamo que para lograrlos no se necesita más que laboriosidad, honradez y lealtad con la patria. ........................................ |
1945-06-03 | En la inauguración de un barrio de casas para obreros en San Isidro | En nombre de la Secretaría de Trabajo y Previsión, rindo un homenaje a la voluntad y al deseo de hacer, puestos de manifiesto por el ministro de Obras Públicas, por intermedio de la Administración Nacional del Agua. Y anhelo que en el porvenir veamos surgir miles de estos barrios, que han de redundar en beneficio de la salud, de la vida y de la moral del nuestros hombres de trabajo, que todo lo que dan por la patria y con quienes la patria tiene contraída una deuda de honor. Ese anhelo ha de realizarse, fiel a la máxima de que "mejor que prometer es realizar", postulado fundamental de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Dentro de cuatro días pondremos en posesión al Directorio de la Administración Nacional de la Vivienda. Ello será la puesta en marcha de un organismo que quiera Dios inspire su celeridad, su seriedad y su eficacia técnica en lo que acabamos de ver realizado tan admirablemente por el Ministerio de Obras Públicas. ............ |
1945-06-16 | Contestación de la Secretaría de Trabajo y Previsión al Memorándum elevado a la Presidencia de la República por la Bolsa de Comercio, la Unión Industrial y otras entidades económicas | Contestación de la Secretaría de Trabajo y Previsión al Memorándum elevado a la Presidencia de la República por la Bolsa de Comercio, la Unión Industrial y otras entidades económicas La presentación, ante el excelentísimo señor presidente de la Nación, general de brigada Don Edelmiro Farrell, de la Bolsa de Comercio, la Unión Industrial Argentina y numerosas otras organizaciones patronales, expresando el juicio que les merece la política social seguida por la Secretaría de Trabajo y Previsión, entraña un ataque a fondo a la intensa y difícil tarea que ha venido desarrollando esta Secretaría, para mejorar el estándar de vida de la población laboriosa del país.
En poco más de un año de existencia, este organismo ha probado con hechos irrefutables, que no defraudó las esperanzas cifradas por el pueblo en oportunidad de su creación.
Hasta el 17 de noviembre de 1943 la legislación del trabajo no sólo era escasa, sino que su cumplimiento quedaba librado a la buena o mala disposición patronal o a la fuerza de que dispusieran los sindicatos obreros para imponer su respeto. El Estado se encontraba ausente, puesto que el Departamento Nacional del Trabajo y sus similares de las provincias, carecían de suficiente autoridad efectiva y de los recursos legales que les permitieran defender los legítimos derechos del trabajador, aún en los casos que las leyes hubieran estipulado expresamente esos derechos.
Más grave aún, era la situación de los trabajadores con respecto a sus salarios, pues no contando con una legislación que los regulara, quedaban al arbitrio de los empleadores, dando lugar, por lógica consecuencia, a los reclamos obreros casi siempre rechazados. En no pocas oportunidades, no solo se rehusaban la mejora solicitada sino que adoptaban medidas que significaban represalia contra los trabajadores que se destacaban en la defensa de los intereses de sus compañeros de tareas. Las huelgas, con todos los inconvenientes para los patrones, los trabajadores y el Estado, eran la consecuencia inevitable de ese proceso. Recién entonces los gobiernos tomaban intervención y - justo es decirlo - casi invariablemente lo hacían para sostener y proteger los intereses patronales, con desmedro de la justicia y en perjuicio de la paz social.
Sólo las muy sólidas organizaciones obreras -y en mérito a su propio esfuerzo- lograban imponer mejoras para sus respectivos gremios. Los demás estaban desamparados.
Para modificar sustancialmente esa situación, se creó la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Si alguna demostración definitiva era menester para comprobar la eficacia de orientación seguida y de la obra cumplida por la Secretaría de Trabajo y Previsión, la encontramos precisamente en que esa obra provoca las quejas de algunas fuerzas económicamente poderosas, habituadas a encontrar a ciertos gobiernos sumisos a sus pretensiones y siempre prestos a poner la fuerza del Estado para acallar violentamente el reclamo de los humildes.
Cuando los trabajadores del país comprobaron que en la Secretaría de Trabajo y Previsión se atendían sus pedidos justificados y se les protegía en el derecho constitucional de asociación, se hicieron presentes para solicitar mejoras, que hacía mucho tiempo necesitaban, pero que debían silenciar por falta de autoridades que los comprendieran y de garantías para su incipiente organización.
No es cierto que la Secretaría de Trabajo y Previsión impulse "un clima de agitación social". El clima lo impulsan las injusticias sociales y la intransigencia de algunas organizaciones patronales. La Secretaría de Trabajo y Previsión busca con afán y con serenidad las soluciones adecuadas y justicieras que lleguen a eliminar "la agitación social" que tanto preocupa a las entidades de empleadores, pero que éstas tan escasamente contribuyen a evitar.
La acción de la Secretaría de Trabajo y Previsión dio esperanzas a los trabajadores y éstos se movieron espontáneamente, para encontrar por la puerta que se les abría ampliamente y que antes, cuando no estuvo totalmente cerrada, la encontraban apenas entornada.
Dice la presentación patronal que la "Secretaría de Trabajo y Previsión ni estudia ni resuelve problemas de fondo relacionados con el trabajo". "Impone soluciones circunstanciales para satisfacer conveniencias del momento, sin medir sus alcances ni sus proyecciones". No son necesarios estudios muy profundos para saber que salarios e 4 $ y 3,50 $ para hombres y 3 y 2 $ para mujeres mayores y de 1,50 $ y de 1 $ y hasta de 0,80 $ por día para menores, representa una vergüenza en plena Capital Federal. Imponer el aumento de esos salarios, aunque pueda considerarse una solución circunstancial para "satisfacer conveniencias del momento" es un acto de estricta justicia que habla muy alto de la tarea de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Es así que se han efectuado numerosos convenios que llevaré mensualmente algunos pesos más a hogares de trabajadores modestos que sufrían penurias incontables.
Son numerosos los gremios de toda actividad y de distintas jerarquías en el trabajo, que pudieran resolver viejos problemas, merced al esfuerzo y al tesonero empeño de la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Pero cuando esta Secretaría resuelve o estudia problemas de fondo es cuando mas se acentúa la queja o la posición de los que dicen que no estudiamos ni resolvemos problemas de fondo. La previsión social ha encontrado en esta Secretaría un estímulo que nadie puede desconocer, y por ello se han incorporado a distintos regímenes jubilatorios muchos gremios, llevando sus beneficios a centenares de miles de trabajadores. Ningún gobierno ha estudiado más a fondo los graves problemas de la previsión social de lo que lo hemos hecho nosotros, y las soluciones dadas responden a las justas demandas de las masas afectadas y a los conceptos modernos y científicos que informan la materia.
Se pretende, por las organizaciones patronales reclamantes sentar una disconformidad con el procedimiento seguido para el estudio del Decreto Ley sobre jubilación de los empleados de comercio. Nadie con menos autoridad moral que esas mismas organizaciones para ensayar siquiera una queja por aquel procedimiento. Esta Secretaría por intermedio del entonces Consejo Nacional de Previsión Social, convocó a las organizaciones patronales y de trabajadores para que participaran del mencionado estudio. Después de varias reuniones muy numerosas, especialmente por la crecida cantidad de delegados patronales, estos se opusieron a que continuaran las deliberaciones, porque no habían aceptado previamente sus puntos de vista. Consta en la versión taquigráfica de la reunión efectuada el 31 de julio de 1944, que fue la que consideró suficiente el envío de memoriales por cada organización, exponiendo sus puntos de vista sobre el proyecto de jubilación de empleados de comercio, para que el gobierno resolviera en definitiva y estimando innecesario discutir en particular el proyecto. Se comprueba así que solo aceptan colaborar cuando previamente consiguen imponer sus puntos de vista. En este caso no fue el gobierno que lo excluyó, sino los delegados patronales los que negaron su contribución a la discusión y estudio del proyecto. Como es lógico, si el reclamo de los empleados de comercio por obtener su régimen jubilatorio era justificado, el gobierno no podía postergarlo por atender el disimulado sabotaje patronal.
El régimen jubilatorio instituido para los empleados mercantiles ha sido cuidadosamente estudiado y puede asegurarse que constituye el mejor sistema de los existentes en el país y posiblemente de los que rigen en el extranjero.
Lejos de merecer críticas podrá presentarse como ejemplo y constituirá legítimo orgullo para la previsión social argentina.
Señalan los organismos patronales, en la presentación que nos ocupa, su temor de que, siguiendo el mismo proceso de elaboración del Decreto Ley 31.665/44, se dicte otro sobre salario mínimo, salario vital móvil, aumentos de sueldos y participación de los trabajadores en las ganancias de los empleadores, según la iniciativa de la Confederación General de Empleados de Comercio. La Secretaría de Trabajo y Previsión ha consultado reiteradamente la opinión del comercio y de la industria sobre el citado proyecto, se han dado todas las oportunidades para que las organizaciones patronales expresen sus puntos de vista y hagan llegar sus estudios sobre la materia. Pero se ha tropezado últimamente con la obstinación de esas organizaciones en pretender señalar, no sólo a esta Secretaría, sino al gobierno en conjunto, la forma y el método como debe estudiarse la iniciativa, el extremo de indicar en que entidades o reparticiones deban buscarse los componentes de la comisión de estudio y redacción definitiva del proyecto. Esta Secretaría ha designado para ese efecto una comisión compuesta por técnicos, profesores, profesionales y especialistas en problemas sociales y económicos, todas de reconocida capacidad, ilustración y de indiscutida honestidad para que estudien y redacten el proyecto en carácter de comisión oficial y no de comisión paritaria de empleados y patrones.
Aparentemente se hacen objeciones de procedimiento, pero lo que inquieta a los reclamantes es que, iniciativas como el salario mínimo que hacía más de tres décadas esperaba infructuosamente el pronunciamiento del Parlamento, actualmente es estudiada con seriedad y con posibilidades de convertirse en realidad. La participación en los beneficios parece alarmarles, pero no se han dado las razones que demuestran la perturbación que provocaría y menos que prueben la injusticia del sistema que, por otra parte, no incidirá sobre los precios, no provocaría inflación, ni afectaría a las actividades poco remunerativas. También parece intranquilizar a los firmantes del memorandum, el proyectado aumento de sueldos, cuando la elevación de costo de vida, les podría ser atribuida en buena proporción. Y más aún, llama la atención esta actitud patronal de solapada oposición a un mejoramiento de los trabajadores, en las actuales circunstancias en que, en general, han obtenido y obtienen ganancias extraordinarias en muchos casos fabulosas; quedando en evidencia su espíritu egoísta al no admitir de ninguna forma que esa situación de evidente holgura sea compartida en mínima parte por los trabajadores. Igualmente pretende el memorandum, que ese proyecto comprometería "nuestra capacidad competitiva dentro de la comunidad internacional". Nada más inexacto por las razones ya apuntadas y porque nuestro porvenir económico sigue presentándose promisorio, si se lo compara con el de otros países, cuyo comercio e industria deberán soportar fuertes gravámenes para amortizar los gastos de guerra. De esta situación privilegiada de nuestro país, también tienen derecho a participar los trabajadores. La política de la Secretaría de Trabajo y Previsión, tendiente a proteger al obrero y al empleado, no ahuyentará capitales que quieren invertirse en nuestro territorio, porque todavía les resultarán reditivos. Pero por otra parte, no podremos olvidar que últimamente los capitales foráneos pocas veces se han invertido en forma estable y con miras a los intereses generales de la Nación. No faltarán capitales, sino por el contrario los tendremos de muy buena fuente, proveniente del ahorro popular, establecido por los aportes y contribuciones de nuestro régimen de previsión social. Serán capitales argentinos, al servicio del progreso del país y que, al propio tiempo, afianzarán los sistemas jubilatorios que protegen a nuestros trabajadores.
Esta es la obra de la Secretaría de Trabajo y Previsión y de ahí pueden deducirse el valor de las críticas que les formulan los representantes patronales.
Con una ligereza extraordinaria las organizaciones patronales afirman en el memorandun que la Secretaría de Trabajo "persigue a los dirigentes gremiales y se los reemplaza por otros adictos..." El asombro que provoca esa aseveración no solo radica en su inexactitud, sino en que es la primera vez que los representantes patronales parecen inquietarse por el supuesto atropello a los dirigentes obreros. La Secretaría de Trabajo no ha perseguido ni ha pedido la detención de ningún dirigente gremial. Tampoco es cierto que los haya sustituido por "adictos", pues no ha impuesto un solo dirigente a ningún sindicato y por el contrario las organizaciones han elegido libremente sus comisiones directivas. Prueba de ello es que casi la totalidad de los actuales dirigentes gremiales lo eran ya antes del 4 de junio de 1943. Por razones de carácter político, el gobierno ha impedido la actuación de algunos dirigentes que utilizaban los sindicatos para servir a un partido político declarado ilegal por todos los gobiernos del país desde hace más de veinte años. Pero la Secretaría de Trabajo no ha reemplazado a esos dirigentes. El movimiento obrero se desenvuelve normalmente y con mayores garantías que antes de la Revolución.
Contrariando esa supuesta preocupación por la suerte de los dirigentes obreros, la presentación patronal lamenta que esta Secretaría haya declarado legales varias huelgas, entre ellas la de trabajadores frigoríficos.
Es que no pueden olvidar las lejanas y las recientes épocas en que toda huelga reprimida violentamente por la fuerza que el Estado tiene, no para esas funciones, sino para guardar el orden. Este Gobierno no ha usado la fuerza contra ninguna huelga de trabajadores, porque no tiene compromisos espúreos con los capitalistas y porque respeta el derecho del obrero a defender sus justas reivindicaciones.
Termina la nota patronal recordando que "durante veinticinco años desde la semana trágica de enero de 1919, el país ha vivido dentro de una casi perfecta tranquilidad social". Parecerían reclamar una nueva "semana trágica" para asegurarles otros veinticinco años de tranquilidad.
Este gobierno no lo hará. No asegurará ni veinticinco años ni veinticinco días de tranquilidad a los capitalistas siguiendo el ejemplo doloroso de la semana de enero de 1919, pues la sangre de los trabajadores sacrificados entonces, no debe refrescarse con nuevos actos de injustificada violencia oficial.
La cohesión social es interés del gobierno, pero debe basarse en la justicia social.
La Revolución no puede pasar infructuosamente en esta materia. El fraude electoral y los negociados públicos no eran los únicos males de que padecía nuestro país. También lo afectaba una profunda injusticia social que los hombres de la revolución del 4 de junio queremos eliminar en la medida que la época y las circunstancias lo permitan.
Hay que unir al país en el bien y en la paz, que sólo son posibles si todos los habitantes y, esencialmente los humildes encuentran en el gobierno de la Revolución, la sensibilidad para captar y resolver con altura los problemas y las necesidades que los afecten.
Para que todo el país sea una unidad próspera en lo económico, no deben desecharse las reivindicaciones, medidas y sensatas de los trabajadores. Así podrá vivirse una democracia auténtica, en la que cada ciudadano sea un valor individual al servicio del bien colectivo. Así también podrán apreciarse los beneficios de la libertad que es consustancial con la existencia del hombre a cubierto de necesidades económicas y en el ejercicio de sus derechos democráticos.
La Revolución no cumplirá su cometido si sólo mejora al país en lo político. También tiene que manejarlo en lo económico, procurando la justicia social.
Así llegaremos a señalar un momento histórico con justicia en lo económico social, en un régimen de democracia depurada y auténtica y en un clima de verdadera libertad. .................................... ANEXO A LA CONTESTACION AL MEMORANDUM ELEVADO POR LAS ENTIDADES ECONOMICAS AL EXELENTISIMO SEÑOR PRESIDENTE DE LA NACION No es lícito hablar de una "legislación atenta a la satisfacción de las más justas reivindicaciones obreras refiriéndose a la que regía antes de la Revolución. Esta legislación no tenía la atención fija en las más justas reivindicaciones obreras, ni siquiera en las más apremiantes exigencias del instinto primario de atender a las necesidades más perentorias.
Para convencerse de este aserto no es necesario realizar un análisis minucioso del contenido de nuestra legislación; basta revisar el índice de materias que han tenido sanción legal para darse cuenta de que, en punto a la legislación del trabajo, vivíamos en u atraso absoluto, no ya con respecto a los países de análogas condiciones económicas sino en consideración al mínimo de protección que, ya en el año 1904, el Poder Ejecutivo de la Nación consideraba indispensable otorgar a los trabajadores. Joaquín V. González con visión profética concibió el proyecto de Ley Nacional del Trabajo, sobre la base de una estructuración orgánica de las instituciones especiales del trabajo que, ensayadas en Europa, Estados Unidos de América del Norte y Australia, desde los inicios de la era industrial, hubieran producido un mejoramiento de las clases trabajadoras a compás del progreso económico del país. Partía de una determinación de derechos y obligaciones bien definidos mediante la regulación del Contrato de Trabajo, base inexcusable de la relación entre los dos factores primarios de la producción, extendiendo su eficacia a la industria, al comercio, a las tareas rurales, a la minería, a los ingenios y obrajes y a cuantas expresiones ofrece la actividad humana; regulaba el Contrato de Aprendizaje para formar una juventud obrera sana y capaz; encauzaba la organización social estableciendo reglas para el funcionamiento de las Asociaciones Industriales y Obreras; creaba los organismos administrativos pertinentes y establecía Tribunales de Conciliación y Arbitraje y la Corte Central de Arbitraje para los entredichos en cuestiones del trabajo. Iba este proyecto al fondo de los problemas sociales, como puede verse por este enunciado general que englobaba pormenores tan esenciales como la determinación del salario que lo definía como "recurso necesario a la subsistencia del obrero y la de su familia hasta un límite prudencial. A pesar de esta previsora iniciativa, la legislación promulgada desde 1904 hasta la Revolución del 4 de junio de 1943, contempló solo aspectos parciales o circunstanciales de la vida del trabajo, no enfocándose el problema social como un todo orgánico que debía resolverse armónicamente.
Ni orgánica y armónica ha sido la legislación social. No ha sido orgánica porque sólo medidas fragmentarias, aisladas e inconexas se han adoptado. No ha sido armónica porque al dictarse para satisfacer una necesidad momentánea o una presión política tenaz, la medida social no ha considerado el orden general en que se desenvolvía nuestra economía.
De ahí que, no sólo hayan sido eficaces muchas leyes obreras sino que han entorpecido muy frecuentemente la marcha de las actividades industriales, por falta de convenientes enlaces y adecuada coordinación, Una somera exposición cronológica de nuestra legislación del trabajo constituirá la más elocuente prueba de las afirmaciones que preceden. En 1905 se dicta la primera ley obrera: la de descanso dominical, Nº 4661, aún hoy en vigor. En 1907, se reglamentan las condiciones de trabajo de las mujeres y menores por la ley Nº 5291, derogada más tarde, en 1924, por la ley Nº 11317, que rige actualmente. En 1912, se dicta la ley Nº 8999 conocida con la denominación de ley orgánica del Departamento Nacional del Trabajo. Sin embargo existía este organismo desde 1907, cuya curiosa creación (una modesta partida incorporada a la ley de presupuesto de ese año), le dio una accidentada vida administrativa, hasta la sanción de su ley orgánica.
En 1913 se dicta la ley Nº 9104, extendiendo a los territorios nacionales las disposiciones de la ley Nº 4661; la ley 9105 que declaró obligatorio el descanso el 25 de mayo y 9 de julio y, finalmente la ley Nº 9143, reglamentaria del funcionamiento de las agencias de colocaciones. Sólo una ley fue sancionada en 1914; la Nº 9511 que dispuso la inembargabilidad de sueldos, salarios, jubilaciones y pensiones menores de 100 $.
En 1915, se dicta la ley Nº 9688, sobre indemnización de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales que transforma radicalmente la doctrina de la ley común sobre responsabilidad patronal por el moderno principio del riesgo profesional. En ese mismo año se dictan dos leyes: la que reglamentó las agencias particulares de colocaciones y la Nº 9658, que establecía un procedimiento particular para las sanciones por incumplimiento de las leyes del trabajo que fue sustituida en 1929, por la que hoy se halla en vigor, Nº 11570.
En 1918 se dicta la ley Nº 10505, reglamentaria del trabajo a domicilio mantenido, con más fracaso que éxito, hasta su sustitución en 1941 por la ley Nº 12713. Recién en 1921 se sancionan tres leyes que establecen reciprocidad en materia de legislación obrera: la 11125, que aprobó el tratado con España sobre reciprocidad en materia de accidentes del trabajo; la ley Nº 11126, que aprobó igual tratado con Italia y la ley Nº 11127, que aprueba el contenido de la Convención de Berna de 1905, sobre importancia, fabricación y venta del fósforo blanco.
En el curso del año 1924, se dicta la ley Nº 11.338 prohibitiva del trabajo nocturno en las panaderías; y al año siguiente se sanciona la ley Nº 11278 estableciendo la forma de pago del salario y tomando medidas contra el sistema de trueque.
El parlamento incorporó en 1929 una nueva ley de protección obrera: la Nº 11544 que limita a 8 horas diarias o 48 horas semanales la duración normal del trabajo, salvo la sanción, en ese mismo año, de la ley Nº 11570 a que nos hemos referido hasta 1932 no se sancionó ninguna ley de tipo social. Se sanciona la ley Nº 11640, sobre sábado inglés, extendiendo la duración del descanso semanal establecido en nuestra primera ley obrera (4.661) Las leyes sancionadas en 1933 integran nuestro derecho internacional obrero. Constituyen ratificaciones de las convenciones aprobadas en las conferencias anuales de la Oficina Internacional del Trabajo. Son ellas: la ley Nº 11726 que ratificó las convenciones de Washington de 1919, y la 11727 que ratificó las de Génova de 1920.
Más tarde, en 1935, se ratifica por la ley Nº 12232 se aprueban las convenciones de Ginebra de 1921.
En 1934 se sanciona la ley Nº 11729, modificatoria de los artículos 154 del Código de Comercio, que establece una serie de principios normativos del contrato de trabajo, vinculados al empleo mercantil y extendido al contrato de trabajo industrial por una jurisprudencia contradictoria y no generalizada. La aplicación de esta ley ha sido relativa, especialmente en lo que se refiere a vacaciones pagas e indemnizaciones. En ese mismo año se sanciona para la Capital Federal y Territorios Nacionales la ley 11837 que dispone el cierre uniforme a determinadas horas de la noche, de los establecimientos comerciales. Igualmente, fueron dictadas en ese período parlamentario, la ley Nº 11863 que ordenó el levantamiento del Censo de Desocupados, y la Ley Nº 11896 creando la Junta Nacional contra la desocupación. Por último se sancionó la muy importante ley Nº 11933, estableciendo el seguro obligatorio de maternidad.
Durante 1935 fueron sancionadas la ley Nº 12205, llamada "ley de la silla" y se modificó parcialmente el concepto de "servicio doméstico", a los efectos de la aplicación del descanso semanal a los choferes particulares, por la ley Nº 12625.
En 1940 se modificó por primera vez la ley de accidentes de trabajo, aplicando el concepto legal del accidente y extendiendo los beneficios de la misma, a las explotaciones agrícola, ganadera, forestal y pesquera, por la ley Nº 12631. Siempre en el mismo año se sancionaron otras dos leyes de empleados: los bancarios, por ley Nº 12637 y los viajantes de comercio por ley Nº 12651.
Al año siguiente, en 1941, se dicta la ley Nº 12713, ya comentada, que deroga a la Nº 10505 de trabajo a domicilio. Por último en 1943, se dictó la ley Nº 12789, que establece el régimen de los conchabadores en los reclutamientos colectivos.
Es de advertir que todas las leyes han sido aplicadas restrictivamente por las autoridades de todo orden y grado, y que los preceptos contenidos en los convenios internacionales ratificados no han sido incorporados a la legislación positiva, aún en aquellos casos, como los de reparación de accidentes de trabajo y duración máxima de trabajo, existía ley sobre la materia.
La "intensificación de la actividad económica que debe amplias posibilidades al trabajo" se ha debido en el curso de los últimos diez años a dos órdenes de concausas: 1º.- De 1935 a 1939, a la reacción económica experimentada, por el país al despejarse las consecuencias de la gran crisis económica mundial (1924-1934), cuyo máximo esplendor alcanzamos en 1937 con un saldo comercial favorable de 753.313.422 pesos; 2º.- De 1939 en adelante, a nuestra industrialización provocada por las necesidades de la guerra, a efectos de atender por igual las demandas de los mercados exteriores y las de mercado interno que requería artículos que antes de la guerra se importaban. Es decir, los capitales se han arriesgado cuando el "riesgo que se corría no era de ganar o perder sino de ganar 3.000 por 100 o conformarse con duplicar la suma que se exponía".
El Banco Central (Memoria de 1944, p.3), dice así: "En síntesis, la creciente producción industrial - que se operó para cubrir la merma de las compras en el exterior y que permitió más tarde un aumento de las exportaciones - y la actividad de las construcciones paulatinamente a un estado muy cercano al de plena ocupación".
Ahora bien. El índice de la actividad económica del país lo constituye la renta nacional. Aunque la falta de cálculos detallados al respecto, imposibilita analizar todos los aspectos de esta cuestión, algunas cifras permiten bosquejar a grandes rasgos este problema. En 1914, según cálculos del ingeniero Alejandro Bunge, la renta nacional ascendía a 5.400 millones de pesos; en 1935 se calculaba en 8.000 millones, y para el año 1941, según estimaciones del Ministerio de Hacienda, se acercaban a los 12.000 millones de pesos. Como aunque, en parte, este aumento haya sido inflatorio. Es posible estimar que la renta nacional ha continuado en aumento en los años siguientes a 1941, en parte debido a nuevos aumentos de la actividad económicas y, en parte, al proceso inflacionista.
En cuanto a la contribución de los distintos sectores a la formación de la renta, el ingeniero Emilio Llorena, en un reciente estudio prueba que "hasta hace poco las actividades agropecuarias contribuían con el principal aporte a la formación de la renta nacional. La evolución y desarrollo de la industria en la última década, al amparo de la situación internacional, ha permitido que ella contribuya ahora en forma aproximadamente igual que la agricultura y ganadería a la constitución de la masa de la renta nacional, con tendencia a superarla. Por su parte, el Banco Central, (Memoria de 1944,p.4) dice: "Del cotejo de estos valores netos resulta que el valor creado en 1943 por la industria fue levemente superior al de la actividad agropecuaria. Se acentúa con ello la transformación que viene experimentando la economía argentina desde hace unos años bajo el estímulo de la situación creada por el conflicto bélico y se determina de una pronunciada variación en la distribución de la renta nacional comparable con la que rigió hasta fines de la década anterior.
Como es lógico, la activación de la economía nacional ha influido sobre el nivel de ocupación. "La guerra, por diversas circunstancias ha llevado a la economía argentina a un estado que puede considerarse de plena ocupación. (Informe de la Desocupación) En este terreno se destaca netamente la acción del incremento de la industria. "Mientras el crecimiento demográfico de todo el país ha subido un 10 % en el lapso de los últimos 7 años, la ocupación industrial ha crecido en más del 30%, representando la diferencia una absorción por la industria del crecimiento vegetativo de la población rural. En el último decenio el crecimiento de la población ocupada en la industria ha sido de un promedio de 50 mil personas al año, cifra superior a los 40.000 en que crece la población económicamente activa (Revista de la Economía Argentina - Febrero de 1945. página 56). Estas cifras nos indican que la industria ha permitido obtener trabajo a 770.000 personas de las 785.000 que han ingresado a la edad activa, y en condiciones de ocuparse, entre 1939 y 1944 (ing. J. L. Astelara) "Peor que salario bajo es salario cero". El pueblo - 26 de noviembre de 1944).
En definitiva, puede afirmarse que la actividad económica del país, salvo fluctuaciones parciales, ha tenido un proceso ascendente continuo, que se ha visto acentuado en los últimos años debido a la mayor importancia que ha adquirido la industria nacional. Este proceso es el resultado de distintos factores, de los cuales los principales son: las características del país joven de la Argentina, en plena evolución y desarrollo; el crecimiento vegetativo e inmigratorio de la población y, en el último quinquenio, la situación especial producida en nuestro país por la guerra mundial. Dice el Banco Central en su citada Memoria de 1944 (p.19): "El desarrollo industrial del país se ha desarrollado en su mayor proporción sobre la base de una expansión de lo que ya se producía antes de la guerra, y, en menor medida, en ciertas producciones que en épocas normales no podría haberse encarado por razones de costo, pero que resultaron viables a favor de la carestía del producto y del mayor volumen réditos de la población consumidora".
Si asombrosa resulta la afirmación de que la cuestión social como el problema latente, careciera de causas inmediatas y determinantes de exteriorización pública, debido a la legislación atenta a la satisfacción de las más justas reivindicaciones, y capciosa puede ser la sutil sugerencia de que a ello podían contribuir las "fuerzas vivas" por su deseo o esfuerzo encaminados a intensificar la actividad económica que daba amplias posibilidades de trabajo, resulta incalificable la audaz aseveración de que fueron crecientes las mejoras a la retribución del trabajo.
Antes de la Revolución, escasos fueron los salarios que se aumentaron. Aumentaba el volumen global de Salarios pagados, porque la activación económica debida a las causas analizadas en los párrafos precedentes había proporcionado mayor cantidad de empleos.
De 609.900 personas ocupadas en la industria en 1935, de las cuales 474.400 eran obreros, registrándose 1.020.000 en 1944, de cuya cantidad, 806.000 eran obreros. De 536 millones pagados en concepto de salarios en 1935, se pasó a 1.269 millones pagados en concepto de salarios en 1935, se pasó a 1.269 millones en 1944. De una producción que tenía un valor de 3.400 millones en 1935 se pasó a un valor de 8.000 millones en 1943, último año de que se poseen cifras.
Los dos cuadros que siguen, tomados de las estadísticas oficiales son bien aleccionadores al respecto: ACTIVIDAD INDUSTRIAL (cifras absolutas) años Personas Obreros Salarios Valor de ocupadas ocupados pagados la pro- en la in- en la in- millones ducción dustria dustria millones .............................................................................. .................. 1935 609.900 474.400 536 3.400 1937 734.100 582.900 747 4.700 1939 785.000 622.100 796 5.100 1941 917.600 734.300 919 6.300 1943 980.000 780.000 1.125,2 8.000 1944 1.020.000 806.000 1.269,4 ............................................................................ .................................................
Números Indices (Base 1935 = 100) ............................................................................ ................................................. años Personas Obreros Salarios Valor de ocupadas ocupados pagados la pro- en la in- en la in- ducción dustria dustria ............................................................................ ................................................. 1935 100 100 100 100 1937 120,4 122,9 139,4 138,2 1939 128,7 131,1 148,5 150 1941 150,5 154,8 171,5 185,3 1943 160,7 164,7 209,9 235,3 1944 167,2 169,2 236,8 ............................................................................ ................................................. Elaborados en base a datos de la Dirección General de Estadística de la Nación A estas cifras hay que añadir otras: las de crecimiento de los precios mayoristas, también según estadísticas oficiales ............................................................................
Años Precios mayoristas no agropecuarios ............................................................................
1935 100 1937 100,32 1939 100,70 1941 157,96 1943 225,84 1944 236,55 ............................................................................
En base a datos del Banco Central de la Republica Argentina.
Y los precios minoristas experimentaron las siguientes variaciones: ............................................................................ ................................................. Años Pan Papas Carne Legumb.
Huevos Pastas Pescado ............................................................................ ................................................. 1935 100 100 100 100 100 100 100 1936 147,37 240 114,04 108,57 96,88 114,29 102,22 1937 178,95 270 108,77 100 106,25 125 122,22 1938 173,68 160 105,26 117,14 110,94 121,43 88,89 1939 163,16 160 107,02 117,14 112,50 107,71 84,44 1940 157,89 140 115,79 88,57 110,94 110,71 84,44 1941 173,68 160 128,07 74,29 89,96 125 80 1942 184,21 150 150,88 114,29 106,25 125 111,11 1943 168,42 180 149,12 134,29 117,19 114,29 111,11 1944 157,89 130 152,63 139,40 112,50 124,29 117,78 ............................................................................ ................................................. ............................................................................ ................................................. Años Aceite Conserv.
Queso Harina Yerba Azúcar Arroz ............................................................................ .................................................. 1935 100 100 100 100 100 100 100 1936 108,91 109,52 114,01 137,50 98,67 100 107,14 1937 113,87 128,57 94,40 162,50 94,67 95,12 119,04 1938 101,99 142,86 91,59 137,50 94,67 102,44 114,29 1939 89,10 138,10 90,65 106,25 93,33 100 102,38 1940 87,12 142,86 85,98 118,75 96 92,68 95,24 1941 89,10 142,86 94,40 131,25 102,67 90,24 145,24 1942 103,96 147,61 87,85 125 105,33 102,44 154,77 1943 94,06 152,38 90,65 125 104 100 147,62 1944 82,18 166,67 100,93 125 106,67 97,56 142,86 ............................................................................ ................................................. ............................................................................ ................................................. Años Café Leche Vino Soda Carbón Kerosene Jabón ............................................................................ ................................................. 1935 100 100 100 100 100 100 100 1936 87,59 100 105,71 100 100 105,26 120,69 1937 88,97 100 105,71 100 100 100 124,14 1938 80,69 107,14 105,71 100 100 100 117,24 1939 77,24 121,43 111,43 125 100 100 120,69 1940 73,80 128,57 111,43 100 111,11 89,47 124,14 1941 77,24 121,43 111,43 100 111,11 94,77 120,69 1942 109,66 128,57 122,86 100 111,11 100 124,14 1943 120,69 135,71 134,29 100 133,33 100 124,14 1944 111,72 128,57 137,14 100 133,33 110,52 137,93 ............................................................................ ................................................. ............................................................................ .................................................
Pero si se quieren conocer las crecientes mejoras en la retribución de los trabajadores, es preciso consignar otra serie de cifras, también oficiales que revelan cual era la situación en la época que, según el Memorandum de las entidades patronales, la cuestión social carecía de causas inmediatas y determinantes de exteriorización pública. Estas cifras son las referentes a Salarios Nominales, Costo de Vida y Variaciones del Indice del Salario Real, que a continuación se consignan: ........................................................................
..........................
Números Indices ........................................................................
..........................
Años Salario Costo de Salario Nominal la vida real .............................................................................. ....................
1935 100 100 100 1937 106,50 112,05 95,05 1939 108,17 112,05 96,04 1941 114,97 117,49 97,86 .....................................................................
.............................
Contrariamente a lo que afirma el Memorandum, las estadísticas oficiales no comprueban las crecientes mejoras a la retribución sino lo siguiente: 1º.- Que en 1944 había 410.100 personas ocupadas más que en 1935 2º.- Que el importe global de los salarios pagados en 1944 fue superior en 733 millones en relación al de 1935 3º.- Que el valor de la producción industrial fue en 1943 superior en 4.600 millones con respecto al que alcanzó en 1935, o para hacerlo más comprensible, el valor de la producción pasó de un valor relativo de 100 en 1935 a 235 en 1941 4º.- Que los precios mayoristas de artículos no agropecuarios, pasaron de 100 a 236,5 en las mismas fechas.
5º.- Que los salarios nominales, es decir, los importes efectivamente percibidos como retribución del trabajo, subieron un 14,9% de 1935 a 1942.
7º.- Que el poder adquisitivo del salario estuvo durante este largo período por debajo de las necesidades vitales mínimas de la familia obrera.
De donde resulta que, aún manteniéndose para la épca actual, el mismo salario real, es decir, el mismo poder adquisitivo, no se han beneficiado los obreros en nada, pues a cambio de su esfuerzo ajustado en trabajo, continuarían en la misma situación relativa a 1935, o sea con un nivel de vida bajo, según resulta de las encuestas realizadas mientras que las plusvalías debida al desarrollo industrial ha ido a parar a unas pocas manos.
"Durante veinticinco años, desde aquella semana trágica de enero de 1919, el país ha vivido dentro de una casi perfecta tranquilidad social".
Muy análoga a la tranquilidad social que precedió a la Revolución del 4 de junio, debió ser la que precedió a la semana trágica de 1919. Porque el malestar social interno revelado por mil síntomas y detalles que conocen cuantos intervienen de cerca en los conflictos sociales, estudiándolos metódicamente y midiendo sus antecedentes y consecuencias, es por desgracia, trágico problema que viene de muy antiguo, de muy antes de la semana trágica de enero de 1919. Las causas que pudieran crear el ambiente necesario a tales desmanes fueron idénticas a las que hubieran impelido a las masas trabajadoras a resoluciones extremas si la Revolución de Junio no se hubiese forjado precisamente para establecer una verdadera justicia social.
La indefensión del ciudadano como trabajador ante el patrono injusto y la indefensión del ciudadano como consumidor ante los especuladores, son las causas que empujan a las masas obreras a tomar resoluciones desesperadas.
Al citar la semana de enero debe recordarse que desde 1904 yacía en los archivos del Parlamento el Proyecto de Ley Nacional del Trabajo a que antes se ha aludido, y que las razones que en aquel lejano entonces se invocaban eran muy parecidas a las que, como luego se verá, hechos recientes o otros ocurridos en los últimos veinte años, ponen de actualidad. Decía el mensaje que el Poder Ejecutivo dirigió al Honorable Congreso de la nación.
"Si no fuera que acontecimientos de palpitante actualidad y otros menos inmediatos ahorran una demostración detenida sobre la urgencia de la sanción de una ley obrera, sería oportuno señalar aquí la oportunidad en que se presenta el proyecto del Poder Ejecutivo para contribuir, en cuanto de esta clase de leyes depende, a evitar las agitaciones de que viene siendo teatro la República desde hace algunos años pero muy particularmente desde 1902, en que ellos han asumido caracteres violentos y peligrosos para el orden público.
"Porque, no son, en realidad, nuevas estas formas de reclamación, reivindicación o defensa colectiva de los gremios trabajadores, pues las primeras huelgas de este género aparecieron hace cerca de veinte años en esta misma Capital".
Ya se habla de agitaciones y huelgas, que luego continuarán ininterrumpidamente.
Pero el período inmediatamente anterior a la semana trágica de enero, el que transcurre desde la declaración de guerra de 1914, conviene compararlo con el que transcurre desde 1939 hasta el presente.
El análisis se hace de manera que se vean los resultados a que conducen las dos clases de indefensión en que se ha dejado a nuestros trabajadores. La indefensión en el terreno del Derecho Social conduce a la insuficiencia del salario porque las retribuciones son exiguas; la indefensión en el terreno económico-social conduce a la insuficiencia del salario, porque los precios aumentan desmesuradamente y el costo de vida excede los límites de cualquier posibilidad de satisfacerlo. Los siguientes cuadros son de una sobria elocuencia.
NUMEROS INDICES (Base 1914 = 100) AÑOS HUELGAS 1914 100 1915 101,6 1916 125 1917 215,6 1918 306,3 Base 1939 = 100 AÑOS HUELGAS 1939 100 1940 108,21 1941 110,20 1942 230,61 Lo único que pudo frenarse a partir del inicio de la segunda gran guerra, fue el aumento desmesurado que alcanzó el costo de la vida durante la guerra de 1914-1918, como revela el siguiente cuadro: NUMEROS INDICES DEL COSTO DE VIDA ............................................................................ ................................................. Años N. I Años N I Costo de vida Costo de vida 1914 = 100 1939 = 100 ............................................................................ ................................................. 1914 100 1939 100 1915 108 1940 102,3 1916 116 1941 105 1917 136 1942 110,9 1918 171 1943 112,1 1919 161 1920 188 1921 167 .............................................................................. ........................
Pero no debe olvidarse que en 1939 los salarios comenzaron a descender como consecuencia de la crisis económica mundial, por cuyo motivo las clases obreras han vivido atenazadas por el constante déficit que ha existido entre el salario y los gastos indispensables. ............................. |
Discursos Perón
Discursos completos pronunciados por el ex Presidente Juan Domingo Perón entre 1ro de diciembre de 1943 y el 19 de septiembre de 1955.
Los documentos, con excepción de los correspondientes al año 1949, fueron suministrados por el historiador Enrique de Alzáa, quien lideró un equipo que transcribió a formato digital editable los originales en papel que se encuentran en el Archivo General de la Nación. Los discursos del año 1949 fueron tomados de Perón (2016) en formato PDF.
Dado que este trabajo se realizó hace varios años y en distintas épocas, los documentos recibidos corresponden a tres versiones diferentes de documentos de Microsoft Word. Los discursos del año 1949 fueron tomados de Perón (2016)^1 en formato PDF.n La variedad y tipo de formatos de los documentos originales requirió un extenso trabajo de manipulación, limpieza y ordenamiento de los datos. Para más información sobre el preprocesamiento referirse aquí.
Información de licenciamiento
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Información de citado
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^1: Perón, J. D. (2016). Discursos, mensajes, correspondencia y escritos: 1949 / Perón (Tomos I y II). Buenos Aires, Argentina: Biblioteca del Congreso de la Nación.
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